domingo, 29 de abril de 2012

Otras Fotos Feria de Abril 2012

                                                          
  Mi hermano Pedro eligiendo bicho 
                                                   
 Insólita imagen a las 14.30 del miércoles de Feria

Totalmente animada a las 18.00

Arrocito de pre-feria socios Juan Belmonte 219





Feria de Abril 2012


Es el segundo año de nuestro destierro de Juan Belmonte 219, nuestra antigua caseta que perdimos porque se nos pasó el plazo y nadie nos avisó, al contrario de este año que desde el Ayuntamiento de Sevilla han llamado por teléfono al que no había presentado los dineros a tiempo. ¡Negra suerte tuvimos!
                                                                            

                                                                                                             
Pero a pesar de toda la que está cayendo, nos reunimos los que quisimos el domingo de pre-feria en fraternal comida, bailamos nuestras sevillanas, brindamos con vinitos de la tierra y hablamos de la probablemente lejana próxima caseta, dependiendo todo de que el Consistorio Municipal tenga dinero más voluntad política y el próximo año amplíe el recinto ferial en trescientas casetas, que es el antiguo proyecto, aunque hay 3.050 solicitudes  entre todas las categorías, algunas con veinte años de antigüedad.
¡A ver si hay suerte!
                                                               

                                                              
Pero hablando en presente, he pasado una Feria razonablemente buena, con la ausencia de mi hija que estaba de trabajo en Méjico, de mi yerno y mis nietos que se quedaron en Pamplona, con Pilar  mi mujer, mi “hermano” Pedro Gonzalo y su esposa, la viuda de mi queridísimo otro “hermano” Fernando Mantilla y sus tres  hijos.
                                                              
                                                              
He vuelto a echar de menos a tantísima gente que durante años fueron mis invitados en nuestra caseta, pero que  ya no se acuerdan de las múltiples veces que han bebido y comido a mi costa, y otros que hasta fueron socios porque yo los metí y por envidia u olvido desagradecen los favores recibidos. ¡Que se jodan!
La Feria de este año la he visto un tanto desangelada, pues con la crisis que estamos padeciendo, la gente entra en el Real ya comida y con lo justo para unas copas. También he visto menos coches de caballos y menos jinetes. Todo cuesta caro y hay menos dinero.
Nuestra pequeña reunión lo ha pasado bien, hemos comido y bebido juntos, hemos ido a las casetas que nos han insistido para que fuéramos y hemos rememorado antiguas ferias en donde no faltaban nuestros queridos ausentes.
La verdad es que conforme se va para viejo se aflojan las ganas de antes, cuando disfrutábamos a tope todos los días y sólo nos faltaba dormir en la Feria.
He puesto algunas fotitos que son testigo de nuestro periplo en esta efímera ciudad que es la Feria de Abril de Sevilla.
Gracias a todos los que se habéis acordado de mí y me habéis invitado a vuestra casa o caseta.

En Sevilla a 29 de Abril del 2012

domingo, 22 de abril de 2012

El maleficio


Zaida y Husayn habían venido de lo más profundo del desierto de Libia, de un pueblecito llamado Al-Krim,  solo arena, arenas, hambre a todas horas, y…arenas, huyendo de las hambrunas de la guerra y se habían instalado con lo poco que traían 347,50 €,  en una casita pequeña de una planta y azotea en Torreblanca, muy cerca de Sevilla, donde ambos trabajaban en lo que salía que en estos tiempos de penurias era poco, pero con la ayuda de la gente humilde de alrededor, las más solidarias siempre,  iban tirando, pues además de alegres y confiados eran personas siempre dispuestas a ayudar a los vecinos en lo que fuera.

                                                                            
Tenían un diminuto jardín donde Zaida había plantado geranios, clavellinas, petunias y cualquier maceta que encontraba o le regalaban. Un día observó que  su vecina tenía un hijo un poco retrasado y cuando ella regaba se la quedaba mirando escondido en la tapia que hacía de medianera, donde había hecho un agujero para observar a Zaida y se masturbaba a través del bolsillo del chándal contemplándola oculto y jadeando.

                                                                              
Una mañana Zaida, estando tendiendo ropa en la azotea,  vio un pájaro negro muerto a sus pies que identificó como una mirla. Se quedó paralizada por el miedo, ya que en su país era señal de que se avecinaba alguna desgracia y como era tremendamente supersticiosa, salió corriendo de su casa en busca de una gitana del vecindario que tenía fama de bruja y adivina.
Con mucho misterio y después de toda una puesta en escena de calaveras y búhos disecados, la gitana Trona le dijo que alguien del vecindario quería perjudicarla y que si sospechaba de alguien. Entonces le contó lo del subnormal que la espiaba y se masturbaba.

                                                                                  
Como remedio, tenía que mezclar la sangre de dos gallinas con sus plumas y unos polvos que le entregó, derramarlas sobre la cabeza del enemigo y que esperara sin salir de la casa dos días, para que el sortilegio surtiera efecto.
Al día siguiente lo preparó todo en un cubo y lo mezcló, poniéndolo al lado de la pared por donde era observada.
Comenzó a regar sus plantas como cada día y al percatarse de que la estaban mirando, se subió a un taburete que tenía preparado junto a la tapia y derramó todo el contenido del cubo sobre el mirón que salió de su escondite dando gritos cuando se vio correr la sangre con las plumas por su cara.
¡La que se armó en el vecindario! Todos gritando sin explicarse que le había pasado al chaval. Al fin alguien llamó a “emergencias sanitarias”, mientras su desolada madre lo limpiaba e intentaba ver de dónde manaba la sangre.

                                                                               
El Momo, que así le llamaban solo decía:
-Estaba midando a mi amó, tuando se me abrió la tabeza y chodeó sandre   po todas pactes y yo sólo quedía gustito”.
Ni que decir tiene que nadie comprendió al tonto, por lo que una vez que los sanitarios vieron que no había heridas, se marcharon casi riéndose por el extraño incidente.
Zaida salió después de dos días de su casa como si tal cosa, sorprendiéndose de los acontecimientos acaecidos a la pequeña comunidad y pretextando que había estado enferma.
Después de aquello ya no hubo más mirones por la tapia de la guapa Zaida, ni más lluvia de sangre en la cabeza del Momo.

jueves, 12 de abril de 2012

Un hombre bueno


“Toda Verdad pasa por tres fases: primero, es ridiculizada. Segundo, se le opone violentamente. Y tercero, es aceptada como auto-evidente."
Si, se veía como una buena persona. Era un hombre de misa y comunión diaria, trabajaba para Cáritas una vez por semana ordenando las cuentas y participando en las decisiones para repartir entre los necesitados los recursos que les llegaban de los católicos de toda la diócesis. Vivía modestamente aunque tenía varias empresas, muchas casas, pisos, locales, y un buen montón de dinero en el banco y en otros sitios, a pesar de que esta crisis había menguado en algo el porcentaje de sus ganancias actuales.
Lo uno no le quitaba lo otro. Creía firmemente que actuaba correctamente, aunque su confesor el padre Genaro ya le había advertido que tenía mucho que mejorar, sobre todo con su obsesión de juntar dinero a toda costa y en su relación con el prójimo.

                                                                
No se arrepentía de haber dejado en la calle a mucha gente, pues aunque las empresas iban bien, los dineros que había desviado de estas hacia especulaciones inmobiliarias que le habían reventado en las manos, la “burbuja”, no las iba él a pagar, pues eran cosas de los negocios.
De la misma forma que a los empleados que no había echado, les había bajado el sueldo sin muchas protestas, pues para eso lo primero que había despedido era a la gente más conflictiva: sindicalistas, comunistas y socialistas, con lo cual había saneado sus empresas de gente indeseable y rebelde.  Aquí el único que pensaba era él, los demás a callar y a trabajar.

                                                              
Y esta misma disciplina que imponía en el trabajo la llevaba también a su familia aunque su mujer no parara de llorar a todas horas, pues sus dos hijos Damián y Tere se marcharon de casa nada más llegar a la mayoría de edad y sin acabar los estudios, por no  aguantar a su “santo” padre.
Ni siquiera conocía a su nieto Iván, pues no quería dar su brazo a torcer. El tenía la razón de su parte.
                                                                
Vivían, pues, prácticamente aislados, ya que con el resto de la parentela tampoco se llevaba bien, pues lo único que querían de su persona eran los favores de su dinero y a eso no estaba dispuesto aunque lo dejaran más sólo que la una.
Había vuelto hacía poco de un viaje al extranjero, pues las cosas aquí no iban bien con tanto embrollo político, así que había puesto su dinero a buen recaudo en cuentas en paraísos fiscales. Su dinero era solamente suyo. Bastante aportaba a la comunidad con su bien hacer y sus sabios concejos. “Que cada palo aguante su vela”, decía.
Lo único que le dolía es que al estar alejado de su familia, no había podido poner a ninguno de sus hijos al frente de los negocios, con lo cual temía lo que pasara después de su muerte, pero gracias a Dios el estaba sano, se cuidaba mucho, con lo que estaba seguro que le quedaban muchos años de vida.

                                                               
Pero el destino o Dios quiso que una mañana dando su habitual paseo hasta sus oficinas, un taxi lo arroyara en un paso de cebra y muriera casi instantáneamente, por lo que había muerto así sin pensarlo, sin previo aviso, ya que no entraba en sus planes ese absurdo accidente que cortaba el hilo de tan bienhechora mano.
En su funeral todos hablaban de las obras de caridad en que participaba, de la irreparable pérdida que significaba para el mundo empresarial, de la forma que todos echarían en falta  la presencia de  “este hombre bueno”.

viernes, 6 de abril de 2012

El incidente


Habían venido unos amigos aprovechando la Semana Santa, y como el tiempo era muy malo y no habían salido las Cofradías con sus pasos a la calle, decidimos reunirnos a cenar en mi casa, donde uno de estos amigos me contó lo que le había pasado a su hijo hacía poco más de un mes.
Utilizaré para el relato nombres, datos de carreteras y lugares ficticios, y os recuerdo que esto es una mera suposición, con lo que cada cual lo puede interpretar como quiera, aunque en los periódicos se cuentan de vez en cuando, por suerte escasamente, casos parecidos.
El hijo de mi amigo, Carlos y su novia Lola, venían de estar en una fiesta con sus amigos conduciendo ella, pues él había bebido algo y además carecía de carnet de conducir, cuando como era relativamente temprano, entraron en una venta de la carretera para tomar algo y charlar un rato, ya que las cosas entre ellos no iban excesivamente bien.

                                                               
Se encontraron el bar cerrado, con lo que se sentaron en el coche tranquilamente a aclara sus cosas, cuando una luz intensa de un coche que llegaba los deslumbró, pero siguieron hablando normalmente cuando dos G.C. aparecieron por las ventanillas del coche dándoles un susto enorme y los conminaron pistola en mano a bajarse del vehículo.
Una vez fuera les obligaron a que levantaran las manos y abrieran las piernas, haciéndoles un cacheo intenso, sobre todo a ella a la que registraron y toquetearon los dos, y cuando Carlos se zafó del guardia indignado, recibió una patada en sus partes que lo tiró al suelo. Su novia empezó a llorar y a preguntar el por qué de aquella vejación.
Los pusieron contra el vehículo y les dijeron que venían frenando y haciendo eses por la carretera, por lo que le iban a practicar la prueba de alcoholemia. Lola les dijo que era ella quien conducía y que no había bebido. Dijeron que el que conducía era él y que si se negaba a hacérsela se lo llevaban a la comandancia.
Muy nerviosos les comentaron que Carlos no tenía carnet de conducir, con lo que sin que mediara palabra esposaron a este y lo metieron en el coche policial,  llevándose la documentación, los teléfonos de los dos y las llaves del coche, dejando allí plantada a Lola llorando como una loca. Uno de ellos con risas, le dijo por la ventanilla que se había quedado con ganas de “aviarla para que supiera lo que era un hombre”.
Los guardias iban conduciendo entre risas, fumándose un porro y hablando por la radio con una mujer que parecía muy amiga de ambos. Llegaron al cuartelillo y sin quitarle las esposas a Carlos, le quitaron los zapatos y el cinturón y lo introdujeron en una celda de 2 x 3 metros  con barrotes.

                                                                 
Habrían pasado dos o tres horas cuando se presentó otro guardia que le quitó las esposas, y con medias disculpas y buenas palabras lo conminó a firmar la denuncia que se había presentado contra él y que presentarían ante el juez de guardia. Decía así:
“Sobre la 11.30 del día…., el acusado D. Carlos…. Mayor de edad y carente de antecedentes penales, conducía el vehículo… por la carretera C-… en el término municipal de…, haciéndolo bajo los efectos de una intoxicación alcohólica precedente, lo cual mermaba sus capacidades psicofísicas para el manejo del vehículo a motor. El acusado circulaba frenando bruscamente y volviendo a acelerar, oscilando en la vía pública, usando los dos carriles de la vía, circulando en zigzag. Requerido por agentes de G.C. para realizar la prueba de alcoholemia, el acusado se negó a la práctica de la misma a pesar de ser informado de las consecuencias de la negativa. El acusado circulaba sin tener licencia o permiso que le habilitase para ello por no haberlo obtenido nunca”.
Dijo que no iba a firmar dicha denuncia por considerar totalmente falsos los hechos, pidió hacer una llamada para avisar a su padre y a un abogado, lo que con una risotada le negaron, volviendo a cerrarle la celda y diciéndole que hasta que no firmara no lo soltaban y que su novia estaba “muy buena”. ¿Qué hacer?
Mientras tanto Lola había salido corriendo de la venta hacia la carretera donde paró a una camioneta, y luego de decirle al conductor que había sufrido un accidente la dejó en un pueblo cercano, desde donde llamó a sus padres para que no se asustaran por su tardanza e inmediatamente llamó a su futuro suegro a quien contó todo lo ocurrido.
Mi amigo fue a buscarla hallándola con un ataque de nervios. Una vez tranquila, fueron hacia el Cuartel más cercano para interesarse por Carlos, pero les dijeron que no sabían nada. Que esperaran porque iban a investigar.
Al poco les dijeron que esa persona había quedado libre hacía casi una hora, pero la realidad era que el teléfono de su hijo estaba desconectado, con lo que decidieron ir al juzgado de guardia para poner una denuncia por los hechos y por la desaparición de su hijo.

                                                                
Estaban esperando en el Juzgado de Guardia, cuando mi amigo recibió una llamada de su hijo, con el ruego de que lo recogiera donde estaba.
Encontraron a Carlos en un deplorable estado físico y su novia se le abrazó en un mar de lágrimas. Carlos les contó todo lo que le había pasado, con lo que los tres se dirigieron al Juzgado de Guardia, donde denunciaron los hechos.
Contó cómo lo acojonaron, por lo que tuvo que firmar todo lo que quisieron, que le habían devuelto las llaves del coche, los dos móviles sin baterías,  las carteras sin dinero y encima lo amenazaron si decía algo.
El juicio era de los rápidos dos días después, con lo que fueron todos con un abogado. Lo condenaron por cuatro delitos, dos de ellos con cárcel, sin tener en cuenta nada de lo que atestiguaron Carlos y Lola.
Al final quedó todo en 3.450 € y retirada de Carnet de conducir o imposibilidad para sacárselo durante cerca de año y medio.
La denuncia interpuesta por Carlos y Lola en el juzgado de Guardia fue desestimada.
Casi un año después de estos hechos, me llamó mi amigo y me contó que los dos G.C. que detuvieron a su hijo, habían sido detenidos por múltiples denuncias, de las cuales dos fueron comprobadas, apartados del servicio y acusados de un montón de delitos entre ellos, violación, tenencia de drogas, robos con intimidación, ingresados en la cárcel y echados del cuerpo con deshonor.
Es una pena que sucedan cosas como esta, pero siempre en un cajón de naranjas suele haber alguna podrida y no por eso tiramos las demás.