viernes, 21 de mayo de 2010

EL ASCENSOR

Ahora que estaba consiguiendo dormirme, el ascensor otra vez ¡Joder! Es increíble lo que se mueve la gente de Sevilla en Julio a las cuatro de la tarde y si hablamos de este bloque, es que es la leche y con la que está cayendo. No se nota casi ni el aire acondicionado.

No sé que voy a hacer después de quejarme tantas veces al Presidente de la Comunidad; o me meto por las bravas y denuncio esto en el juzgado o me cambio de vivienda.

Pero es que esta casa es la “Casa de los Conflictos”. Cada vez que acudo a una reunión de Comunidad, me digo que será la última. Y es que cada vez que voy hay broncas, amenazas, manoteo y muchas cosas más.

El del 4ºA Gonzalo, liado a voces con el del 9ºC Roldán, a causa del perro de este que se hace sus necesidades en cualquier lado. Pero esto viene de antiguo pues Roldán le achaca al otro que le ha rallado el coche dos veces en el garaje, lo cual niega rotundamente y encima le dice que lo que tiene que hacer es lavarlo para que se le vea el color “de fábrica”.

Esto es de lo más suave. El año pasado en Navidad, hubo que avisar a la policía, pues Susana y Carlos hermanos y habitantes del 3ºD, organizaron una “botellona” en la azotea con música y todo. Pero es que la gente se enfada por nada. ¡Cuidado protestar por una fiestecilla de cuarenta chavales borrachos o medio borrachos y con la música a tope! Total, otros vecinos enemigos del resto. ¡Ah! Y encima ofendidos.

Repasaré los diferentes temas tratados en la última reunión y que no tenían nada que ver con “El Orden del Día”. Fueron los siguientes:

-Niños jugando a esconderse en los ascensores, mientras sus padres estaban en el bar de al lado.

-En la azotea, Julia del 1ºB, había ocupado una cuerda del tendedero, que no era la suya, con una alfombra.

-Pintar en la pared de la entrada “Marisa es puta”.

-Que la gente no saluda, ni ayuda a las señoras mayores que vienen con paquetes o a madres cargadas y con carritos.


                                                                              
Pero lo mejor que os puedo contar de lo acaecido en nuestra casa fue, cuando el ascensor quedó parado entre los pisos 7 y 8 con gente dentro. Avisado el servicio técnico por los propios ocupantes y abierto este, se encontraron a dos adultos desnudos y en situación muy cariñosa, por lo que los gritos que se escucharon en la escalera a las dos de la mañana no eran de miedo claustrofóbico como comprenderéis. Al día siguiente apareció un gran cartel en el portal que decía:

“Cuando las ganas de joder aprietan, ni el ascensor parado se respeta”.

No os podéis imaginar la que se lió. Había quien quería meter en la cárcel a la pareja y otros pedirles autógrafos. Hubo un vecino que para evitar estos desmanes, pidió que las puertas de los ascensores fueran transparentes.

Estos ascensores eran bastante viejos y tenían una rendija entre la puerta y el habitáculo, por lo que a Dña. Rosario le chupó el abrigo de visón el ascensor en movimiento y a punto estuvo deque se le fuera la mano detrás. Ni que decir tiene que cuando vinieron los técnicos y sacaron el dichoso abrigo, este no servía ni para trapo.

Ya que estaban en el foso del ascensor, se limpió de todo lo depositado allí: Un paraguas, una butaca de playa, dos peluches, varias bragas y sujetadores, la funda de una guitarra, una raqueta, muchos preservativos, los restos de un gato y un montón de cosas absurdas.

Por último os diré que donde todos coincidíamos era en los entierros de algún vecino, pero nunca se formaban tertulias de bien avenidos porque no los había. Creo que algunos se congratulaban del ovito envés de sentirlo. Iban de risas.

Al final me fui a vivir al campo en donde solo me peleo con las gallinas, aunque aquí no hay morbo.

Moraleja: Si no puedes vivir con los humanos, huye al bosque únete a los animales y jodete.

Zizur Mayor (Pamplona), a 20 de Mayo del 2010

miércoles, 12 de mayo de 2010

La recomendación

Temblad, temblad de envidia, malditos parados con lo que os voy a contar. Pero antes permitidme deciros que las oposiciones a cualquier estamento de la Administración del Estado es la solución de vuestra vida, da igual la estatal que la autonómica, al Ministerio de Hacienda o a la Junta de Andalucía. Es el futuro si queréis ser seres felices en compañía de vuestras mujeres e hijos, y generosos con los tiempos y los espacios. Os engañan en el sueldo, no en el trabajo.

Os quiero hablar de Braulio, un amigo que tenía mi padre, que era de su pueblo y que vino buscando un enchufe.

Estaba mi progenitor en su despacho, cuando le anunciaron que tenía una visita en la puerta:

- D. Ramón es un señor que lo conoce del pueblo, viene con un paquete enorme que huele de maravilla, dice que se llama Braulio y viene con su hijo para hablar con usted.

-Espera veinte minutos y me los pasas.

El conserje, que estaba bien aleccionado, se los pasó a mi padre a la hora y media.

-Hombre Braulio, pasa. Perdona el haberte hecho esperar, pero es que tengo trabajo para ahogarme y no he podido atenderte antes. Me imagino que tu familia está bien y ¿Este? No será Santito.

-Pues sí, don Ramón. Es que ha crecido más de la cuenta. La leche en polvo de los americanos ha hecho milagros.

(A todo esto Braulio y “el Santito” permanecían en pié y mi padre sentado)

-Bueno dime qué te pasa.

-Antes de nada, le quiero dejar estas chacinas de la matanza que la Rosario me ha dicho que le entregue, pues sabe lo que le gustan a usted y a la señora de usted, Dña. Caridad.

-Gracias Braulio. Pero vamos al tajo y dime qué quieres.

-Don Ramón: Ya soy viejo para la labranza, mi mujer enferma y los niños chicos que necesitan mucho. Y el campo no da para tantas bocas. Me gustaría colocar al Santito en la ciudad. Tiene 17 años, en la escuela le han enseñado a leer, a escribir y de cuentas. Por favor, búsqueme algo para el niño y que nos eche una mano para poder ir tirando.

-Hostias Braulio, yo no soy ni Franco ni Dios, y ya sabes que las cosas están muy malas. Todos los días vienen diez del pueblo para que los coloque. ¿Quién coño os habéis creído que soy? Bueno venga, vete y ya te avisaré con el “bollerito” si hay algo.

-Por favor, Don Ramón, que nuestra vida depende de usted.

-Id con Dios y si hay algo ya te aviso.

Hubo unas oposiciones “de estado” para celadores de hospitales y mi padre recomendó al Santito, no sin antes decirle lo que tenía que hacer:

-Tienes que contestarlo todo bien o mal. Tú lo contestas todo. Al final y antes de la firma pones que eres sobrino del camarada Ramón Olivares Guzmán y con grandes letras mayúsculas “Viva Franco y Arriba España”.

El Santito, que aunque de apariencia cazurro y mal encarado, de tonto no tenía un pelo y con su flamante “lápiz de tinta”, que le había regalado D. Luis su maestro, respondió a todo. En una cuenta con decimales que tenía dudas, el mismo vigilante del aula se la corrigió. Por supuesto que al final del examen puso el nombre de su benefactor y los “vivas” de rigor que tanto puntuaban.

Así fue cuando al mes y medio, ya estaba trabajando en el “Hospital García Morato”, de la mariana y bendita ciudad de Sevilla. Lo destinaron al “Mortuorio”, que al principio le daba un poco de repelo, pero a la semana se había acostumbrado, ya que era una zona muy tranquila y sus “pacientes” no se quejaban.

Tanto se acostumbró al entorno de su trabajo, que era normal en este mes de Julio tan caluroso, se metiera en el frigorífico de los “cayetanos” para dormir la siesta.

Y ahí fue donde tuvo el primer percance por el que fue amonestado, pero sin que el agua llegara al río, ya que el cachondeo duró mucho tiempo en el hospital y en toda Sevilla.

Estaba tendido en una camilla en el “frigo”, tapadito con dos sábanas y soñando con su Dolores, cuando entraron en la estancia refrigerada dos camilleros con un fiambre y al chocar con la camilla del Santito, esté se despertó gritando sobresaltado, de tal forma que los enfermeros salieron de la cámara chillando y demudados en la color. En el silencio del hospital a las cuatro de la tarde solo se escuchaban los gritos desgarrados de estos desdichados diciendo: “un resucitado, socorro, un muerto ha resucitado, venid”.

A los dos camilleros hubo que darles tila y un buen copazo de coñac para tranquilizarlos y al Santito después de la regañina lo cambiaron a quirófanos de la segunda planta, de donde otro día os contaré alguna historia del figura ya famoso, conocido de todos dentro y fuera del hospital como leyenda viva, por el “mote” de “El Resucitado del Morato”.



Villanueva del Ariscal a 12 de mayo del 2010





domingo, 9 de mayo de 2010

Conmigo mismo

Me parece mentira haber llegado a esto. “Esto” es que este año solo fui dos días a la Feria de Abril de Sevilla, cuando hace solo ¿Diez? ¿Quince? ¿Trein… años? No había quien me sacara de la Caseta. Una semana antes con el montaje de la susodicha, y ya en la feria propiamente, desde el medio día hasta bien entrada la noche: Amigos, “sevillanas”, manzanilla, baile, cante del bueno, manzanilla, “te acuerdas de…”, exaltación de la amistad, manzanilla, etc., etc., etc.

Para colmo ni brindar con mi cuñada Gary he podido como todos los años. Ya sé yo, que desde que está inmersa en el mundo de la farándula no se acuerda de sus irrenunciables compromisos familiares. Todo sea para bien de la memoria de los Hermanos Álvarez Quintero y del costumbrismo andaluz.

Este año esperé a que viniera mi familia de Pamplona. Pero en honor a la verdad quiero decir, que quien estuvo más cerca del ambiente de esta feria a mi lado fue mi nieta Olivia, ya que la tuve en mis brazos casi todo el tiempo; quería empaparla de “lo nuestro”.

Montó a caballo, bailó, se arrastró en el santo albero de mi caseta, y no bebió manzanilla porque los pediatras no la recomiendan a tan temprana edad; ni siquiera hay un “potito” que la contenga, ni en cantidades no perjudiciales para la salud con el solo propósito de inhibirse y mostrar el entrañable salero que tenemos en esta tierra de todos.



No sé si se dio cuenta de quien tenía a su alrededor: Titos y titas, primos y primas, amiguitos y una serie de indeseables hablando de literatura y poesía. Mi amigo Rafa de Cózar, mi maestro José Manuel Delgado Adorna y dos amigos desheredados de la fortuna literaria que no lo habían invitado a comer hacía bastante tiempo, pues ni se quemaban con el pescaíto recién salido del ardiente “oliva”.

Hablamos de premios, del dinero que aunque vil metal, les es imprescindible a los escritores para tener una libertad e independencia a la hora de escribir. ¿Cuál es el valor de tantas horas pasadas en la etérea neblina de la noche o en el calor soporífero del medio día, a la espera de rellenar la susodicha A4 que esperan sus lectores? ¿Cómo puedes centrarte en la España del XVII cuando vienes de hablar con la madre de Juan Romero, porque el niño hace “novillos” reiterativos y se pasa al maestro por el forro de los cataplines?

Como siempre, todo se supedita a si admiras al santo, al sabio, al poderoso o al rico. Ni que decir tiene que para cualquiera de los mortales lo ideal es un coctel de todos, pero como decía el Agente 007, agitado y no mezclado.

Lo cierto es que ante la atenta mirada de mi nieta hablamos de Cádiz y de nuestro común amigo Arturo Pérez Reverte y su última novela, a la cual creo le sobran cien páginas. De Sevilla y del Tribunal de la Santa Inquisición puesto tan de actualidad por recientes publicaciones de Nerea Riesco, Eva Díaz Pérez y muchos otros y otras.

Y como siempre de nuestros mejores ídolos: Borges, Marguerite Yourcenar, Kavafis, Cortázar y demás dioses a los que adoramos en nuestra pobre inteligencia provinciana. Y como no del último libro de poesía de José Manuel, “Desde el Sur”: Magnífico y auténtico como es él.

Tantos amigos que nos vemos de “higos a brevas”, pero que retomamos nuestro encuentro allí donde se nos quedó la palabra. Bendita sea la Feria de Abril de Sevilla para los que ya no cantamos ni bailamos, pero que podemos encontrarnos con los nuestros y hablar del próximo Diluvio Universal, rogando a nuestros Lares que por favor llueva manzanilla.