Llevaban
toda la vida juntos y tenían prácticamente la misma edad, ya que
sus respectivos padres eran amigos y casi hermanos de siempre y los
niños nacieron con pocas semanas de diferencia. Ella Patricia, él
Tomás.
Iban
al mismo colegio y crecieron juntos para todo, pues se consideraban
pareja desde muy pequeños y era raro ver al uno sin el otro, y ni
que decir tiene, que ambos tenían los mismos amigos, e incluso en
las vacaciones de sus respectivos padres solían llevarlos juntos.
Pero
he aquí, que al padre de Patricia lo trasladan a Barcelona y se
separan a punto ya de entrar en la Universidad, con el consiguiente
disgusto de la pareja, que casi por primera vez en la vida se
distancian por mucho tiempo, ya que aunque hablan y chatean por
internet casi todos los días, no es lo mismo.
Tomás
ya está en tercero de Derecho y Patricia en segundo de Ingeniería,
y aunque la amistad no se haya perdido, los asuntos particulares y la
distancia hacen que cada vez la relación sea más fría, hasta que
un día Patricia le dice a su amigo que se viene durante tres meses a
Sevilla para un curso, y ni que decir tiene que se alojará en su
casa.
El
reencuentro fue como si de verdad nunca hubiesen estado separados,
pues retomaron su vida como una auténtica pareja de enamorados que
no se separaban ni para dormir, puesto que eran ya adultos y debían
de saber lo que hacían.
Tomás
siempre usaba preservativo cuando hacían el amor que era casi cada
noche, por eso le extrañó tanto el anuncio de que ella estaba
embarazada.
Ante
las dudas de él que le había pedido que se hicieran una prueba de
ADN, la relación se enfrió y ella volvió a la ciudad Condal antes
de acabar el curso.
A
pesar de la presión de sus respectivos padres la relación de ambos
casi dejó de existir, él sólo la llamó cuando ella había tenido
el niño, pero Patri no había querido coger el móvil.
Y
pasaron más de tres años cuando Tomás cada día se acordaba de
ella, y tenía más y más dudas. ¿Y si el niño fuera suyo?
En
las vacaciones de Semana Santa decidió ir de incógnito a conocer al
niño de Patri, preguntándose quién sería el padre, ya que ella a
nadie le dijo nunca nada sobre el asunto.
Estuvo
todo el día vigilando la casa donde sabía que vivían hasta que la
vio salir con el niño, siguiéndolos hasta un parque cercano, donde
se escondió detrás de un kiosco para observar a la pareja sin ser
visto.
El
niño jugaba con la pelota mientras su madre leía en un banco y al
salir el crío detrás del esférico fue Tomás quien lo paró y se
lo dio, cogiendo a continuación al niño de la mano e ir hacia donde
estaba la madre.
Se
besaron como si nada hubiese ocurrido, y a borbotones fueron hablando
de sus cosas quitándose las palabras de la boca, pues ¡tenían que
contarse tantas cosas!
Fueron
a merendar los tres a una cafetería cercana como si de una familia
normal se tratara, y fue en la cena por la noche ya el niño dormido
y con los abuelos, cuando Tomás le pidió a Patricia que se casaran
cuanto antes.
Ahora
tienen cuatro hijos, y aunque han pasado los años da envidia ver
como se quieren.