La alegría es un estado
emocional momentáneo e instantáneo. La alegría es considerada una emoción, o
sea, una reacción física instintiva, y a pesar de ser temporal, la alegría es
necesaria como una forma de enfrentarse a la vida, como un camino para alcanzar
la felicidad.
La alegría se manifiesta en
el cuerpo (está relejado), en los gestos de la cara (los ojos risueños y la
risa de la boca), en la salud y en el estado anímico, y es considerada uno de
los elementos más importantes a los que todo ser humano debería acceder para
una buena calidad de vida.
Hay que distinguirla de la
felicidad, que es un estado emocional que causa un efecto permanente y estable
que se entrega a las causas de dicha felicidad, como el de una persona que es
feliz por la familia que tiene, por disfrutar de sus hijos y nietos, o por
alcanzar una posición deseada largamente y haber luchado por ella.
Una persona alegre es
aquella que tiene tendencia a reírse y a estar de buen humor permanente. Según
la psicología, la personalidad alegre o la capacidad de sentir alegría es una
actitud importante para superar situaciones difíciles en la vida.
No debemos confundirla con
la euforia de unos amigos que se han tomado unas copas y que cuentan graciosos
chistes u ocurrencias, aunque alguno sea alegre aún sin probar el alcohol, ni
con el manirroto que gasta mucho dinero: “tira el dinero alegremente”, decimos,
o el que un día se va a un buen restaurante a darse un banquete de las cosas
que le gustan pero que normalmente no se puede permitir: “me di una alegría”.
La palabra o el sentimiento
enfrentado es la tristeza que hace incompatible la alegría, aunque sin embargo
lo contrario es posible, y es pasar de un momento alegre a rompértelo una noticia o hecho triste que te
hiela la sonrisa de la cara.
Hay personas de una alegría
y ganas de vivir tan grandes, que la contagian a los demás, que son capaces de
minimizar las tristezas o sacar del bache a alguna persona particularmente
aprensiva, e incluso a algunas que tengan motivos para su estado preocupado o
decaído.
Es en estos tiempos oscuros
y convulsos donde cada día ponemos a prueba nuestras convicciones, creencias y
preferencias más personales, cuando debemos recurrir a plantearnos las cosas de
otra forma, y reírnos de todo aquello que no es importante para nuestro
bienestar y la felicidad de los nuestros.
La alegría no nos asegura la
felicidad eterna ni mucho menos, pero si puede influir fácilmente en el hecho
de que disfrutemos más y mejor cada instante de la vida.
La alegría es parte de la
vida y por eso su importancia es vital para hacer de la existencia algo a
disfrutar en lugar de sufrir.