Me encanta
ver los videos donde los chavales se dan sus bromas, pero ahora igual que
antes, si de la broma no se enteran todos y se hace historia en forma de
comentarios, no es considerada como tal. Ahora los chavales tienen sus móviles
con cámara digital, con lo cual las imágenes en tiempo real, llegan en unos minutos al último rincón de la
tierra, por lo que las canalladas de mis tiempos eran diferentes.
Hay una,
que recuerda la familia perfectamente.
Estábamos
pasando el mes de Julio como cada año en la casa solariega de mi hermano
Eduardo y Margarita, junto con todos sus
hijos más la novia de alguno y nosotros tres, cuando no se le ocurre otra cosa
a mi sobrina Mª Estrella, que ante una enorme discusión con Eduardito que la
estaba cabreando sobre manera, volcarle por la cabeza los huevos para
tortilla que estaba cocinando mi mujer. La niña salió corriendo a esconderse,
ante el cachondeo generalizado de las mujeres, por lo cual empezamos los
varones, que nos posicionamos con el niño, a tirarles todo lo que había en la
nevera.
Todo volaba:
Tomates, yogures, frutas, etc., con lo que se parapetaron las féminas en el
cuarto de baño. Mi hermano se encerró en su dormitorio para inhibirse del
conflicto que se avecinaba.
Las
atacamos psicológicamente cortándole la luz, dos se quedaron pertrechados de
todo a la espera de que salieran, y los demás nos fuimos a nuestro escondite
secreto, donde teníamos gran cantidad de petardos, cohetes, y alguna que otra
bombita fétida.
Empezamos, todavía
a oscuras, metiéndoles por el respiradero del wáter y por debajo de la puertra los cohetes y alguna
bombita, con lo que de cierta forma la obligamos a plantearse la escapatoria de
semejante ratonera. Nosotros estábamos preparados para esta contingencia, con
lo que cuando mi mujer, muy despacio abrió dos dedos la puerta, le entraron por
el escote dos tomates y en la cara medio cubito de agua.
A la vez
habían traspasado la puerta varios petardos y un cohete, que aún hoy se puede ver
donde explotó. Dentro de la guerra psicológica de manual, amenazamos a la Fernández
con explotarles los petardos dentro del mejor jarrón chino que tenía, herencia
de doña Filomena, abuela materna de la cabecilla de la rebelión.
A todo esto
mi hermano se había levantado dando gritos, pues nos mostró como un pico de su colcha
ardía, pero no la apagaba para enseñarla como prueba, con lo cual el servicio de bomberos, esta vez con manga y casco,
intervino apagando el desaguisado, encendió la luz y pidió la paz a los
contendientes, que con un cachondeo increíble, asistíamos a la bronca de mi hermano,
el cual muy digno, se volvió a recluir en su dormitorio.
Ya podéis
imaginaros como habíamos dejado toda la casa y el cuidado césped de mi cabreadísimo
hermano.
Entre risas
y contarnos mutuamente lo que no habíamos visto, limpiamos toda la casa, pero
ahora venía lo peor; Teníamos necesariamente que ducharnos, eran las tres de la
mañana, y es que el agua que había en el chalet era de un pozo cercano que
llenaba un depósito y de ahí al calentador.
Nosotros
los hombres valientes del Santo Ángel de la Guarda, nos duchamos con agua fría de
la piscina y nos bañamos ante la bronca del dueño de la casa, que amenazaba con
no se qué cosa de la posible avería de la depuradora.
Pero la
mala suerte quiso, que mi queridísima cuñada se quedara sin agua enjuagándose
el cabello, con lo que sin pensármelo dos veces corrí en su ayuda, cogí la
manguera de la piscina, le di presión y se la metí por los barrotes de la
ventana del cuarto de baño, llamado a partir de entonces “el del lago Tiberiades”.
Que buenos
días pasábamos juntos, siempre de risas, de bromas “inocentes”, y con mi
hermano en continuo enfado de trapense.
Ah, se me
olvidaba contar que a la mañana siguiente de aquel día mi hermano me echó de su
casa, con lo que hubo que delimitar la parte de mí cuñada Margarita e irnos “desconsolados”
a su mitad.
Yo afeité la 1ª vez a Elias
Bueno,
tampoco quiero que penséis que mi hermano era un ogro, pues siempre se
arreglaban las cosas en el bar “Pitraco” frente a unas copas de manzanilla de
Sanlucar y unos platos de Jamón Ibérico, un buen queso y unas gambas de
escándalo. Eso sí. Casi siempre tenía que pagar yo para penitencia de mis
pecados y arrepentimiento del mal ejemplo que daba a los niños.
Después de
tantos años aún lo contamos entre risas y ante gente asombrada por nuestra capacidad de
diversión.