Era
un magnífico corredor en los encierros hasta que mi hija consiguió
quitarlo de tan peligroso evento.
Es
mi yerno, Santiago Íñigo Huarte, y quiero contar una historia que
ni él mismo sabe que yo la sé.
Ya
su padre era corredor habitual en los encierros, y lógicamente
heredó la vena por el peligro, de tal forma que nadie se enteró que
corría desde los dieciséis años, hasta que su foto en primera
plana apareció en el Diario de Navarra.
Aparte
de esto, decir que era una persona preparada para el deporte, pues
jugó profesionalmente en varios equipos de la segunda división de
fútbol profesional.
Bueno,
pues contar que cuando su madre se enteró de que corría en los
encierros de San Fermín, cerraba con llaves y candados la entrada de
la casa, de tal forma que se le pusiera imposible salir, aunque para
él esto no constituyó problema, pues se pasaba desde su balcón en
un noveno piso, hacia el de su vecino y amigo Nacho, y ambos partían
hacia las seis de la mañana para participar en el encierro.
Desde
luego, volvía por el mismo camino para ducharse e irse con su
cuadrilla a participar de lo que en Pamplona se denomina almuerzo,
que no es otra cosa que desayunarse sobre las diez y media de la
mañana, un plato a base de huevos fritos con chistorras, pimientos,
patatas y jamón o unas magras con tomate o un ajo-arriero, y
naturalmente regado con un magnífico vino de la tierra.
En
uno de esos encierros, que no recuerdo bien si fue sobre el año 89 o
90 del pasado siglo, y haciendo la carrera sobre la mitad de la calle
Estafeta, vio como su amigo Nacho que iba unos pasos por delante de
él, estaba a punto de ser empitonado por un toro negro zaino de la
ganadería de Torrestrella, camino de la entrada a la plaza de toros.
Santi,
sin saber cómo, lo arroyó para quitarlo del pitón del astado,
cayendo ambos a los pies de la manada que los pisoteó a placer, lo
que los dejó con alguna costilla rota y en reposo durante varios
días.
Ya
cuando la familia asumió que Santi iba a seguir corriendo los
encierros, se ponía una camiseta azul para que su madre lo
distinguiera entre los corredores y así estar un poco atentos ante
cualquier incidencia.
Pero
hay una cosa que me tiene muy intranquilo, y es que de mis dos nietos
Olivia y Santi, este último y a pesar de su corta edad, ya apunta
maneras, pues no teme el peligro y necesita cuatro o cinco personas
para controlarlo. Yo le digo mi “talibán”, y el otro día
hablando con mi hija le comentaba que este seguiría la tradición
familiar de correr los encierros, a lo que mi hija me respondió. “Lo
encierro yo, pero en Sevilla”.
A
pesar de todo, yo opino que “bendita la rama que al tronco sale”,
pero es que me da mucho miedo los encierros, y aunque sé que me van
a criticar mis amigos de Pamplona, voy a comprarle al chico una bici
de carreras para que corra la “Vuelta a España” y que se olvide
de los toros.
Siempre en el anonimato,(nada de divinos), pero muchos de nosotros pendientes del jersey azul en la mitad de estafeta. Besos Roberto y blanca
ResponderEliminarGracias! Precioso!! Lo que se siente al correr es increíble y compensa pese al riesgo que se corre.Si el peque decide hacerlo(apunta maneras)yo no se lo voy a impedir.Es una tradición muy nuestra que no debemos perder.Besos.Santi
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarNo se si te llegará este mensaje, pero lo intento por si acaso.. No se si recuerdas a la canijilla que te daba un beso de buena suerte antes de los partidos en el Numancia? :)
EliminarVarias veces he pensado qué sería de tu vida, y buscando hoy en la burbuja de internet me he encontrado con esta entrada sobre tu pasión de correo los encierros de San Fermín.
Me alegro muchísimo de saber de tí, Santi. Mucho mucho.
Y enhorabuena al autor del blog. Muy bellos textos, se nota el cariño con el que los escribe. Un saludo.
No "siento"los San Fermines, quizád por la distancia, pero sé que lo sentiría como lo hacen pamplonicas porque tiene algo que te remueve por dentro....pero que no le toque a Pili, compradle esa bicicleta al niño, ¡pero ya!!
ResponderEliminarMuchas gracias a todos, y que conste que yo no corro los encierros por carencia de aptitudes físicas. Las tradiciones son importantes y que Viva a San Fermín.
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