Había
llegado con tiempo al Tanatorio de la SE-30 en Sevilla para dar el
postrero adiós a un familiar, y como siempre al bajar del coche, se
me acercó un “gorrilla” de los que siempre te buscan un
aparcamiento a cambio de una propina, y más allí al lado del
asentamiento del “Vacie”, donde malviven un montón de criaturas
sin medios, sólo ayudados por Cáritas y varias ONG que tienen hasta
escolarizados a los niños.
En
este caso era un gitano viejo muy desaliñado, con barba y mugre de
un tiempo indefinido, con los ojos rojos de lo que fuera, pero que
venía cantando unas “alegrías de Cádiz”, y sin dejar de cantar
me preguntó:
-“A
que no sabe usted quien cantaba esto”.
A
lo que yo respondí con lo primero que se me vino a la mente:
“Camarón”, le dije, ya que no soy versado en flamenco aunque me
guste y me coja un pellizco cuando el que lo canta lo dice bien.
-“Pues
sí señor, me
respondió el gitano,
y si tiene usted un momento le cuento una cosa”,
y como iba con tiempo me paré a escucharlo.
-“Es
que yo acompañaba al “Camarón” hasta que murió, sabe usted. Me
dicen “El chaleco”, y con toda la fama que tenía no dejó ni un
duro. Sin embargo ahora la viuda, nada en millones.
-¿Y
eso?, le dije.
-“Cuando
él vivía, siempre íbamos muchos gitanitos acompañándolo, y a
ninguno nos faltaba de nada, y eso
que
la “farlopa” buena es cara. Comíamos, bebíamos y nos metíamos
de todo a su cuenta”.
-Claro,
así se quedó sin un duro.
-“Pero
es que los que más abusaban de él eran los parientes de ella. Ahora
sin embargo la viuda cobra por todos lados; así se le ha puesto el
culo de gordo”.
Me
siguió cantando un rato por lo bajini con más ganas que acierto,
pero como ya empezó a tomarse confianzas y a pedirme más dinero, me
despedí del gitano sin más.
Venía
pensando en esta realidad cuando llegué a casa. La de gente famosa
en todos los ámbitos que se mueren, o mejor dicho, se mata por sus
muchos y perniciosos vicios, y curiosamente son otros los
beneficiarios económicos de sus famosas, cortas y locas carreras que
no fueron capaces de asimilar.
C´est
la vie.