En manos del tiempo los humanos
somos su juguete favorito ya que nos hace oscilar a su antojo, siendo el
presente un punto de apoyo entre las cenizas del pasado y la ignorancia de lo
que nos deparará el futuro.
“Todo pasa y nada queda,
pero lo nuestro es pasar…”, que decía D. Antonio Machado en esos versos que tan
acertadamente canta Serrat.
Sentimos cómo se nos escurre
la vida entre los dedos, sin que podamos retener los buenos momentos, ni que
pasen rápidos los malos, y es así como poco a poco e inexorablemente se nos va
escapando el resuello, las ganas, los proyectos; en fin se nos escapa la vida y
nadie puede remediarlo.
En estos últimos días del año,
me entristece lo efímero que es todo: las nubes de
caminar cansino pero seguras
de su derrota, de cómo la noche se abalanza impetuosa sobre la claridad dando
paso a estrellas y luna, de la inseguridad miedosa de la vigilia por si no volveré
a ver a las oscuras golondrinas regresar.
Se nos escapa el tiempo como
se derrite un helado dejado al sol en una tarde cualquiera de julio, y nos
vamos quedando sin parientes, sin amigos, sin seres queridos, y al final
también nosotros nos iremos para no volver, ya que eso de la resurrección de la
carne el último día del mundo, me cuesta
creerlo.
Porque pasaremos, porque
todo pasará, es por lo que debemos dejar un rastro, una pequeña historia de
nuestra vida para que alguien nos recuerde, alguien que se ría de las
ocurrencias que tuvimos, de lo que pensábamos de esto o aquello, de las bonitas
palabras que empleábamos con nuestros semejantes no exentas de caustica ironía.
Me quedo en blanco algunas veces
cuando sentado en el sofá con mis dos nietos abrazados, pienso en este momento
que no se repetirá, en esa caricia que no se si ellos recordarán, pero que yo
las repito como si fueran la última, como un entrañable instante detenido que
no quiero que pase.
Por la vida vamos dando
pasos, unos dejan huella y otros no, y en las diferentes ramificaciones de
nuestra ruta, tomamos caminos y decidimos en las bifurcaciones acertando
algunas veces, equivocándonos en otras, y en contadas ocasiones volvemos atrás
a retomar la senda buena, pero ese es y ha sido nuestro paso, que acaso dejará
hoyado el camino, pero sin saber si quizás desaparecerá al poco de haberlo transitado.
Os deseo que os fijéis en lo
auténtico y que viváis en plenitud la despedida de lo viejo y la esperanza del
año nuevo.