Estaba confuso por la
cantidad de pensamientos dispares que fluían a su mente y que se entremezclaban
con la realidad o con el sucedáneo de realidad que él intuía como propia,
algunas como consecuencias del pasado, y aunque siempre somos las consecuencias
de nuestros actos, tratamos sin darnos cuenta de justificar, modificar e
incluso dulcificar los más dolosos, los que menos nos gusta recordar, los que vemos como zonas fallidas y de las que
queramos o no somos responsables.
“Si hubiese hecho esto en
vez de aquello…”, “si hubiese sido capaz de mejorar las tendencias personales
que sabía que estaban mal…”, “si hubiese puesto más ganas y vehemencia en mis razonamientos…”, “si me
hubiese puesto en mis sitio sin humillar a nadie…” ¿Sería el presente diferente,
estaríamos mejor, más contentos, tendríamos mejor trabajo, seríamos más felices?
“Conócete
a ti mismo”
Esta frase que estaba
escrita en el pronaos del templo de Apolo en Delfos (Grecia), según el periegético
Pausanías y atribuida a varios sabios griegos, creo que siempre debería estar
presente cuando pretendemos conocer, incluso juzgar atrevidamente a los demás.
Cuando nos miramos al espejo
y nos contemplamos ¿Nos reconocemos, o nos engañamos viéndonos como querríamos
ser, o como nos gustaría que nos viesen?
Qué difícil es hacernos una
introspección y ver la verdad, no nuestra verdad que casi siempre suele ser
mentira, sino la realidad a secas, sin mejoras ni justificaciones amables, sino la dureza de
nuestra realidad con todas sus consecuencias. Y asumirlo.
Levantamos tantas ampollas
cuando volcamos en palabras nuestros pareceres y opiniones en público, ante
cualquiera, sin pararnos a pensar en nuestra osadía, en cómo destrozamos reputaciones
y en las consecuencias que esos dardos venenosos tienen para el sujeto de quien se habla.
Tratamos por todos los
medios de que las virtudes, los logros, las acciones de los otros no sean
absolutamente positivas. Estamos en el país del “pero”:
“Hay que ver cómo Fulano
cuida de su familia, es un ejemplo, “pero” con sus amigos…” “Aquel es un fuera
de serie trabajando, “pero” es un pelota con el jefe”. “Tu cuñado siempre está
dispuesto a hacer favores y ayudar, “pero” bebe demasiado”. “Qué guapa y que
buen tipo tiene la novia de tu amigo, “pero” cuando habla…”
Siempre un pero para restar
importancia a los demás, “pero” si esto lo hicieran con nosotros y supiéramos
quien lo dijo ¿Cómo reaccionaríamos?
La mejor opinión es la que
se calla (si es que no vamos a ser positivos), la que omitimos para no perjudicar a nadie. Cuánto
daño hacemos.
“No quieras para los demás
lo que no quieras para ti”.