Son las últimas horas del año y me voy a desahogar con tan cabrón año 2010. Enfermedades varias de mi familia, la muerte de mi madre, murió mi amigo-hermano Fernando, la hermana del Vita y acaban de operar de un cáncer de ovarios a mi cuñada Ana y para colmo nos han quitado la Caseta de la Feria de Abril. Puta mierda de año. Me cago en su puta madre y en todos sus muertos vivos y por morir.
Y es que a pesar de todo, la crisis económica no significa nada al lado de las desgracias personales, familiares o globales. Si tienes menos dinero te las arreglas como puedes, pero si el problema es una enfermedad ¿Qué pasa?
¿Que coño me importa a mí que la India, China, Brasil o Corea sean potencias emergentes, nucleares, y que su PIB esté aumentando al tropecientos por ciento, si en esos mismos países se muere la gente de hambre? ¿De qué coño estamos hablando? ¿De qué un pueblo se levanta o de que cuatro jerarcas se convierten en multimillonarios?
Estamos ante la última etapa de la debacle, de la desilusión colectiva, de que nos importe todo un carajo. Te pones la manta sobre la cabeza y que se acabe el mundo. Todo a la mierda. Bueno y ¿luego qué?
Si estoy muerto no me entero, si estoy vivo y no me despierto es que estoy dormido u inconsciente, y si no me quiero enterar ¿Pues qué pasa? Que os den.
Mierda de gente que se cree alguien por comprar cigalas o angulas para “fin de año” y luego les da asco darle una limosna al pobre porque tiene la mano sucia.
En los últimos cuarenta años no he tomado uvas, ni cava, ni nada que se le parezca en la cena de fin de año. No tengo nada contra los vinicultores, es que no me sale de… hacer lo que me dice nadie. Es mi forma de rebeldía.
Me cago en todos los “ZPs” y en todos los Rajois y compañía, cabrones políticos que solo miran a lo suyo. Yo os maldigo, guarros.
Con todo esto habréis comprendido que me jode tremendamente el “fin de año”. Pues sí.
No nos sirve de nada besar a la familia, ni a los amigos cuando dan las doce campanadas. Prefiero tener una buena relación con todos el resto del año, acudir al amigo que me pide ayuda o al sin techo que aunque no me cuente su problema, se que lo está pasando mal. A lo mejor mañana me tienen que socorrer a mí.
Y si no soy capaz de hacer nada de esto, me meto en mi casa y me imagino que estoy en los mundos de Yupi.
No sé qué me pasa, pero estoy acabando el año con ira, asco y con aborrecimiento, pero es que no lo puedo impedir.
Me da igual que entre el próximo año, es inevitable.
Por favor, no como este. Ayudémosle.