-Ya va siendo hora que te
eches y descanses, todo no lo puedes hacer el mismo día.
-Hijo, es que estoy agobiada
de todo lo que queda para poner en orden la casa después que llegamos.
-Pues deja ya el resto para
mañana y ven conmigo a ver la tele.
-Ya está. Se acabó por hoy.
………………….
-¿Qué piensas?
-Nada. ¿Y tú?
-Nada.
-Pero algo estarás pensando
¿No?
-¿Sabes que hoy hace treinta
años que nos casamos?
-Pues perdona, pero no me
acordaba.
-¿Cómo crees que nos ha ido
en este tiempo?
-Bueno, pues creo que como
todos los matrimonios, con luces y sombras.
-¿Eres feliz conmigo?
-Si…
-¿Por qué dices ese si tan
extraño?
-Hombre, porque creo que ya
no tenemos esa fogosidad del principio, esas ganas del uno por el otro en todo
momento y en cualquier lugar. Nos tenemos ese amor tranquilo que llega con los
años, pero me sigue gustando mucho tenerte siempre a mi lado, y más ahora que
los hijos se fueron y sólo nos tenemos los dos.
-Entonces dime ¿Me quieres o
me necesitas?
-Pues creo que lo uno y lo
otro son inseparables. Lo que si tengo claro es que te quiero.
-¿Me has sido alguna vez
infiel?
-¿Y tú?
-Yo he preguntado primero.
-Voy a serte sincero, pero
quiero que tú también lo seas. ¿De acuerdo?
-Cuando hablas así es que
alguna vez me pusiste los cuernos ¿A que sí?
-Hace muchos años estuve
liado un tiempo con la secretaria de un buen amigo, pero lo dejé a tiempo, porque
tú me importabas más y no quería perderme ni perderte.
(Unos minutos interminables
de silencio)
-Bueno, yo ya me he
confesado, pero ¿Y tú?
-En ese mismo tiempo, donde
tú decías que me encontrabas fría y que nunca quería sexo, estuve liada con ese
mismo amigo tuyo. Yo sabía lo tuyo y buscando consuelo caí en los brazos de
este confesor espontaneo.
-¿Y aún estás enganchada a
tu Tenorio?
-Claro que no. Aquello acabó
antes casi de empezar. No era capaz de estar en la cama con nadie que no fueras
tú.
-¿Entonces qué pasó?
-Ya te estoy diciendo que
casi nada. ¿No me crees?
-A la altura en que estamos
y conociéndote, claro que me lo creo.
(Ahora el silencio fue más
largo, pues estuvieron pendientes del televisor aunque sus pensamientos estaban
en otros parámetros, digamos que entre la cabeza y el corazón)
Él, la tomó de la mano y con
sólo mirarla, se levantaron ambos del sofá y se fueron a la cama, donde
revivieron el sexo más fogoso de los años primeros de pareja.
Todo estaba dicho entre los
dos, y era claro que tuvieron la dicha de retomar su relación como una cosa apasionadamente
nueva.
El rescoldo hay que animarlo
cuando no hay llamas, y en el amor es lo mismo.
En Villanueva del Ariscal, a
30 de abril del 2014