Su
amor se había cimentado tras unas semanas de salir, seis meses de
noviazgo más serio, y un año de vivir juntos.
Así
Raquel y Anselmo habían decidido, más por presión familiar que por
convencimiento propio, poner fecha a una boda católica con todos los
requilorios y festejos añadidos, que las respectivas madres había
organizado de común acuerdo, no sin tener que tragar la pareja por
muchas cosas que les venían un poco “gordas”.
Decir
que la novia era una mujer guapísima, incluso había hecho sus
pinitos de modelo antes de acabar la carrera de medicina y colocarse
en un buen hospital privado.
Él,
creó su propia empresa de consulting
empresarial que a pesar de la crisis galopante, marchaba medianamente
bien.
Bueno,
pues una vez puesto en antecedentes, vayamos al meollo de esta
historia, y comenzar por decir que Raquel tenía muchas amigas, pero
entre ellas destacaba por su sensualidad y belleza Sonia.
Esta
no era ajena a las lascivas miradas que cosechaba de la peña
varonil, incluidos los dardos visuales de su amigo Anselmo, y es que
parecía que le gustaba llamar la atención, pues ella se preocupaba
de ir siempre con ciertas vestimentas y atuendos que rayaban entre la
elegancia y el descoque, de tal forma que su también compañera y
amiga Raquel, se lo había criticado en muchas ocasiones.
Faltaba
apenas dos semanas para el evento, cuando un día recibió el novio
una llamada de Sonia, citándolo en su casa para preparar una
sorpresa que quería darle a su amiga el día del bodorrio, por lo
que quedaron en verse al día siguiente después de comer.
Como
se puede suponer, Anselmo iba entre curioso e intranquilo, pues no se
imaginaba de qué se trataba, y así llegó a la urbanización y a la
casa donde vivía su amiga, que lo recibió en un atuendo más propio
de playa o piscina que para la ocasión.
“Por
Dios, que buenísima está”, pensó nada más verla.
Se
sentaron los dos en el sofá del salón, ya que estaban solos en el
chalet, y ya delante de dos Gin-Tonic de su ginebra favorita, aguardó
expectante a ver que quería su amiguita.
“Querido,
lo que quiero decirte quedará aquí como un secreto entre ambos, que
aunque me maten nunca revelaré”.
¿De
qué se trata?, preguntó intranquilo.
“Déjame
hablar hasta el final, por favor”.
“No
creas que soy ajena a las miradas de deseo que me diriges cada vez
que nos encontramos, por lo que ya que te vas a casar, quisiera
hacerte el regalo especial de acostarnos tú y yo por una única vez,
y que los dos olvidemos de inmediato qué ha pasado entre nosotros,
de forma que no haya ninguna consecuencia en nuestras vidas.”
Anselmo
se quedó paralizado y sin saber que decir mientras ella se quitaba
el top que le cubría sus dos perfectísimos senos.
Se
levantó y salió corriendo hacia la puerta, y cuando ya casi llegaba
al coche, oyó la voz de su novia que lo llamaba: “Anselmo,
Anselmo, para...”
Se
quedó clavado en el sitio mientras veía como su novia venía a la
carrera hacia él, y aún jadeando le dijo:
“Perdoname
Anselmo, pero ahora se que verdaderamente estás enamorado de mi y
hoy me lo has demostrado. Cariño, esta desconfianza con la prueba a
que te he sometido de acuerdo con mi amiga Sonia, me ha hecho ver que
mis enfermizos celos estaban totalmente injustificados.”
Se
quedo mudo evaluando todo lo que le acababa de pasar, mientras su
novia lo abrazaba y lo besaba, y viendo en la puerta por donde salió
a la carrera, cómo su amiga Sonia se reía saludándolo con la mano.
Lo
que nunca nadie supo, es que él no huía de la aventura, sino que
iba por los preservativos que los guardaba en el coche.
En
Villanueva del Ariscal, a 4 de Mayo del 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario