Paso por épocas en que me lo
pienso antes de montarme en un avión, y otras que voy tan relajado, que me
quedo dormido durante el vuelo, pero esta vez era de las primeras, y además era
un vuelo muy tarde; a las nueve de la noche.
Siempre llego a los
aeropuertos sobrado de hora para que me dé lugar a tomar un café, pasar por los
servicios, comprar un periódico y fumarme un cigarrillo, y ahí estaba yo a
punto de pasar el control de seguridad con tiempo más que de sobra para el
embarque.
Después de pasar el primer
control enseñando la tarjeta de embarque, fui poniendo en una bandeja el móvil,
la cartera, el reloj, el cinturón y la Tablet, disponiéndome a pasar bajo el
arco de detección de metales, pero antes avisé al seguridad de que llevo
implantada una prótesis de cadera y que aquello sonaría, como así fue.
Me apartaron a un lado y me
pasaron nuevamente un detector más pequeño por todo mi contorno, y seguía
sonando. Me registré los bolsillos en donde tenía una moneda, me saqué la
cadena con mi medalla, y la alianza de casado, me hizo quitarme los zapatos, pero
aquello seguía igual, y a todo esto la maleta estaba retenida porque llevaba líquidos
menores de 100 ml. pero que no iban en una bolsa trasparente, por lo que me
dieron una bolsa para meterlo todo y pasarlo
por el control nuevamente.
El seguridad, me cacheó por
todo el cuerpo manualmente, por lo que de broma le dije que solo le había
quedado besarme, pero aquel individuo muy serio no me contestó, pero me pasó
también un artilugio para ver si llevaba drogas, diciéndome que esperara la
venida de un compañero.
No sabía de qué iba aquello,
y mi mujer que ya había pasado el control, esperándome para embarcar, ya
justitos de hora.
Por fin llegó otro empleado
que parecía el jefe, quien después de cruzar susurros con el que me había
registrado, me pidió educadamente que lo acompañara, metiéndome en una
habitación y pidiéndome que me desnudara. Bueno aquello ya me pareció
demasiado, por lo que le volví a decir a aquel señor lo de la prótesis de
cadera, pero nada, que tuve que despelotarme.
Fui poniendo toda la ropa
encima de una mesa, incluido el corsé que llevo para la escoliosis de columna,
quedándome sólo con los calzoncillos, pasándome nuevamente el detector que
sonaba a la altura de la cadera. Le dije a aquel seguridad que estaba a punto
de perder el avión, pero me dio la nada por respuesta.
Se llevaron toda la ropa y
me dejaron solo en aquella habitación sin comentarme nada, para aparecer a la
media hora otro señor trajeado con todos mis ropajes, pidiéndome disculpas y
pidiéndome que me vistiera, pero la realidad es que me habían roto el corsé y
descocido los bajos de los pantalones, y a los zapatos le habían despegado las
suelas. No sé qué buscaban.
Una vez vestido, aquel
último señor me llevó a un despacho para pedirme disculpas por todo lo pasado, que
había sido un error, y que me llevarían a un hotel cercano al aeropuerto a
pasar la noche con mi mujer hasta que embarcara a la mañana siguiente, y que me
indemnizarían por los perjuicios sufridos, a lo que yo le dije que me habían
destrozado psicológicamente, y que firmaría una hoja de reclamaciones.
Por fin a primera hora de la
mañana un coche nos recogió del hotel para llevarnos a coger el vuelo, y ante
la ironía con que yo le pregunté al chofer si llegaríamos a tiempo de pasar el
control de seguridad, me contestó secamente que no me preocupara, como así fue,
ya que nos llevaron directamente a la sala vips donde desayunamos y leímos la
prensa hasta subir al avión donde nos sentaron en preferente.
Todo lo demás ya bien, y al
poco tiempo recibí un cheque por un importe muy superior al desaguisado
material, una carta donde amablemente y de forma almibarada me pedían
disculpas, y dos billetes abiertos de avión para cuando quisiéramos volver a
volar.
Y ahora pregunto. ¿Qué hubiese
pasado si en ese segundo intento, donde no pasé por ningún control, hubiese
metido en el equipaje de mano una pistola y dos quilos de cocaína?