(Dedicado
a mi amigo Manuel Limón, “El Coco”)
Era
una de las Tabernas o Bodegas más antigua del pueblo, pues ya habían
pasado por allí cuatro generaciones familiares, y llegó el momento
de reformarla, pues con la crisis había que espabilarse cada día
para que el negocio saliera adelante.
La
primera fase consistió en montar de nuevo el lagar, para así pisar
la uva y disponer de cosecha propia de mosto, pues esto atraía a una
gran cantidad de foráneos entre los meses de Octubre a Febrero, por
lo que se habilitó parte de una especie de nave que había en el
corralón de la bodega. También hubo que comprar la prensa, la
despalilladora y un sinfín de cosas para hacer posible la nueva
orientación del negocio, que por cierto fue todo un éxito, pues los
mostos de los tres años habían salido magníficos.
El
lagar solo ocupaba una pequeña parte del espacio, por lo que se
pensó con buen criterio, en aprovechar el resto poniendo sillas y
mesas, y así posibilitar reuniones y comidas en la bodega.
Para
llevar a cabo lo anterior, hubo que vaciar de chismes el espacio,
incluso limpiar y derribar un altillo o soberado del que hubo que
sacar montañas de cacharros inservibles, pero la gran sorpresa con
que se encontraron fue un cadáver totalmente apergaminado y cerúleo,
sentado en una mecedora antiquísima.
El
revuelo en el pueblo fue monumental, pues tuvo que intervenir la
policía y por supuesto el juzgado, y es que nadie sabía ni quien
era esa mujer, ni que hacía allí o los años que habían pasado
desde su muerte, ya que todos los mayores de la familia habían
fallecido y eran los únicos que podían esclarecer en algo aquel
suceso.
La
investigación se centró en preguntar a los más viejos del pueblo,
empezando por los parientes más lejanos de la familia, hasta que un
anciano del Centro Geriátrico local, que a la edad de noventa y ocho
años aún coordinaba, contó la historia de aquella mujer cadáver,
ya que Francisco el lejano bisabuelo, era su íntimo amigo y se lo
contó cuando sin remedio en el lecho de muerte y aún relativamente
joven, sufrió aquel accidente fatal e incomprensible.
Según
su relato, esa mujer vino huyendo desde Extremadura durante la Guerra
Civil, no se sabe ni de quien ni por qué, lo cierto fue que el
bisabuelo del actual dueño la escondió en el soberado del corralón,
pues era una prima lejana de la familia de la madre.
Contaba
Bartolo, que así se llama este anciano que conoció el caso de
primera mano, que esta mujer jamás salió de allí ni dio el más
mínimo problema, pues salía de noche a comer lo que casi siempre le
dejaban o encontraba y a hacer sus necesidades, así que jamás nadie
la vio ni nadie sabía de su existencia, con lo difícil que es
mantener un secreto en un pueblo y más en un caso de esta índole.
Al
final todo se arregló, ya que el propietario del negocio se hizo
cargo del entierro de la “tita” que por fin descansa junto a sus
lejanos parientes, las obras de la bodega pudieron continuar y a la
espera estamos de la ya pronta vendimia.
Lo
que ha sido inevitable es que al correr la noticia, la taberna es
conocida en todas partes como la “Bodega de la Tita”.
Yo también quiero agradecer al "Coco" que nos fiase en aquella escapada entrañable, sin dinero, sin documentación, sin vergüenza....
ResponderEliminarAquellas tostadas con jamón, una delicia... Que no se preocupe el coco que siempre pago mis deudas....