domingo, 29 de diciembre de 2019

Todo tan rápido...


Las semanas, los días, las horas, minutos y segundos, van completando este año que acaba sin darnos cuenta; todo ha sido un soplo, un mínimo estornudo dentro de esta eternidad que es continua y en la que la historia de la tierra será nada.
                                                                  


Cada uno de nosotros con nuestra pequeña historia que solo a nosotros nos importa; y nos decimos: “lo único que lamento en realidad, es que la única posesión que llevo conmigo es un saco de pérdidas. Soy el único propietario del recuerdo de las cosas que tuve, y parece que está bien, pues parece que las aprecio más ahora que no las tengo”.
                                                                    


La gente se ha visto con tanta frecuencia herida, atrapada y torturada por ideas y enredos, que no comprende, que ha llegado a creer, que todo lo que desborda su comprensión es depravado y malo, cosas que hay que extirpar y destruir, si no tú, cualquiera; no hacen más que protegerse del daño espantoso que pueden causar las cosas pequeñas cuando crecen.
                                                                     


Y así entre incomprensiones, rechazos y creencias, vamos estirando este elástico al que llamamos vida, sabiendo que un día ya no podremos estirarlo más y se romperá, y entonces, ya nada importará, y acabaremos cerrando el ciclo de la vida con la muerte.
                                                                       


Por eso es tan importante que mientras juguemos esta partida de la vida (aunque sea con naipes trucados), perdamos el miedo a decir la verdad, a no hacer nada a nadie que no queramos que nos hagan a nosotros, que ayudemos al que sufre, al que no ha tenido suerte y desespera, que nos pongamos en el lugar del otro, del diferente, del que no piensa igual, o no entendemos, que seamos amables y pausados, que procuremos escuchar, escuchar, escuchar…
                                                                       
 

Sólo debemos esperar morir en paz con nosotros mismos cuando esto llegue, pero mientras, disfrutemos de las pequeñas y grandes cosas que estén a nuestro alcance.
El mejor regalo es un beso.
Os deseo lo mejor en los próximos tiempos.

                                                                   


2 comentarios:

  1. Buenas noches José Manuel. Ayer, en nuestra reunión del Club de Lectura, tuve conocimiento de tu blog, quedé muy impresionada por el tiempo y el esfuerzo que le has dedicado a lo largo de muchos años. He buscado el blog y me dispongo a leerlo poco a poco con todo mi interés.

    El tema que abordas en este texto "Todo tan rápido..." está muy en consonancia con la temática de la novela que comentamos ayer. Me siento contenta por poder leer las "cosas que te gusta contar".

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