viernes, 4 de agosto de 2017

Nenúfares

Era la historia de cada verano, aunque en este se veía agravado porque estaban en casa ajena, y siempre intranquilos, con cuidado de que nada se estropeara o se deteriorase, aunque con niños de seis y siete años, ya se sabe.
                                                                 


Las largas vacaciones de  críos intranquilos e imaginativos, les hacen no parar de inventar para no aburrirse (cabañas, casas en los árboles, rebuscar en cajones y armarios, secretas excursiones, y algunas tropelías como cuando enterraron al perro del vecino hasta el cuello, etc...),  por lo que lo que su madre, ya bien entrada la mañana y acabadas las tareas que cada uno tenía asignadas, los puso a ver en la televisión un reportaje sobre cultivos de plantas y jardines, y en concreto aquel episodio trataba de los nenúfares, y aunque protestaron porque querían ver dibujos animados, al final pareció interesarles aquello.
                                                                 


Los papás Carmen y Juan, junto a sus  dos pequeños, Ana y Dani, estaban pasando, como hemos dicho,  el mes de agosto en una casa que le prestaron unos amigos que habían volado al extranjero de vacaciones, y a la vez que cuidaban del chalet, pasaban un verano diferente, ya que por allí, a parte de una gran piscina y mucho campo junto al pueblo, había un precioso y cuidado jardín con un montón de plantas y flores, y hasta un pequeño invernadero.
Después del almuerzo de aquel domingo celebrado con una parrillada junto a la piscina, los chicos se quedaron viendo la tele, y los cansados progenitores decidieron que se merecían una siestecita.
                                                                   


Ya empezaba a declinar el calor estival cuando se levantaron, y observaron a los niños jugando en el jardín junto a la piscina, sin peligro porque ambos ya nadaban bastante bien, por lo que sentados en el salón con aire acondicionado, degustaron el café de la tarde y repantigados en ambos sillones, se dedicaron a leer un rato entre bostezos.
Ya llevaban un rato largo leyendo, cuando escucharon a sus hijos llamándolos, por lo que se dijeron: “¡Qué habrán hecho esta vez!”.
Antes de acercarse a la piscina, los niños dijeron que les iban a dar una sorpresa, por lo que les vendaron los ojos hasta el lugar convenido, y cuando se quitaron los pañuelos y miraron aquello, les entró de todo.
                                                                  


Para simular a los nenúfares que habían visto en la televisión, arrancaron cantidad de plantas y flores metiéndolas en la piscina: hortensias, margaritas, gladiolos, geranios, gitanillas, y otras que no sé nombrar, algunas incluso con sus tiestos, por lo que siguiendo las leyes de la naturaleza se habían hundido hasta el fondo del agua, tiñendo a esta de un sucio color marrón.
                                                                   


Juan y Carmen se quedaron tan asombrados que  estuvieron un rato sin reaccionar, por lo que después de mirarse con ojos  de “¿qué hacemos?”, ella tomó la iniciativa para reprender a los niños y empezar a desmontar aquel desaguisado, y ya estaba bien entrada la noche cuando más o menos todo estaba bajo control, pero la mayoría de los macizos de flores habían quedado descabezados, y esto, no tenía solución.
A la vuelta de sus amigos cuando entregaron las llaves, les dijeron a estos que una “tormenta de verano” había arrasado el jardín, pero lo del invernadero sin flores no pudieron explicarlo.
                                                                    


Volvieron a su casa en la ciudad los cuatro callados en el coche, porque las caras de sus amigos al despedirse denotaban enfado; y con razón.
Pero lo sucedido ya no tenía remedio, y al fin y al cabo “sólo eran flores”, como decía Ana, que aunque disgustada al igual que su hermano, intentaba quitarle hierro al asunto ante la torva mirada de su padre que se los hubiera merendado.
Pero bueno, otro verano más había pasado; pero es que de este, se iban a acordar siempre: Ellos y sus amigos.

Amén.

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