Esas mañanas de intensa
humedad y una niebla que se corta, que me hace pensar en la más que triste
Irlanda, y que ya rayanas las horas del
mediodía, no abren hacia un espléndido sol, sino que se tuercen hacia los
chubascos intensos que te hacen resguardarte en el calor de la casa, o si
tienes posibles y estás de asueto, te vas a malgastar dinero a cualquier centro
comercial, o aprovechas para tomar un café con ese amigo que te encuentras
casualmente y que hacía tiempo que no os veías.
Yo opté por resguardarme con
un libro frente a la chimenea, donde una vez cebada bien de troncos, risporroteaban
alegremente a la vez que calentaban mis helados pies.
Esto de tener un centro de
calor tan inusual en los días que corren, tiene el valor añadido en que de vez
en cuando, se te queda la mirada pegada a las llamas y la mente se espereza
hacia cosas ya inauditas y complejas o
simples, pero siempre presentes aunque no queramos acordarnos de ellas.
Estaba así entre la
ensoñación y el libro, cuando la candela, que tenía lo que parecía una raíz enorme
que no acababa de arder, le fui arrimando maderas más pequeñas para avivar el
fuego, pero aquella gran raíz se quemaba muy lentamente e iba tomando una forma
de calavera que no me gustaba nada.
Y el caso fue, que aquello
que parecía una raíz, para mi sorpresa era de verdad un cráneo humano, y no
sabía qué hacer. Busqué al vecino de la casa contigua que trabajaba en un
hospital, y al contemplar este amigo aquel cráneo chamuscado y ratificar mi
hallazgo, me instó a llamar a la Guardia Civil, que fue lo que finalmente hice.
Vino la policía, un forense,
y la casa se me llenó de gente extraña, mientras yo contestaba a las preguntas
de la autoridad, dándole el teléfono y el nombre del suministrador de la leña y
un montón de datos que me pidieron, y percibí en sus miradas que dudaban de mí y que acaso pensaban que yo
era un asesino, menos mal que mi mujer volvió de sus compras y esto me
tranquilizó un `poco y a ellos también, y hasta tomaron café.
Aún estoy esperando después
de muchos días alguna información, aunque a mi amigo Manuel que me trae los
troncos, lo marearon bastante.
Me estoy planteando pasar
por rayos X la próxima carga de leña, no sea que me vuelvan a colar por el
mismo precio algún resto humano.
Terrible.
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