Era
una princesa, pero Olivia no lo sabía, ya que había llegado casi
recién nacida a Sevilla procedente de un lejano país, en donde los
militares depusieron al rey y organizaron una dictadura de los
sables.
Su
benefactor, era un buen amigo de su depuesto padre, hombre de
negocios inquieto que viajaba por todo el mundo en busca de
oportunidades, y que salvó a la niña de una muerte cierta.
Vivía
esta pequeña mujercita en una casa palacio en la Plaza de Doña
Elvira, en el barrio de Santa Cruz, donde su “tío” pues así lo
llamaba, la tenía vigilada todo el día, ya que habían recibido
múltiples amenazas, no se sabía bien si de sicarios del antiguo
reino o de enemigos comerciales que odiaban a hombre de tan enorme
fortuna y relaciones.
La
princesita solía asomarse al balcón casi todas las tardes que hacía
sol para contemplar pasar a la gente, y ver como otros niños jugaban
a cosas en la placita donde ella tenía prohibido salir. También se
asomaba a la ventana cuando una Tuna de jóvenes le cantaba desde la
calle, y veía como su tío siempre les daba buenas propinas a los
alegres tunos.
Pero
un día las amenazas se convirtieron en realidad y los malos
compinchados con gente de la casa, secuestraron a la niña un triste
día de otoño, y un coche de caballos cerrado corrió a toda
velocidad por las estrechas calles del barrio,
Dio
la casualidad que uno de los tunos estaba esperando a un amigo y vio
la escena, por lo que sin dudarlo y sin saber muy bien lo que hacía,
cogió una bicicleta que había apoyada en una casa y salió en
persecución del coche que se llevaba a la niña, que después de un
largo trecho entró en un gran portalón en una de las calles de
Triana, con lo que se dio con las cerradas puertas en las narices y
sin saber muy bien qué hacer.
Volvió
a la plazoleta y fue localizando uno a uno a sus amigos y contándoles
lo sucedido, y ver que podían hacer entre todos ya que el tío de la
pequeña estaba de viaje en el extranjero, y ellos no sabían en
quien podían confiar del servicio de la casa.
Discutieron
y discutieron durante muchas horas, hasta que delimitaron un plan
para salvar a la princesita de sus captores.
(Continuará,
para lo cual necesito el concurso de mis lectores para que me ayuden
a terminar este cuento de la mejor forma posible. Mandadme vuestras
sugerencias a mi correo electrónico. josesibarguen@gmail.com.
Gracias anticipadas por vuestra colaboración).
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