martes, 16 de octubre de 2018

Lenguaje y anglicismos


Si te pones a cualquier hora un rato a ver la televisión o  a leer un periódico cualquiera, verás que es raro el anuncio, tertulia o artículo de prensa, que no incorpore palabras en inglés que muchos no entendemos, cuando la mayoría de los vocablos tiene una perfecta expresión en español y pongo algunos ejemplos: blog=bitácora, coach=entrenador, copyright=derechos de autor, freelance=trabajador autónomo, influencer=líder de opinión, marketing=mercadeo o ventas, online=mundo virtual, start-ups=nuevas empresas, test=cuestinorario, looks=estilismo, y muchas, muchas más.
                                                                     


Tengo un amigo americano que lleva veinte años en España y no habla nada en castellano, y cuando le pregunté por qué no lo aprendía, me dijo que todo el mundo o casi le entiende bien, para qué otra lengua.
                                                                    


El castellano tiene un problema y es que crece demasiado lento, por lo que si tuviéramos que esperar a que la Real Academia creara cada vez una palabra para cada termino nuevo que nace, no podríamos comunicarnos.
Una de sus últimas palabras en incorporar ha sido “amigovio”, cuando ya llevamos años llamándolo “fuck friend” o “follamigo”.
                                                                     
 
Parece que el ser moderno hoy en día implicara entre otras muchas cosas el dominar un segundo idioma, el inglés. La modernidad nada entre las dos aguas de la sobreinformación a la que estamos mal acostumbrándonos, porque no todo es de calidad, y el bilingüismo.
                                                                   


Si antes hablar inglés era de pijos, hoy cualquiera en cualquier conversación lanza alguna muletilla en inglés, sobre todo si se habla de moda, informática o de negocios y empresa, aunque muchas veces ni se pare a pensar  el significado en español de lo que dice. Tanto es así que ya nadie recuerda lo que es una americana, que ya en si llevaba implícita su denominación anglosajona, porque esta ya ha pasado a ser una “blazer”, y vemos como como el segundo sinónimo se ha tragado al primero, en menos tiempo de lo que lo hizo “kleenex” a pañuelo.
                                                                 


Y la verdad sea dicha, resulta muy curioso este giro hacia lo inglés en esto de hablar de moda, perfumes o coches, porque precisamente América, ese continente que extiende sus tentáculos culturales por todo el globo a modo de conquista hegemónica, es la que menos pinta en esta industria, donde las grandes firmas (hacedoras y deshacedoras de todo lo que consumimos a diario) son europeas, y ganan por goleada francesas e italianas, y sin embargo pocos conceptos han trascendido de estas tierras salvo el “prêt a porter” o lo “vintage”.
                                                                    


Le pregunté hace algún tiempo a uno de estos “creativos” el porqué de estos vocablos en ropa, coches, perfumes y demás, y me dijo que el público ve calidad añadida y modernidad cuando en los anuncios salen estos términos que no entendemos aunque nos lo figuremos.
Y ya lo último son los mensajes de texto, cuando te dicen un “OK” en vez de vale, un  “bay” en vez de adiós o como lo que nos enseñaron nuestros padres: “Vaya usted con Dios”.

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