viernes, 17 de junio de 2011

Indignados e intolerantes

Cumple un mes el movimiento 15M y creo, según los últimos acontecimientos, que esto se ha acabado al pasar sus componentes o algunos de ellos, a un extremismo violento e incorrecto que a nada conduce, en la creencia de que en la pureza de su acción “todo vale”.

Se me viene a la cabeza la similitud de este movimiento con el florecimiento del anarquismo en la Barcelona de las primeras décadas del siglo XX, y ya sabemos en que derivaron las buenas intenciones iniciales de esos grupos. También en los movimientos hippies de los años 60 del siglo pasado,”Haz el amor y no la guerra”, eso sí, todo aliñado con cantidad de alcohol y drogas de todo tipo.

                                                                                      
Del 15M solo se recordarán las montañas de frases grandilocuentes escritas por doquier, que parecían sacadas de algún libro de Paulo Coello o de Rabindranath Tagore, y el movimiento asambleario que nunca acababa en nada, pues en las votaciones no se quería marginar a la minoría a favor o en contra de lo que fuera, con lo cual todo eran propuestas o recomendaciones.

Es una pena, que tan buenas intenciones de esta juventud crecida en creencias y ganas, haya quedado en tan nítido fracaso, con la buena razón de una gran parte de los acampados.

Y para acabar con tan idílico movimiento, los actos de violencia contra los políticos catalanes en el día de la constitución de su parlamento, o las imágenes de los drogados indigentes que han quedado en la Puerta del Sol de Madrid.

                                                                                                                                                                                
 
Esta cultura, la Occidental, ha llegado al día de hoy a una forma de convivencia, la democrática, que ha resultado ser la menos mala de todas por las que hemos pasado. Creer que el hombre es un ángel hace tiempo que se descartó por falacia, lo que sí habría que hacer es algo por mejorar lo conseguido, que es mucho.

Por ejemplo, apuntar lo que prometen los políticos en épocas de elecciones, pasándoles cuentas en próximos comicios si estos no cumplen. Que se sepan su sueldo y su patrimonio antes de entrar en política y después, y que tengan los mismos derechos y obligaciones que cualquier ciudadano.

Evitar las corruptelas a la que nos tienen acostumbrados ha de ser una meta conseguible, para lo cual habría que educar a la ciudadanía en que a un político corrupto se le ha de negar el agua y la sal, y sobre todo no volverlo a votar jamás de los jamases, con lo cual no tendríamos que asistir encima, a las ocurrencias de estos ladrones de corbata y secretaria que entienden, que si la gente lo votan, todas sus fechorías están perdonadas, pues el voto es redentor y muy superior en poder, al lado del dictamen condenatorio de los jueces.

En este sentido se deberían dirigir los indignados ciudadanos, y dejar las biensonantes frases lapidarias para los entierros de los “ilustres”.

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