miércoles, 9 de enero de 2019

Asombro


He dicho alguna vez que ya no me sorprende nada, pero tengo que rectificar, porque me he dado cuenta que si hay una cosa que me causa desasosiego y alarma: la credulidad, el borreguismo, el papanatismo, y por qué no decirlo aunque con ello pueda ofender a alguien, la imbecilidad del género humano.
                                                                  


Basta con que se publicite una película de animales prehistóricos con reiterada machaconería, para que además de batir records de taquilla, nos invadan dichos monstruos y bichos horrendos en forma de figuritas de plástico, en posavasos, en camisetas, pijamas, videojuegos y hasta en galletas y pañales para bebés.
                                                                     


Y al igual que el ejemplo anterior, lo mismo sucede con las sagas de películas de extraterrestres, héroes galácticos, princesas de hielo, dibujos animados, etc…etc…etc…
¿Y sabéis por qué? Porque compramos el producto muchas veces sin fijarnos en nada más que en el dibujo (la calidad o el precio son secundarios), inducidos por esas intensas campañas de márquetin que aloban y entontecen a la gente dejándolas sin criterio.
                                                                    


Basta que nos aparezca en facebook, twitter, instagram o cualquier otra de las redes sociales que nos inundan navegando por internet, uno o una adolescente del último concurso televisivo o el efímero artista revelación, cuando de la noche a la mañana ya tiene a miles de seguidores que se preocupan por las minucias más tórridas de sus disparatadas vidas, y se las pasan a otros amigos chateadores a base de presionar los pulgares hasta la extenuación, sin importarles donde o  quienes le acompañan, ya estén comiendo, en clase o conduciendo, y lo que es peor; cuando los ves con otros amigos en grupo  y los móviles echando humo sin dirigirse ni una mirada o una sonrisa, y mucho menos en conversación.
                                                                     


Ya el colmo de la imbecilidad la he visto este medio día en las noticias: un grupo de quince o veinte personas despidiéndose con lloros y tristeza de una manada de cerdos que subidos en un camión iban hacia el matadero. De pena.
La paradoja es que esa misma gente, mira hacia otro lado y criminaliza a todos esos pobres inmigrantes que mueren en el mundo entero por llegar a un sitio de demócratas, sin guerras, con trabajo, donde sus hijos puedan comer y ser gente normal.
                                                                         
 
Veo el final del género humano dirigido por máquinas pensando por ellas mismas, donde una persona totalmente abducida y obediente, cumple sólo las órdenes de un ser superior llamado Inteligencia Artificial.
Por este camino el homo sapiens se habrá extinguido.

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