miércoles, 25 de agosto de 2010

Mi pueblo y el vino

Mi pueblo, aunque de adopción yo lo siento como mío, es Villanueva del Ariscal, de una gran tradición vinícola, y que está renaciendo en las nuevas generaciones que vuelven la mirada a avanzados proyectos relacionados con el negocio del vino.

Como primer impulsor la Escuela Taller, que dirigida por Antonio Borrego y auspiciada por el Excelentísimo Ayuntamiento, está preparando a los jóvenes en todos los trabajos relacionados con dicha actividad.

Me dejo asesorar por mi amigo José Borrego Vázquez, “El Chochero”, gran enólogo ya jubilado tras cuarenta años como capataz en las bodegas Góngora.

Aunque con el término municipal tan pequeño que tenemos no puede haber muchas fincas dedicadas a la vid, voy a nombrar las que conozco, sé que había otras, ahora reconvertidas al olivar.

Uno de los últimos en incorporarse ha sido Antonio Castaño, que con su finca “El Arroyuelo”, lleva como tres años dándonos magníficos mostos embotellados por él mismo. Fincas como “El Carril”, La Zahúrda (Camino de Sevilla), Francisco García, propiedades de Antonio Muñiz, gran precursor de este movimiento, que además en su “Mesón La Perdiz”, vende todo el mosto que produce, acompañados de pescaíto frito de las costas de Huelva.

La familia Gallego Góngora, la mayor bodega del pueblo, con sus viñedos de Cañamorá, (al lado del cementerio) y Camino Quebrantacarretas, que produce una gran variedad de caldos. Dirigida esta por Pepe y su hermano Damián, uno de los mejores conocedores de la materia, reconocido por todos.

Mi querido más que amigo Manuel Limón Parra, “El Coco”, que ha tenido la valentía de arrancar los ciruelos de la finca familiar, “Buenavista” y reconvertirla en viñedos. Y no solo eso, sino que se preocupa por saber más sobre la materia cada día. También lo vende directamente en su bodeguita “El Coco” de la calle Concepción.


                                                                                                                                                                                                                                                   

Sé que hay pequeñas bodegas que compran mosto y lo envasan para su comercialización, como Vinícola del Aljarafe o “El Loreto” de la familia Limón, con fincas fuera del pueblo.

Otros que también llevan años envasando magníficos mostos son Antonio Rivera y Diego Sierra, este último con una magnífica mini-bodega en su casa, con vinos y madres de gran calidad.

Decir, que las uvas que produce esta magnífica tierra son: Garría, Zalema, Garría fina y Moscatel, para los vinos, y para comer las variedades Beba y Lairene.

Y por último deciros que vengáis a esta bendita tierra de nuestra Inmaculada “La Pureza”, y os nombro algunos sitios para degustar mosto o comprarlo embotellado o en garrafas.

Bodega “La Perdiz”, Asador Cuatro Caminos, Restaurante “El Cuervo”, y al lado del ayuntamiento Bar “La Alondra” de mi amigo Ángel Boa ayudado en la cocina por su primo Cele, además de comer y beber mantienes una buena charla sobre lo divino y lo humano.

El conocidísimo “Mellizo”, Taberna “El Coco” con magníficas chacinas de la Sierra de Huelva y los extraordinarios caracoles de su esposa Loli, Bar Las Palmeras, Manuel de la Curra y un largo etcétera, ya que no me acuerdo de todos.

Venid a nuestro pueblo y veréis que será para siempre vuestra casa.

¡Y de Villanueva es!



José M. Sánchez de Ibargüen R.,

en Villanueva del Ariscal a 25 de Agosto del 2010

martes, 17 de agosto de 2010

El encuentro

Casi atropello a una señora para subir primero al autobús. Si. Ahí estaba ella.

Hacía una semana desde que me fijé por primera vez en su presencia. Rubia, ojos azules, ni alta ni baja, correctamente vestida sin llamar la atención. Preciosa y atractiva para mi gusto. Siempre con el portátil colgado al hombro y un libro forrado en papel de periódico en la mano. Yo la miraba constantemente pero intentando que no se diera cuenta, o bien a través de su reflejo en los cristales de las ventanillas o directamente. Me había cazado muchas veces mirándola. En esos casos yo apartaba la vista y disimulaba. Se bajaba cuando llegábamos a la Universidad y se mezclaba con la gente inmediatamente, de tal forma que yo la perdía de vista casi al momento.

Me gustaría hablar con ella y conocerla, ya que era la única persona que me había hecho olvidar a mi antigua novia Sara, que me había dejado hacía un mes, porque decía que era un indolente, que no tenía ambiciones y que me aguantaba con el sueldo de mierda que me daban en la constructora. Yo creo que me dejó porque estaba enamorada de su primo Esteban.

A mí me daba igual lo que pensase nadie. Yo vivía feliz con mis padres y a mis treinta y cinco años cada vez me gustaba complicarme la vida menos. Tenía dinero para lo que se me antojase y una buena pandilla de amigos, algo mermada por las bodas de algunos indeseables.

Me propuse inexcusablemente abordarla la próxima vez que la viera en el autobús. Deseaba hacerla mía.

La ocasión se presentó un día que al subir me di cuenta que estaba libre un asiento al lado de ella.

- ¡Hola!, le dije al sentarme.

No me contestó ni me miró siquiera, pero yo insistí.

- Perdona que te interrumpa tus pensamientos, pero hace tiempo que coincidimos en el autobús y de verdad me gustaría conocerte.

- ¿Y qué es lo que te atrae de mí? Porque tú a mí, nada de nada. Me dijo mirándome de lado.

- Bueno… Me gustas mucho. Quisiera saber cómo te llamas, qué estudias, cosas como esas.

- Me llamo Beatriz, y estudio Farmacia.

- Yo soy Pablo y ya hace tiempo que acabé arquitectura. Trabajo en una empresa haciendo proyectos. Es mi primer empleo y llevo un año.

- Pues qué bien.

Aquí nos quedamos los dos callados sin saber que decir.

- Ya llega mi parada. Hasta otro día, dijo sin mirarme siquiera.

Y se bajó dejándome con la palabra en la boca y yo como un tonto sin reaccionar.

Al siguiente día madrugué para irme a la primera parada del autobús y ver donde se subía y coger dos sitios.

Cuando subió se me quedó mirando con un rictus de sonrisa y vino a sentarse a mi lado.

- Eres pesadito ¿No?

- Ya te dije que me gustabas mucho. Me gustaría quedar contigo y charlar. Por cierto ¿Qué lees? No me lo digas. Seguro que Borges o Camus, o quizás a Pérez Reverte

- Pues no leo hace tiempo y esto que parece un libro es una agenda de citas para mi trabajo, porque yo estudio y trabajo ¿Sabes?

- Ya que tienes a mano el libro de citas ¿Por qué no me das una?

- Pero ¿Tú sabes a qué me dedico?

- Me da igual. Dime donde y cuando voy y haremos negocios.

¡Y vaya si lo hicimos!

- ¿Te viene bien mañana a las seis de la tarde?

- Estoy deseando que llegue.

- Pues aquí te apunto la dirección.

Y salió corriendo a punto de cerrarse las puertas en su parada.

Desde ese momento ya no presté atención a nada, casi ni comí, todo el tiempo pensando en esos ojos azules y en esas redondeces que me obsesionaban.

A las cuatro y media ya estaba duchado y vestido con mi mejor traje. Bueno con mi único traje y hasta una corbata nueva me había comprado y mucha colonia.

Compré unos bombones para mi amada, pues soy alérgico a las flores, y me encaminé a mi cita.

La dirección que me dio resultó ser un sitio que se llamaban “Termas de Quintiliano”. En la entrada me atendió una señorita hermosísima, que con una dentífrica sonrisa me pasó a un jardín interior para esperar a Beatriz.

Al momento apareció vestida con una bata blanca escotadilla y con una gran sonrisa me largó dos besos que no esperaba.

- Sígueme me dijo, te voy a enseñar esto.

Tengo que reconocer que estaba totalmente cortado y me sentía el sudor cayendo por mi espalda.

- Aquí tenemos todo lo relacionado con la relajación. Lo máximo en spa. Hidromasajes, sauna finlandesa, jacuzzi, termas, baños de barro, de chocolate, masajes, de todo.

En el momento que dijo chocolate yo le alargué con mi mejor sonrisa la caja de bombones que había comprado.

- Yo te recomendaría una sauna con baños en las piscinas y un masaje con aceites.

- ¿Y cuanto vale esto? Pregunté tímidamente.

- Pues lo que te digo cien euros.

- Y ¿Quién me da los masajes?

- Pues hay más señoritas, pero si quieres te lo doy yo.

- Por supuesto.

Me llevó a un saloncito para invitarme a lo que quisiera. Me dijo que cobraban por adelantado. Al entregarle mi tarjeta de crédito, me miró con una preciosa mirada pícara y me dijo:

- Si quieres un masaje integral serían 180 €.

- Por supuesto, dije yo a más de mil.

Nunca podréis imaginar lo bien que lo pasé con Bea, esa vez y muchas más cuando tenía dinero.

Fue la mejor época de mi vida.



En Zizur Mayor a 17 de Agosto del 2010



domingo, 8 de agosto de 2010

Olivia Coliflor (Dos)

Ya había cumplido tres meses y aunque hacía tiempo de su aventura con los Yerbitos, aún se acordaba de su primer y único encuentro.

Una noche que la habían dejado en la cuna y no tenía ganas de dormir, estaba pensando en ellos, cuando en una esquina vio a unos cuantos Yerbitos haciéndole gestos de saludo y se acercó.

¡Hola Olivia! Que grande estás ya, me dijo el alcalde.

¿Qué hacéis por aquí? Le pregunté yo.

Pues es que tenemos un problema y venimos para ver si tu nos puedes ayudar.

¿De qué se trata?

Pues verás. Tú sabes que nosotros vivimos entre la hierba y ahí hacemos nuestras casas y organizamos nuestra vida y ahora tenemos un peligro encima que nos haría desaparecer si a ti no se te ocurre algo para evitarlo.

¿De qué peligro me hablas?

Es que al parque donde vivimos, han traído unas máquinas para cortar el césped, según ha podido saber el Yerbito espía y además quieren echar unos líquidos para que no vuelvan a salir malas hierbas. ¡Es el fin!

Pues no sé en qué podría ayudar yo, pues ni hablo, ni ando, ni tengo autoridad para evitar esa catástrofe.

Ya sabemos de tus limitaciones, pero se nos ha ocurrido que si le hacemos un escrito a tu abuelo con la solución que se te ocurra, tenemos una posibilidad de salvarnos.

Bueno, vale. Pero dejarme pensar en la solución y mañana venís a mi cuna a la misma hora.

Y así fue como volví a ver a los Yerbitos, pero esta vez con un problema del que tenía que buscar la solución.

Se llevó todo el día dándole vueltas a la cabeza y casi sin ganas de jugar ni de comer, y hasta en la guardería le pusieron el termómetro porque, ella que siempre era muy risueña, parecía estar enferma.

Ya por la tarde en casa, viendo unos dibujos animados de “Dora la Exploradora”, se le vino una idea que quizás podía funcionar y solucionar el acuciante problema de sus amigos.

Esa noche me tomé el biberón entero y me fui a la cama a esperar a mis amigos, que por cierto, no sabía por dónde entraban.

¿Qué tal Olivia?

Estaban en la almohada y yo sin verlos.

¿Se te ocurre algo para salvarnos del desastre?

Pues veréis. Estaba yo viendo la tele, cuando se me ha ocurrido algo.

Como sabéis, la mayoría de los humanos estamos muy preocupados por el deterioro de la naturaleza.

Si lograrais plantar la zona donde estáis de todo tipo de plantas medicinales, quizás no nos tocarían esa parte del parque. Sería cuestión de que el Yerbito yerbero hiciera una lista y fuera a buscar muchas plantas de esas.

Si. Es una buena idea, pero ya sabes que nuestros carros van tirados por tortugas y ya sabes lo lentas que son. Mientras van y vuelven con las plantas ya habrá desaparecido el poblado, ya que no podremos parar las máquinas cortacésped.

Para eso se me ocurre otra idea. Escucha…

Y así fue como salieron carros y Yerbitos en todas direcciones a buscar plantas. Cada jefe de carro llevaba una lista de qué debía buscar y traer. Sabían que tenían que volver pronto, pues la existencia del poblado dependía de ellos.

Mientras tanto los empleados municipales habían intentado cortar el césped de la zona sur del parque, que era lo último que les quedaba por hacer. Pero se encontraron con las máquinas cortacésped averiadas y prácticamente desmontada todas sus piezas, faltando incluso algunas de ellas, con lo cual hubo de pararse la actividad totalmente.

A los dos días empezaron a llegar los primeros carros de la expedición repletos de muchísimas plantas: Achicoria, poleo, valeriana, tomillo, romero, regaliz, melisa, berro, reishi, serenoa y un largo etcétera de plantas empleadas en emplastos, pomadas, infusiones, maceraciones y jarabes, que a los Yerbitos les habían dado magníficos resultados.

En una noche toda la zona quedó plantada, hicieron un escrito para que el abuelo de Olivia supiera de qué iba la cosa y con quien debería hablar y se lo dejaron a Olivia en la cuna a la atención del abuelo.

Esa mañana, cuando el abuelo fue a la cuna de Olivia, vio el escrito y marchó al parque, corroborando que todo era cierto, así que se dirigió directamente a hablar con el Delegado de Parques y Jardines.

Este mostró gran asombro por todo lo que le contaba, así que se dirigieron los dos a la zona del jardín donde estaban las especies de plantas protegidas, constatando la veracidad de sus palabras.

Inmediatamente el edil, dio orden de que no se tocara esa zona y que se pusieran carteles prohibiendo que se pisara o se cogieran sin permiso.

También comentó que no entendía quien había desarmado las máquinas pieza a pieza, pero que esto había evitado cortar las especies medicinales.

A los pocos días volvieron los Yerbitos a mi cuna para agradecerme la feliz solución del problema y decirme que me estaban preparando una gran fiesta en mi honor.

Y rataplin rataplán, por ahora no se me ocurre más, así que ya está.

 

En Cizur Mayor, a 8 de Agosto del 2010

martes, 3 de agosto de 2010

Recuerdos y olvidos

Porque no te vienes a distraerte un rato al submundo de los muertos. No estamos ocultos, ni raros, ni quietos. Solo somos muertos.

Suficiente que tu imaginación consiga movernos para andar. Es bastante pensar en nosotros, en lo que hicimos o fuimos para hacernos volver.

Entiéndelo por favor. No quiero seguir quieto y justo de espacio en esta caja que la tierra envuelve. Quiero volver a oír la risa, el consuelo, la bronca. Quiero volver a ver la luna después de dormirse el ocaso. Volver a ver jugar a los niños entre los frutales del huerto: Cayéndose, llorando, gritando la inconsciencia de su felicidad presente.

Amo volver a sentarme donde siempre con mis pies en tu falda y sentir como me haces cosquillas en la planta del pié. Y leer tantos libros como se quedaron detrás en espera. Releer a tantos poetas que no comprendí. A tantos Nóveles que nunca me dijeron nada con sus obras.

Volver a discutir de religión, de política, de utopías y sueños. Volver a recordar aquel beso que nunca debí dar, o a aquella mujer que después de perseguirla y hacerla mía ya me daba igual.

A tantos amigos que cuando me hicieron falta me fallaron o aquel otro que no ayudé cuando estuvo en desgracia.

No soy un jodido rencoroso. No quiero vengarme físicamente, quiero hacerlo con mi recuerdo de asco y de desprecio hacia los que nunca me quisieron por mí, sino por mi cargo o circunstancias. No quiero devolverles nada.

Quiero viajar durante un rato simplemente para volver a ser yo, sin prejuicios hacia nadie y hacia todos.

Después de todo lo que estoy pensando no sé si será una buena idea volver ni por un momento.

Pero si tu quisieras volver a pensar en mi y recordar cosas nuestras…Que feliz me harías.

Mirarme como entonces, reñirme como antes, pelearnos como ayer ¿O fue hoy?

Con ojos claros sin reproches, sin la malicia de los rumores oídos creídos o no creídos, blandos de ternuras y acuosos por mi perdida. Por mi abandono.

Dolor de no poder remediar lo que nos hicimos de mal y las ausencias de besos y cariño.

Llevarme aunque sea en tu pensamiento. Si te olvidas de mí moriré para siempre.



En Zizur, Pamplona, a tres de Agosto del 2010