martes, 28 de junio de 2016

Incidentes en la gran ciudad

Hace unos días que estoy en casa de mi hija en Madrid, y como cada mañana me dispongo a desayunar y dar mi paseíto curiosón, y empiezo parándome a la salida del portal para tomar una gran bocanada de aire fresco.
                                                                   

En eso estaba, cuando una ensordecedora máquina de “medio ambiente”, levanta una gran polvareda que me hace toser y salir de allí por piernas. Vuelvo la calle, respiro, me ajusto mi panameño, y continuo unos pasos para contemplar como dos perros sin dueño, ladran desaforados a un gatito que se ha encaramado al techo de un vehículo aparcado para ponerse lejos de la amenaza, y yo alma caritativa aunque no soy particularmente “animalista”, espanto a los fieros canes, y me acerco para bajar al minino, y en vez de agradecérmelo el bicho, recibo un arañazo en la mano.
                                                                   


Entro en un bar para limpiarme los arañazos de mis manos, y ya de camino desayunar mi consabida tostada con aceite y ajo, y como aquí normalmente esto último no te lo ponen, me lo traigo de casa envuelto junto a mis pastillas.
Me traigo mis viandas hacia una mesa (caro y encima autoservicio), y comienzo a prepararme las tostadas, cuando observo a una joven que me mira sonriente, y me dice: “Es la primera vez que veo untarle ajo al pan para desayunar”, y yo le respondo: “Pues verá señorita, yo también es la primera vez que veo tomarse una coca-cola con madalenas”, con lo que ya me dedico a lo mío, y en el primer bocado y para mi desesperación, me caen un montón de manchas de aceite en el pantalón.
                                                                     


Pido al pagar en la barra si tienen algún quitamanchas, pero no tengo esa suerte, así que continuo mi paseo mirando escaparates y viandantes, pero se levanta de pronto un viento que me saca el sombrero de la cabeza, y acaba rodando por mitad de la calzada, donde primero lo atropella una moto y luego un autobús y un coche. Para cuando llego a recogerlo está destrozado, y no tengo más remedio que tirarlo en una papelera.
Desanimado por tantos y variados incidentes, resuelvo volver a casa, pero antes debo pasar por el súper, pues ahora tengo dos listas de compra, la de mi mujer y la de mi hija.
Ya con la cesta empetada, me dirijo a pagar hacia la caja donde había una gran cola, cuando en ese momento anuncian que abren otra caja y que pasemos en el mismo orden, pero aquello se desmanda, me tiran la cesta, me rompen los huevos (los de la cesta), y por poco no voy yo también al suelo, y al final todos se me cuelan y encima una señora me bronquea porque entiende que iba delante de mí, aunque la cajera se apiada y me cambia la rotura.  Dejo pasar a la dama, pero la mujer sigue relatando contra los hombres, por lo que le pregunto: “Señora, ¿Es usted soltera?” y me responde “y a usted que le importa, machista. Estoy casada” y yo le respondo: “Pues entonces está usted hablando contra su marido”.
                                                                   


Bueno, aquello ya fue como una bomba, menos mal que me tocaba y me dediqué a guardar las cosas y pagar, pero es que la susodicha me esperaba fuera del supermercado. Yo me paré, dejé las bolsas en el suelo, encendí un cigarro y le dije sonriendo a la señora:”Gusto de conocerla señora y recuerdos a su santo marido que tiene ganado el cielo por soportarla”. Y allí la dejé gritándome todo tipo de improperios.
¡Qué paseo más tranquilo y sosegado! Menos mal que ya llegué a casa, pero el ascensor está estropeado y tengo que subir hasta el 4º por las escaleras.
 Como encima me digan que falta algo, la armo.
¡Valiente paseo!
                                                                     



En Madrid, a 28 de junio del 2016

lunes, 20 de junio de 2016

El poder del recuerdo

El secreto del éxito del psicoanálisis está en el silencio del psicoanalista, de tal forma que sea el paciente quien profundice en su cerebro hasta extraer las conclusiones necesarias.
                                                                     


Pero hoy voy  a ser yo ambas cosas, psicoanalista y paciente, y viene al caso, porque mirando desenfocadamente unas fotos abstraído en mis pensamientos, reviví perfectamente la situación en que estaban tomadas aquellas instantáneas, trasladándome al pasado de una forma tan clara, que recordaba hasta los olores de aquel viaje con mi familia y amigos(Fernando, Juan Pedro, Antonio, todos con sus familias, y mis cuñados Julio y Luli también acompañados de su prole), en aquel inolvidable viaje a Sierra Nevada (Granada), en una de las mejores épocas de mi vida.
Mi hipocampo, órgano fundamental de la memoria, me hace recordar el olor a nuevo de mi plumífero azul, el aire helado quemándome la cara, el cómo me dolían  los pies helados, y me acuerdo perfectamente en lo que estaba pensando cuando me hicieron aquella foto, es más, sabía perfectamente que cada vez que mirara aquel recuerdo gráfico de mis veintitantos años, me acordaría de lo que pensaba en aquel momento.
Tenía un problema que no viene al caso contar, al que no lograba dar una solución viable y que me traía sin sueño, y de pronto estando subido en el telesilla de camino a las pistas, le encontré la solución o creí encontrarla, porque luego los acontecimientos se desarrollaron de tal forma, que la solución me vino dada.
                                                                      


Pero es curioso, que hay veces en que no me acuerdo de lo que comí ayer y sin embargo, sientes vivos otros recuerdos de la niñez, de la pubertad, de las relaciones con tu familia, con tus compañeros de entonces, del olor a lápices y goma de borrar, de la tiza en la pizarra, incluso del olor de aquella sotana cuando en el colegio te acercabas a confesar tus pecadillos con aquel franciscano, y es curioso cómo te los sigues imaginando no con la edad que tienen o tendrían ahora, sino con cara y cuerpos del niño que yo mismo fui un día.
Decía un antiguo e insigne escritor, que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, y yo no lo creo, pero es el tiempo o la edad biológica, el que te hace desear esa época pasada de la que entonces no eras consciente del “carpe diem”, vivir el momento, y que ahora rememoras como triste y desdichada, o plena y feliz.

Hermosos recuerdos y malos también, con los que incluso aún sueñas algún día, tiempo pasado que no volverá, por lo que hay que aprovechar el hoy, pues el pasado no existe ya sino en los recuerdos, y el futuro…quien sabe.

lunes, 13 de junio de 2016

Tiempo de camino

Envuelto en miradas leves,
En palabras dormidas,
Gestos intencionados, consentidos.
Traviesos roses que provocan tu risa.
Y ya en preliminares procaces,
En caricias lascivas,
Enervados los sentidos,
Pequeños temblores, calambres.
Entregados los cuerpos,
Sabios en manejos sin prisas,
 Desvanecida al abrazo.
Murmuras amor de mil formas,
Y ya no puedes y gritas tu dicha.
Después ya relajados, satisfechos,
Soñolientos sin fatiga,
Extasiados en  duermevela tranquila.
Te contemplo toda mía.
Eros ya huyó del lecho,
Y aun así, viéndote tendida,
Desnuda, relajada, dormida,
Con la ternura de un beso,
Te sigo mirando hasta tus uñas teñidas,
Pies cual flores de espuma,
Sintiéndome envuelto en cariño reposado,
En ternuras de los años navegados
Con las almas compartidas.
No quiero llegar a Ítaca,
Me quedo perdido en tu dicha,
Desandar juntos  caminos,
Hasta que  acaben los días.
        
      


En Villanueva del Ariscal, a 13 de junio del 2016

miércoles, 8 de junio de 2016

"Papá, quiero ser político"

Hubo una época, que cuando le preguntabas a un niño que de mayor qué quería ser, te respondía invariablemente que futbolista o torero, y si era una niña, que mamá, y alguna, pocas, que maestra o enfermera.
                                                              


Me viene al recuerdo, que en unas prácticas de Magisterio al preguntar lo mismo, la mayoría se inclinaban por las profesiones paternas o maternas, pero hubo un pequeño que me contestó muy serio “que él quería ser obispo”. Por supuesto que no quise indagar por las motivaciones del niño, no fuera a ser que me metiera en contramano.
                                                               


Hoy, gracias a Dios, esto ha variado mucho, pues ante la misma pregunta te responderán con todas las profesiones habidas y por venir, y por supuesto sin discriminación entre los sexos.
Viene al caso, porque en una de las muchas celebraciones familiares de esta primavera, me entretuve charlando con el hijo de una sobrina a punto de presentarse a la selectividad, muy buen estudiante, y al preguntarle qué es lo que quería estudiar, me contestó que quería ser político, por lo que se iría a estudiar a Madrid a una elitista escuela de negocios, pues después de sopesar entre económicas y derecho, en este tipo de instituciones te preparaban mucho mejor para lo que deseaba.
                                                                  


Me sorprendió bastante, pues era la primera vez que un joven veía tan claro su futuro, y al preguntarle por sus razones, me contestó que quería contribuir a que a la gente fuese feliz, distribuir mejor la riqueza, y que no les faltara  trabajo, para lo que pensaba que se necesitarían nuevas leyes más justas para todos.
Yo le comenté que tenía que ser honesto consigo mismo sobre lo que le atraía de la política, pues si era el glamour, el dinero o la fama, debería probar otro camino, pues ya teníamos bastantes con los malos ejemplos de corrupciones de todas las tendencias con  que nos desayunábamos cada día, que para convertirse en político tenía que tener un interés absoluto en hacer un cambio.
                                                                   


También le pregunté  en que partido pensaba militar, por lo que me pidió mi opinión, pues él no sabía,  recomendándole que aprendiera todo lo que pudiera de cada uno antes de elegir, pues una vez elegido el camino debía comprometerse de lleno, ya que la lealtad hacia el partido es una necesidad, aunque  tuviera que comerse muchos “sapos”.
                                                                       


Y ¡Cómo no!, salió a relucir la economía, de lo que por cierto no tenía ni idea, por lo que le recomendé que leyese todo lo que pudiese sobre todas las teorías: Marx, Engels, Adam Smith, Keynes, Malthus, Marshall. Pero que sobre todo leyese periódicos, todos, de las diferentes tendencias e ideas. Y que por supuesto, le remaché, que si no hubiese escasez, no habría necesidad de ciencia económica, ya que esta nace cuando el hombre se da cuenta de que no puede tener todo lo que quiere.
                                                                          



En fin, no sabe el pobre lo que le espera. Ojalá le duren toda la vida esas buenas intenciones, porque es una buena persona y me jodería que lo pervirtieran.

miércoles, 1 de junio de 2016

Redes sociales

Decir de entrada, que independientemente de tener mi propio blog, “Desde mi burbuja”, donde podéis leerme algunas tonterías como esta, también suelo frecuentar otras vías de comunicación que se han impuesto como un medio eficaz para comunicarse, informar, ver videos, oír música y contactar, o dar tu opinión sobre cualquier cosa o tema, bien usando el ordenador, el teléfono o la tableta. Hablo de:  WhatsApp, Facebook, Instagram, Twistter, You Tube, Linkedin, QQ, WeChat, Google+, etc.., etc.… y muchas más.
                                                                    


Si señores; aunque ya con cierta edad, estoy al día de todo esto y las utilizo para resaltar un artículo de prensa que me gusta por su claridad, una viñeta(sobre todo de Forges), una foto de algún acontecimiento familiar o de mis nietos, y también, pocas veces, suelo dar mi opinión sobre algún comentario o alguna reseña que me resulta cuanto menos chocante, y aunque me reservo mis opiniones políticas y religiosas, la realidad es que bien pronto te das cuenta de cómo piensa cada uno, y los demás como sientes tú.
                                                                 


Lo que si me hace rehuir cualquier opinión o comentario, es cuando veo opiniones muy crispadas, tendenciosas y partidistas, pues incluso escribiendo, hay  quien no puede evitar que se le “hinche la vena”.
                                                                    


He observado como algunas personas introducen opiniones o frases o fotos provocativas, solo esperando armar ruido y cobrar notoriedad con alguna posible discusión entre varios, de tal forma que “pinche” más gente sus opiniones y discursos.
Yo ante este tipo de personas me suelo abstener, pues se lo que buscan, y de hecho he visto desaparecer de las redes a gente así por haberlos dejado la mayoría por imposible.
                                                                  


Mi opinión de todo esto de las redes sociales,  es que son en general una buena forma de comunicación y de información, incluso educativas, pues hay incluso quien está aprendiendo casi sin querer, inglés y ortografía, y sobre todo que se lee bastante aunque sea arrastrados por la curiosidad o el morbo, esto de lo que los humanos no presumimos en público pero que practicamos en privado asiduamente.
                                                                     



En estos tiempos en donde el presente es ya pasado y el ayer no existe, hay que vivir con lo que nos toca y no despreciar estoicamente como oigo a veces decir incluso a gente muy formada e instruida, que presume de obviar todos estos adelantos y presume de escribir, por ejemplo, sólo con pluma estilográfica o a través de alguna antigua “Olivetti”. Ni siquiera han aceptado el humilde “bic”. Allá ellos; son libres de hacer lo que crean conveniente, pero estoy seguro de que algunos de los insufribles de la modernidad, miran cuando nadie los ve o por el rabillo del ojo, qué se dice de él en las redes sociales. Seguro.