martes, 24 de septiembre de 2019

Cocina y hogar


El descubrimiento del fuego se funde en la nebulosa de los tiempos prehistóricos, y es inimaginable lo que tuvo que suponer para aquellos antepasados nuestros,  alimentados hasta entonces de carne cruda y sin claridad alguna cuando se ponía el sol.
                                                                   


Hoy, con todos los adelantos hogareños que nos hacen la vida más fácil y entretenida, tenemos una coincidencia con aquellos hombres y mujeres: y es que aunque no hagamos fogatas en nuestros hogares, si que solemos reunirnos alrededor de la cocina, sitio que define lo que es un hogar, ya que los habitáculos que no la contienen como una habitación de hotel o una residencia de estudiantes, no las vemos como tal, aunque dispongan de todas las comodidades.
                                                                          


Como yo soy bastante cocinillas, sé por experiencia propia las magníficas conversaciones, confidencias y amistades que se han hecho alrededor de los burbujeantes pucheros.
                                                                     


Siempre hay alguien que se implica cuando se cocina, y aunque no sepa mucho de platos y recetas, corta, pela, tamiza y friega codo con codo, mientras bebemos una copa de vino y picamos unos taquitos de queso y jamón y las consabidas aceitunas.
Es una realidad, cómo en los hogares que no disponen de muchos metros cuadrados, se tiende a integrar cocina y salón, de tal forma que todos, cocineros y comensales, participan de la reunión en todos los momentos, con lo cual se hace más enriquecedora la convivencia con familiares, amigos, vecinos, o cualquier variopinta reunión de personas, y aunque algunas sean desconocidas para algunos, se integran todos alrededor de una buena cena, y ya no digamos si se riega con algunos de los fabulosos vinos que tenemos en esta piel de toro donde vivimos, que despeja y desinhibe la mente, aunque no conviene que nadie abuse, pues ya sabemos que esto puede conducir a que haya algunas tensiones cuando la lengua se suelta demasiado.
                                                                      


Según lo que se escucha en las cocinas de nuestros hogares, yo la compararía con un confesionario católico, con la diferencia que nadie tiene que perdonar nada, sino que las conversaciones fluyen de  forma natural, y lo normal es que no haya enfrentamientos, ni gritos, ni discusiones acaloradas, sino que todo transcurra de una forma amable y educada.
                                                                         


Y si encima la comida está buena, ya ni qué decirte.

martes, 17 de septiembre de 2019

¿Qué buscan en Internet los solitarios/as?


Uno, que ya ha llegado a cierta edad que me aterra recordar, no deja de sorprenderse por los reclamos que aparecen en todas las redes sociales, radio, prensa y televisión, de gentes que busca algún tipo de compañía.
Se pueden encontrar páginas para contactos esporádicos, para heterosexuales, homosexuales, páginas serias para entablar relaciones de pareja, y hasta he encontrado alguna que ofrece animales de compañía a los solitarios irredentos, y voy a transcribir algunas que aunque no me escandalizan, si que llaman  mi atención.
                                                    


“Como fiesta de mi cuarenta cumpleaños, quiero montar una orgía de no más de diez personas, hombres, mujeres y lo que se tercie. Estaré a las ocho de la tarde en Cafetería Angulo el día 20, en el centro de la ciudad. Imprescindible conocer a todos y elegiré.”
                                                      


“Tengo en la vida casi todo lo que deseo: salud, dinero, estabilidad emocional, pero estoy solo.
Busco guapa y bien formada mujer, tanto en lo físico como en lo cultural, de no más de treinta años.
Tengo buena salud, y a mi lado esa mujer soñada no carecería de nada. Mi actividad sexual sería esporádica. Tengo setenta y seis años. Adjunto datos para contacto.”
                                                       


“Dispersa, vegana, animalista, contradictoria, de tacones altos y corta en discernimiento, por lo que me enamoro rápido de todos.
Quiero ser una mantenida, aunque no soy promiscua ni estropajosa. No te arrepentirás. Llámame”
                                                    


“Cada noche sueño contigo, rudo hombre de las montañas. Soy travieso, cariñoso y amable en los juegos de amor. Tengo apartamento propio y la vida resuelta, pero me faltas tú. Adjunto correo electrónico. Estoy ansioso por conocerte, amor mío.”

“Querida pareja: Te necesito a mi lado. Conmigo tendrás cariño, conversaciones interesantes y puestas de sol mientras caen las hojas otoñales. Te busco a ti, esbelta mujer de cualquier edad que no supere los cuarenta, que quiera ser amada y cuidada con dulzura.
Yo tengo treinta y pocos años, y sólo me gusta quien necesite cariño para compartir los días.
Soy Ana y este es mi móvil.”
                                                   


“Tímido, solitario y fracasado, pero necesito urgentemente compañía. Sabré cuidar de ti como mi otro yo. Me da igual la raza, y si es gato o perro. No me gustan otros animales. Ni pájaros tampoco.” Llamadme.”
                                                    


Y aquí podéis poner cientos de páginas más que os habrán impactado.
Ahí queda eso.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Se acabó el verano


Los primeros gritos de algún pájaro mañanero, creo que un grajo, me semidespertaron aquel primer sábado de septiembre, y ya estaba a punto de levantarme cuando empezó a sonar una cacerolada, al principio pocos cacharros y tímidamente y luego ya en toda su estridencia, para recordarme que eran los niños de la urbanización, que de aquella forma tradicional, nos anunciaban la despedida de la temporada de vacaciones y el cierre de las zonas comunes de la piscina.
                                                                      


Me uní al coro de niños, madres y padres que recorrían “Las Casitas Blancas” despertando a los niños y vecinos que se les pegaban las sábanas, para ya después un poco más tarde, dirigirnos todos los que quisieran a desayunar en el chiringuito de la piscina.
                                                                     

Todos los críos y no tan críos, ya estaban sentados en una larga mesa preparada al efecto, cuando llegó Asunción, Margarita y Encarnita con los churros y el chocolate, y también una botella de anís dulce para el que quisiera una copita para bajar la pitanza.
                                                                        


Muchos amigos en una amable y distendida reunión, con la presencia del Sr. Presidente Esteban, del amigo Juan alma del espectáculo nocturno, realización, guión y dirección, que a pesar de su enfermedad dio un ejemplo de desinteresada colaboración.
Una vez finalizado el desayuno, empezaron los diferentes juegos infantiles, organizados por nuestro bañista Antonio, y con la aportación del material adecuado por Trini, pues a través de ella, nos lo cedió el ayuntamiento de Villanueva del Ariscal.
                                                                  




Ya a partir de las diez de la noche, empezaron las actuaciones de diferentes bailes, la proyección de imaginativos vídeos de los niños y otros trabajos de los mayores, y por supuesto un Noticiario de Las Casitas Blancas, realizado, dirigido y ejecutado brillantemente por nuestro amigo Juan, finalizando el acto con entrega de trofeos (con regalo especial para nuestro entrañable bañista Antonio), diplomas, flores y el reconocimiento y aplauso del numeroso vecindario.
                                                                  




Como acto final nos reunimos en una cena-bufet, cuyas viandas, bebidas y postres realizamos los propios vecinos, brindando en reiteradas ocasiones por los presentes y ausentes, y por que el próximo verano nos viéramos todos nuevamente.
Una Urbanización, “El Ariscal”, o como la conocen en el pueblo, “Las Casitas Blancas”, que veo renacer con todas las nuevas incorporaciones de parejas jóvenes que se han integrado maravillosamente con los más viejos del lugar.
                                                                        


Desearos a todos, una incorporación amable al nuevo tiempo de otoño: los niños a sus colegios, madres y padres a sus trabajos, y nosotros los viejos a retomar nuestra rutina.
Enhorabuena por vuestro ejemplo de convivencia y un abrazo a todos.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Delito por necesidad


Era una pareja con dos niños pequeños que se disponían a desayunar, aunque la conversación que tuvieron hizo que las tostadas y el café de ambos se enfriara, igual que sus ánimos.
“-Qué vamos a hacer ahora aparte de buscar trabajo, y ver si la suerte nos acompaña,” dijo ella con los ojos brillantes ante el drama.
“-Mujer, no seas pesimista, verá como algo nos saldrá. Por lo menos a uno de los dos.”
                                                                   


Habían pasado el verano trabajando ambos en la hostelería con la abuela cuidando de los niños, ella de cocinera y el de camarero con jornadas interminables, aunque  había merecido la pena y tenían por lo menos para cubrir lo imprescindible durante un par de meses.
“-Y lo del médico del niño no lo podemos dejar, ahora que los avances son espectaculares.”
                                                                   


El chico tenía una de esas enfermedades raras de nombre impronunciable, y aquel endocrino había logrado frenar el crecimiento anómalo de miembros y cabeza, que parecían casi de adultos en un cuerpo de un niño de siete años.
Los dos se despidieron con un beso en la puerta de la casa después de que llegara la madre de ella, para quedar al cuidado de los pequeños.
Los dos se lanzaron a la calle con las mochilas llenas de currículos y unas botellitas de agua sin hora de regreso al hogar, para ir recorriendo bares y restaurantes en busca del tan escaso trabajo después del verano.
                                                                   


Era ya medio día, cuando él decidió entrar en el bar de su amigo de infancia Teo que nunca le dejaba pagar, y descansar un poco de tantas horas andando y con la cabeza llena de : “Ahora mismo no necesitamos a nadie, pero deje el currículo y si necesitamos a alguien, ya le llamaremos”.
Estaba sentado en la barra bebiéndose una cerveza, cuando otro de los habituales de aquel sitio y que sólo conocía de vista,  le dirigió la palabra preguntándole por el trabajo y las perspectivas, pues había oído que lo estaba buscando.
Después de un rato de charla intrascendente, le dijo:
                                                                  


“Yo tengo un trabajo fácil para ti y bien pagado, aunque no exento de peligro, no te voy a engañar.”
“-¿De qué se trata?”, preguntó.
“Te dejo la llave de una taquilla de la estación de autobuses, y tú  entregas el paquete que allí hay en la dirección que te diga.”
-“Una bomba para alguien ¿no?”.
“Jaa..ja..ja.. No hombre, no. Pero si te cogen, acabas en la cárcel y devuelves el dinero del trabajo.”
-“No sé. ¿Cuánto pagarías?”
“6.000 euros que habrá junto al paquete.”
Nuestro hombre se quedó pensando un rato, y después de dos cervezas más a las que  invitó su nuevo amigo, aceptó el encargo; con eso pagaba un año de tratamiento de su hijo. Sabía los riesgos, pero no quería ver a su mujer tan angustiada como la había visto aquella mañana.
                                                                       


Con la llave en el bolsillo y la dirección de entrega en la cabeza, preparó un plan que podía funcionar.
Se fue a un solar abandonado que conocía y donde había ratas en cantidad que correteaban a su antojo entre las bolsas de basura que alguna gente tiraba por encima la tapia, y preparó una jaula con un cebo de comida, con lo que consiguió que seis asquerosas ratas enormes  cayeran en la trampa.
Disfrazado con una sudadera, una peluca de su suegra y unas gafas sin cristales, con la jaula en una enorme bolsa de deportes y la susodicha llave en el bolsillo, se dirigió a la estación aprovechando la hora de por la tarde que aquello se llenaba con la gente que regresaba a sus casas.
                                                                     


Cuando vio que más gente se agolpaba en el recinto, disimuladamente abrió la bolsa de deportes, soltando a las ratas que salieron despavoridas en todas direcciones provocando un caos monumental, momento que él aprovechó para   dirigirse a las taquillas, donde sin dudarlo un instante, sacó el paquete y el dinero de su fechoría, saliendo tranquilamente por la puesta principal.
Tomó un taxi de la parada y sin más contratiempos acabó de realizar el trabajito, y ya tranquilo, se dirigió andando a su casa, tirando por el camino en diferentes contenedores la jaula y la bolsa de deportes.
Cuando aquella noche se sentaron a la mesa después de acostados los niños, le entregó a su mujer un sobre con el dinero, diciéndole: “No me preguntes nada”.
Ella se abrazó a él llorando desconsoladamente, y así abrazados durmieron aquella noche.
Tú. ¿Lo harías ante una necesidad semejante?