Veo poco la televisión, pero
cuando me pongo delante del “cuadro tonto”, en vez de ver una serie o una
película, lo que más veo son anuncios de todo tipo que llegan a aburrirte,
abrumarte y algunas veces a la indignación cuando ves que lo que dicen, o es
mentira, o es una verdad a medias; la peor de las mentiras. Y en igual medida
pasa cuando abres un periódico en Internet o consultas cualquier página de tu
interés.
Si ves el precio de un coche
por 6.900 euros y te vas a la página del concesionario o de la marca, ves la
mentira manifiesta, pues el precio mínimo que te dan con los descuentos
oficiales y del vendedor es de 7.850 € o más.
Cabreante ¿No? Pues esto lo podréis
verificar con cualquier coche y en cualquier página de Google.
Viene a colación de estos
desmanes, la cantidad de casas de seguros dando todo tipo de ofertas y
reclamos, y voy a fijarme en una cosa que he comprobado en mis propias carnes,
que son los seguros de jubilación a largo plazo dando cantidades mensuales.
Pues bien; yo tenía un
seguro de esos a veinte años con la casa Aegón donde iba ingresando cantidades
fijas, pero si me avisaban de que el interés en ese momento subía al 5% o más,
aportaba al plan cantidades extras para, iluso de mí, tener un buen capital al
final entre las cantidades aportadas y la suma de los intereses.
Llegó el momento en que fui
a retirarlo después del susodicho periodo, y ¡Oh sorpresa!, me encuentro con que
la cantidad del seguro a rescatar, coincidía matemáticamente con las cantidades
aportadas, y al pedir la cuenta de aquello, resulta que ¡los gastos de gestión
coincidía con los intereses conseguidos!.
Me indigné y tuve palabras
con los responsables de aquel atropello financiero, ¿Y saben lo que me
respondieron encima con recochineo?,
“Pues se ha encontrado usted con una bonita cantidad de dinero”, como si me
hubiesen hecho un favor, pero lo más grande vino, cuando me propusieron dejar
allí la cantidad del rescate e reinvertirlo en otro producto nuevo.
Pero esto no deja de ser una
anécdota más, pues hay que ver la cantidad de productos milagrosos que nos
ofrecen sacando chicas estupendas y machotes de los de “tableta”.
Crece-pelos, antiarrugas,
adelgazantes, dietéticos con todo tipo de aditivos “necesarios”, viajes
paradisiacos por cuatro gordas, etc..., etc…, etc…
Yo me he vuelto de tal forma
escéptico y desconfiado, que cuando tengo que comprar algo que no lo entiendo bien,
primero me informo y luego actúo en consecuencia, pero ya no me dejo que me
tomen mis blanquecinos pelitos.
Los milagros no existen, o
por lo menos yo no creo en ellos.
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