sábado, 12 de diciembre de 2015

Se torció el camino

Era un día desesperado, cuando faltándole el trabajo en donde siempre había vivido, tomó camino de un caluroso país, donde los mares eran de arena y las gélidas noches estrelladas pero la vida difícil y extraña, pues las costumbres y las gentes diferían tremendamente con el lugar que él denominaba mi casa.
Todo le había pasado a la vez: el divorcio de su mujer de siempre con la que tenía una joven quinceañera, la pérdida de varios trabajos, y el fin de una etapa que quería olvidar lo antes posible.
                                                                 


Se fue de jefe de mantenimiento para la maquinaria pesada que se utilizaba en aquella obra faraónica, y aunque estaba muy bien pagado, echaba de menos las anteriores cosas de su vida, a su hija y sobre todo, se le hacía insoportable la soledad de las noches en una zona acotada donde habitaban todos los obreros sin contacto externo.
Algunos días lo pasaba en la central de la empresa contratadora, asumiendo instrucciones y demandando materiales para poder llevar a cabo su misión, que la realidad sea dicha, logró envolverlo cual capullo de seda.
                                                                  


Pero el destino o la falta de compañía hizo, que entablara amistad con una joven limpiadora que se reía con sus cosas y se mostraba coqueta con aquel hombre venido no sabía de donde, y al poco tiempo empezaron a frecuentarse en los ratos que ambos podían, y sin saber muy bien cómo, acabaron viviendo juntos, tuvieron un hijo y la vida volvió a cambiarle con la nueva situación.
A la vuelta al país ya acompañado, se casaron y empezaron otra nueva etapa para él, pues con las obligaciones con su primera hija y su nueva familia, siempre estaba trabajando muchas horas diarias para que el dinero le alcanzara.
Tuvo un segundo hijo con su nueva mujer, que por cierto, era veinte años más joven que él, y en la rutina diaria comenzaron los problemas.
                                                                   


Ella tremendamente celosa, ni quería oír hablar de su vida anterior, rompiendo todos los lazos con sus suegros, cuñados y demás, incluso llegó a romper todas las fotografías que encontraba de aquella pasada etapa.
La pareja empezó con broncas  y recriminaciones mutuas en donde perdían los papeles, llegando incluso a las manos, y todo esto delante de sus dos hijos de corta edad. En alguna ocasión llegó a intervenir la policía por las denuncias que se interponían por cualquier motivo, pero aunque se plantearon la separación, ella siempre lo amenazaba con llevarse a sus hijos al país de ella, donde él no volvería a verlos.
En este ambiente fueron creciendo los niños, siendo el pequeño tranquilo y estudioso, pero el mayor empezó una escalada peligrosa. Al fracaso escolar, le siguió una violencia casera por cualquier motivo, llegando incluso a la agresión física hacia su padre y madre.
                                                                       
  
El instituto en donde estudiaban ambos, no paraba de escribirles notas sobre comportamientos y prolongadas ausencias del joven que ya contaba catorce años, por lo que decidieron quitarlo de estudiar y que trabajara con el padre en lo que pudiera.
Tenía malas amistades que lo metieron por los canutos que fumaba a cualquier hora, ya que al trabajo no acudía casi nunca, pero ya llegó un momento en que al necesitar dinero para vicios, cometía pequeñas fechorías y robos, en donde lo cogió  por último la policía, pues entraron a robar en un chalet  con dos ancianos a los que maltrataron y amarraron.
                                                                    


Lo condenaron a reclusión en un centro de menores donde las cosas no mejoraron; en su casa no lo querían por los continuos problemas y malos tratos contra sus padres, a los que llegó a amenazar de muerte con una navaja de grandes dimensiones.
Así las cosas, inició un peligroso camino de vida, donde empezó a ingresar en la cárcel de forma intermitente por delitos contra la propiedad y contrabando de drogas, y estando en un permiso penitenciario de una semana, huyó a través de Ceuta y con otro amigo a Siria para ingresar en las huestes de ISIS (Así autollamado el estado islámico), desde donde le informaron a los padres al año de la huida, que su hijo había muerto en las cercanías de la ciudad de Alepo.
                                                                     



Sacad cada uno vuestras conclusiones, pero este fue el camino de la corta vida de un terrorista cualquiera.

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