Era un mando intermedio de
una empresa de suministros hospitalarios en la que llevaba muchos años, pero
que desde que entró en la dirección un auténtico “trepa” con el que había tenido
algunas opiniones contrarias en cómo hacer las cosas, estaba sin saberlo ni
imaginarlo en la cuerda floja, pues estaban esperando el más mínimo fallo para
justificar su despido.
Un día de finales del verano
recién incorporado de las vacaciones, fue llamado por Personal a la sede
central, donde de sopetón y por sorpresa, fue puesto en la calle, aunque eso sí,
con todos los informes favorables y una indemnización suficiente.
No supo reaccionar de
momento, pues era una persona honrada y trabajadora, y ahora a sus cuarenta y
tantos años, a ver quién le daba un puesto de trabajo.
Decidió después de consultar
a un abogado, que pondría toda la carne en el asador en su beneficio, pues
tenía que sacarle a esos ingratos lo más posible.
En aquellos tiempos, había
una costumbre en la mecánica de ventas de casi todas las empresas del ramo, y
es que a todos los productos que se vendían en los diferentes hospitales, se les
añadía un determinado porcentaje para así pagar, con cenas, congresos, reuniones,
regalos de lujo y todo lo que se les ocurriera, al personal que movía el consumo,
por lo que decidió atacar por ahí.
Como sabía de lo peligroso
de la maniobra tomó precauciones; las cartas que hizo dirigidas a los periódicos más
importantes y a todos los gerentes hospitalarios comunicándoles las abusivas
prácticas que se hacían para conseguir beneplácitos, las hizo por triplicado, depositándolas
en personas distintas con orden de enviarlas si a él le pasaba algo o no se
llegaba a ningún acuerdo satisfactorio con la empresa, y la documentación
probatoria, en cajas lacradas depositadas ante un notario y en un bufete de
abogados.
Ya así las cosas, su abogado
entabló unas conversaciones con la empresa que fueron harto difíciles y que
duraron bastante tiempo, pero al final se llegó a un acuerdo, por lo que el
material probatorio de las corruptelas no llegó a sus destinatarios.
La próxima semana, saldrá un
libro donde se explican con pelos y señales las prácticas de las empresas y
laboratorios farmacéuticos en aquella segunda parte del siglo pasado. Asumamos que
la corrupción lleva muchos años instalada entre nosotros, de tal forma que es
un gen de nacimiento en cualquier españolito.
Todos tenemos un precio, y
el que no roba es porque no puede.
Esta es la triste y dura
realidad.
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