miércoles, 20 de septiembre de 2017

Los duendes del Paraíso

(Dedicado a mi nuera adjunta Victoria Íñigo)

Pasando unos días en Villajoyosa por invitación de mi nuera adjunta, cayó en mis manos una cosa que había escrito mi nieta Olivia en una libreta de invitados, y  decía, que “esto es un sitio muy raro, porque venden comida para llevar en las pastelerías, tabaco en las librerías y que los barcos vuelan”, porque vio un día una barcaza cuando la izaban para meterla en el mar, y no vio la grúa que la transportaba.
                                                                    


Pero es verdad que hay algunas cosas en esta Playa Paraíso dónde estamos y que se pueden ver, que no tienen una explicación razonable.
                                                                     


Por ejemplo, hay una casa en el lateral de los apartamentos sin ninguna puerta, y cercada por una valla sin entradas aunque parece habitada, y yo sólo he visto unos gatos jugando y que algunas noches sale humo por la chimenea; en esta misma construcción, se puede observar una escalera construida de ladrillos que ni sube ni baja a ningún sitio.
                                                                         
    


También, visitando una fábrica de chocolates en el pueblo, pasamos por una habitación que no pararon a enseñarla, pero mi curiosidad hizo que me asomara a una ventanita que aunque tapada, yo deslicé su maderita para observar en la semioscuridad que lo envolvía todo, una enorme mesa con todo tipo de chocolates, incluso el suelo también contenía desparramados de cualquier forma chocolatinas y bombones. Al preguntar por esto a la señora que nos daba las explicaciones, me dijo en un susurro que la esperara a la salida.
                                                                       


Después de una enorme degustación de todo tipo de chocolates y en donde me puse hasta el culo, empezaron todo el mundo a comprar e irse, cuando la amable mujer que nos acompañó en la visita, me tomó por el brazo cuando yo también me iba (se me había olvidado la cita en la salida), y llevándome a un jardincillo ya fuera de las instalaciones, me dijo lo que sigue:
                                                                       


“Esa estancia que usted ha curioseado indebidamente, es el secreto mejor guardado de la fábrica, y aunque se lo cuente, no lo va a creer. (Me tenía en ascuas).
Tenemos unos vigilantes de todo esto que nadie ha visto, pero que velan por nosotros y nuestros intereses. Nosotros los llamamos los niños. 
                                                                     
 

Casi al principio de empezar a fabricar chocolate esta familia, hubo un incendio que afectó a una pequeña guardería donde algunas trabajadoras dejaban a sus hijos, y murieron dos pequeños. Cuando empezó la fabricación en otro lugar, nos dimos cuenta que sucedían cosas inexplicables: máquinas que se paraban antes que se detectara una anomalía, un incendio que se apagó aparentemente solo, accidentes de operarios sin consecuencias, etc...etc...
                                                                          


También pasaba, que todas las mañanas aparecían tabletas de chocolate mordisqueadas en cualquier lugar, cajas de bombones semivacías, huellas de pequeños pies sobre el cacao de los sacos abiertos, por lo que el segundo heredero de la familia, ordenó poner una habitación repleta de todo el muestrario de los chocolates fabricados, y desde entonces, siguen los niños velando por nosotros pero sin estropicios.
                                                                           


Esa es la historia; usted mismo”.

Después de esto, que contar de Villajoyosa; pues que todo aquí es una maravilla y que si me siguen invitando, volveré cada año.

No hay comentarios:

Publicar un comentario