(Dedicado a mi nuera adjunta Victoria Íñigo)
Pasando unos días en
Villajoyosa por invitación de mi nuera adjunta, cayó en mis manos una cosa que
había escrito mi nieta Olivia en una libreta de invitados, y decía, que “esto
es un sitio muy raro, porque venden comida para llevar en las pastelerías,
tabaco en las librerías y que los barcos vuelan”, porque vio un día una
barcaza cuando la izaban para meterla en el mar, y no vio la grúa que la transportaba.
Pero es verdad que hay algunas
cosas en esta Playa Paraíso dónde estamos y que se pueden ver, que no tienen
una explicación razonable.
Por ejemplo, hay una casa en
el lateral de los apartamentos sin ninguna puerta, y cercada por una valla sin
entradas aunque parece habitada, y yo sólo he visto unos gatos jugando y que
algunas noches sale humo por la chimenea; en esta misma construcción, se puede
observar una escalera construida de ladrillos que ni sube ni baja a ningún
sitio.
También, visitando una
fábrica de chocolates en el pueblo, pasamos por una habitación que no pararon a
enseñarla, pero mi curiosidad hizo que me asomara a una ventanita que aunque
tapada, yo deslicé su maderita para observar en la semioscuridad que lo
envolvía todo, una enorme mesa con todo tipo de chocolates, incluso el suelo
también contenía desparramados de cualquier forma chocolatinas y bombones. Al
preguntar por esto a la señora que nos daba las explicaciones, me dijo en un
susurro que la esperara a la salida.
Después de una enorme
degustación de todo tipo de chocolates y en donde me puse hasta el culo,
empezaron todo el mundo a comprar e irse, cuando la amable mujer que nos
acompañó en la visita, me tomó por el brazo cuando yo también me iba (se me
había olvidado la cita en la salida), y llevándome a un jardincillo ya fuera de
las instalaciones, me dijo lo que sigue:
“Esa
estancia que usted ha curioseado indebidamente, es el secreto mejor guardado de
la fábrica, y aunque se lo cuente, no lo va a creer. (Me tenía en ascuas).
Tenemos
unos vigilantes de todo esto que nadie ha visto, pero que velan por nosotros y
nuestros intereses. Nosotros los llamamos los niños.
Casi
al principio de empezar a fabricar chocolate esta familia, hubo un incendio que
afectó a una pequeña guardería donde algunas trabajadoras dejaban a sus hijos,
y murieron dos pequeños. Cuando empezó la fabricación en otro lugar, nos dimos
cuenta que sucedían cosas inexplicables: máquinas que se paraban antes que se
detectara una anomalía, un incendio que se apagó aparentemente solo, accidentes
de operarios sin consecuencias, etc...etc...
También
pasaba, que todas las mañanas aparecían tabletas de chocolate mordisqueadas en
cualquier lugar, cajas de bombones semivacías, huellas de pequeños pies sobre
el cacao de los sacos abiertos, por lo que el segundo heredero de la familia,
ordenó poner una habitación repleta de todo el muestrario de los chocolates
fabricados, y desde entonces, siguen los niños velando por nosotros pero sin
estropicios.
Esa
es la historia; usted mismo”.
Después de esto, que contar
de Villajoyosa; pues que todo aquí es una maravilla y que si me siguen
invitando, volveré cada año.
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