miércoles, 6 de septiembre de 2017

Fraudes

Llevo una temporada en que me han tomado el pelo con demasiada frecuencia, y para salir de esta maldición os cuento todo.
                                                               


1. Voy al Corte Inglés a comprarme un traje, lo elijo, lo pago, voy a recogerlo después de una semana, (me habían hecho algunos arreglos), y me encuentro con que el mismo traje lo habían rebajado 40 €; protesto y digo que devuelvo el traje, el dependiente me dice que no, que ya no puedo; hablo con su jefe, un vejete malhumorado, y también me dice que imposible. A tragar.
                                                                 


2. Voy al Cash Fresh a comprar varias cosas, y al pagar me doy cuenta que unas latas de verduras en conserva me la cobraban más caras de lo que ponía en el estante de donde las tomé. Después de llamar al encargado y con no muy buenas maneras, me devuelven la diferencia. ¡Bien!
                                                                     


3. Tenía un seguro multihogar con la compañía Nuez, del grupo  Línea Directa,  y sin ninguna comunicación de por medio y sin haber dado ningún parte, me lo suben el 40%. Para que no lo pueda devolver, me lo cargan en la tarjeta Pass de Carrefour en vez de a la cuenta bancaria. Llamo para decir que no quiero el seguro, y me contestan que ya no lo puedo devolver, por lo que me pongo en contacto con los servicios financieros de Carrefour y le explico lo sucedido. De momento anulo la tarjeta donde se había producido el cargo. Después de quince días de espera, me reintegran la cuantía del seguro, pero cuál no sería mi sorpresa, que pasado un mes me lo vuelven a cargar en la tarjeta anulada, por lo que después de varias cartas, consultas y protestas, me he tenido que tragar el marrón, por lo que he dejado toda relación con la multinacional francesa, y mis familiares y conocidos están también devolviendo sus tarjetas Pass. Derecho al pataleo.
                                                                      


4. Compré dos sofás en Ikea hace tres años, y resulta que después de este tiempo de  uso, la piel se ha ido resquebrajando y cayendo, de tal forma que están impresentables. Pongo el caso en conocimiento de la empresa sueca, mando fotos del deterioro, y me dicen que sólo tenían mis tresillos dos años de garantía. Tampoco pueden hacer nada. Mucha propaganda, “mucho barato paisa”, pero una mierda de productos escandinavos. Lo barato sale casi siempre caro.
                                                                    

Yo de verdad, ya estoy harto de que me engañen, y la realidad es que estamos bastante indefensos ante los abusos de las multinacionales, con más abogados, más medios, y peor mala leche. Aunque al final cavan su tumba.
Sólo espero en compensación, que ahora que pronto voy a cumplir muchos años, mi mujer no me devuelva porque ya no le sirvo.
Cruzo los dedos.

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