A
sus setenta y nueve años y después de treinta y nueve dirigiendo
la Empresa, estaba cansado y decidió retirarse, pero con una
exigencia: Quería que lo sucediera en el puesto su hijo que estaba
muy preparado para esa responsabilidad, ya que había pasado por
todos los departamentos de abajo-arriba, aparte de tener las carreras
de Económicas y Empresariales, Derecho, dominar perfectamente varios
idiomas y el CFA hecho en USA.
Ya
lo tenía hablado con los dos principales accionistas del Concejo de
Administración y estaban de acuerdo, y tenían poder para hacerlo,
aunque los accionistas minoritarios, el Comité de Empresa y los
trabajadores en general, prefirieran que se hiciera una selección
entre todo el que quisiera presentarse y estuviese preparado para
cubrir dicho puesto.
Juan,
que se así se llamaba nuestro hombre dimisionario, había entrado en
la Empresa propiciado por el “dedo” del anterior Director
Gerente, que fue el primero que llevó su puesto, por cierto, de
forma dictatorialmente abusiva durante los cuarenta años que duró
en el cargo, interrumpido sólo por su muerte.
Nuestro
nuevo director cambió totalmente de talante, permitió que hubiese
representantes sindicales entre los trabajadores, y lo cierto es que
aunque entró como entró, había sido todo un acierto, pues las
ventas habían aumentado exponencialmente, los obreros en su mayoría
estaban contentos, y el Concejo de Administración lo alababa a todas
horas, aunque lo controlaba en todas las acciones que se llevaban a
cabo.
Llegó
el día en que todo el Concejo se reunió para hablar y votar a un
nuevo Director Gerente, y el hijo de Juan, Felipe, salió elegido con
los votos de los mayores accionista que poseían el 75% de la
Compañía.
Ante
el nombramiento de Felipe como nuevo director, hubo bastante
contestación por parte de los trabajadores, que aunque consideraban
a éste suficientemente preparado y con credibilidad, veían por otro
lado como no tenían ningún poder para influir en la elección de
sus dirigentes, que les venían impuestos por el poder de los
accionistas mayoritarios.
Hasta
tal punto llegó el malestar, que el presidente del Concejo, hizo
una reunión con la mayoría de los trabajadores, donde les dijo:
“A
ustedes se les paga para trabajar, y creo que en ese aspecto estáis
contentos. El que quiera tomar decisiones a otro nivel, que compre la
Empresa y marque cómo hacer las cosas, pero mientras estemos
nosotros aquí, las haremos como creemos que es mejor para todos, y
si pensáis en como estábamos y como estamos, y sois sinceros con
vosotros mismos, tendréis que reconocer que todo a ido a mejor en
todos los aspectos”.
Y
ahí acabó todo, no sin dejar cierto mal sabor de boca en algunos,
pero todos pensaban en qué les depararía el futuro con el
“heredero” Felipe.
Cualquier
paralelismo o semejanza con cierta acción política actual, es pura
coincidencia.
En
Villanueva del Ariscal, a 3 de junio del 2014
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