(Este
relato está dedicado a mis dos sobrinas mellizas Amparo y Tere en su
cumpleaños)
Mi
cuñado Gonzalo, murió muy joven dejando a mi hermana la mayor, Mª
Teresa, con siete hijos. Menuda faena.
Una
de sus ilusiones fue salir de Rey Mago, y tuvo la suerte de serlo en
unas circunstancias un poco especiales, ya que mi hermana estaba en
avanzado estado de gestación en su tercer parto y traía mellizas,
aunque entonces no se sabía el sexo de los niños hasta que estos
nacían.
Yo
era muy pequeño, ya que me llevo con mi hermana veintiún años,
pero recuerdo a mi cuñado perfectamente, ya que de novio traía
siempre algún juguete cuando iba a ver a Mª Teresa, me llevaba al
futbol, y hasta ya un poco mayor me metió el gusto por el güisqui,
el cual me echaba en un vaso con mucho hielo y mucha agua, para que
yo me las diera de mayor, pues asistía con asiduidad a las reuniones
literarias que organizaba en su casa con escritores y eruditos de
aquellos años 60 del anterior siglo, eso sí, siempre muy callado
escuchando con la boca cerrada y tratando cual esponja, de comprender
todo lo que allí se decía.
El
día de la cabalgata amaneció un magnífico día de sol a pesar del
frío, y ya mi hermana tenía algunas contracciones a pesar de estar
sólo de siete meses, cuando Gonzalo se marchó al almuerzo de sus
majestades en Camas, que es de donde partiría la cabalgata.
Entonces
no había teléfonos móviles como ahora, ni casi fijos, por lo que
mi cuñado en todo el tiempo no sabía qué ocurría en su casa, por
lo que iba subido a su carroza repartiendo caramelos por las calles
del pueblo, cuando un amigo le informó cuando las carrozas estaban a
punto de entrar, que la comadrona había acudido a su casa porque su
mujer se sentía de parto.
Al
llegar a su casa aún vestido de Rey, se encontró que a él también
le habían dejado regalos los Magos de Oriente, pues sus dos
preciosas mellizas rubias y con celestes ojos, habían nacido con
muchas dificultades, ya que fueron sietemesinas y hubo que
acondicionarles el dormitorio como si fuese una incubadora, pues el
muy bajo peso al nacer así lo aconsejaba, y en aquel tiempo los
hijos se tenían en los domicilios y muy raramente en algún
hospital.
Hoy
es el cumpleaños de mis dos sobrinas, Amparo y Tere, y desde aquí
las quiero felicitar recordándoles cómo vinieron al mundo.
Muchas
felicidades a estas dos preciosidades que ya son abuelas.
Un
beso de vuestro tío.
En
Villanueva del Ariscal, a 5 de enero del 2015
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