domingo, 9 de diciembre de 2012

Colores



Tenía la suerte de estar acompañado por toda la familia el puente pasado de la Constitución y la Inmaculada, por lo que disfruté, dentro de los límites de mi rehabilitación posquirúrgica, de mis nietos. Una de esas tardes me puse 
a dibujar y colorear con mi nieta Olivia lo que se nos ocurría.
Coloreamos los árboles de verde, a las casitas blancas les pintamos tejados rojos, de otros colores a los niños jugando en columpios y toboganes con sus madres al cuidado, a los coches, el río y todo lo que se nos vino a la mente les dimos colores más o menos apropiados.

                                                                
Estábamos ya un poco cansados de este pasatiempo, cuando se me ocurrió preguntarle a mi nieta de qué color sería la risa, y ella hizo un largo borrón de rosa, luego le dije el llanto y pintó lunares azules, los besos y los pintó de rojo y ahí dejamos el tema pues mi nieta ya quería otra actividad.
Pero ya yo en mis cosas, me quedé pensando en el código de color que daríamos cada humano a los diferentes sentimientos, sensaciones, comportamientos, hechos, y demás abstracciones que revolotean a nuestro alrededor. ¿Habría un solo color para todo y todos, o cada uno de nosotros  vería cada cosa de su personalísimo tono? Se me ocurrió que el cielo todo el mundo lo vería azul; pues tampoco. Lo vemos blanco, con nubes negras, amarillo de tanto sol o rojo en los crepúsculos, etc.

                                                                
Y entonces acordándome de las noticias leídas en el periódico por la mañana, empecé a elucubrar para mis adentros pensando en darle a cada titular de la prensa un color, aunque a muchos se nos antojara ponerlos todos sobre fondo negro.
¿Qué color ponerle a los desfalcos y robos continuados de políticos, banqueros, ex presidentes de la CEOE, constructores, jueces, yernísimos y cualquier otro espécimen que se me haya olvidado?
Creo que si le diéramos el color peor que se nos ocurriese, no seríamos capaz de sacarlo ni de la paleta de Murillo. Imposible.
¿Y si se nos ocurriese ponerle color a la Prima de Riesgo, al rescate bancario, a las torpezas de algunos ministros?
Pero más difícil sería dibujar y colorear a tanta gente cabreada, a tanto parado, a nuestros jóvenes mejor preparados que se nos van al extranjero a hacer “turismo” según una diputada súper enterada, a nuestros jubilados que le mordisquean la magra pensión desde cualquier esquina del estado, a nuestros enfermos dependientes, a… y a…. tantos y tantos decepcionados y tristes por lo que nos está pasando con esta puta clase política falta de ideas y en muchos casos deseosas de desmontar nuestro estado del bienestar para que sólo estudien los niños de papá, y que los enfermos que tengan dinero se curen y los demás se mueran, y que sólo los poderosos puedan mantener litigios en el juzgado, pues ellos sí los pueden mantener.

                                                             
Y nos faltarían pigmentos para dibujar la decepción del que cada vez trabaja más y gana menos, la de gente que luchó por los derechos de los trabajadores y ven cómo se los han cargado de un plumazo retrocediendo treinta años, de los que les quitan los pisos y los dejan en la calle, las caras de la gente cuando acude a comer a un comedor social o va a un banco de alimentos o acude a Cáritas.
Por favor, a ver si sois capaces de ponerles colores a todo esto, ya que yo he gastado todos mis lápices oscuros y los bolis de tinta negra se han secado del uso.

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