martes, 5 de marzo de 2013

Mi Niña


-Mamá quiero jugar en la calle.
-Ahora no puede ser. Está lloviendo y hace viento.
-Llévame al colegio, que ya he perdido días sin ir.
-Hoy no hay clases, es domingo.

                                                   
-¿Por qué no me llama nadie por teléfono, madre?
-Lo hemos tenido estropeado.
-Dame la muñeca de los rizos.
-Toma, pero la peinaste ayer y tiene el pelo lacio.
-Esta no es, era más grande y no le faltaba un brazo.
-Dame y te la arreglo, pero te gustaba así. Tú se lo quitaste.
-Pues léeme el cuento de la Princesa Coliflor.
-Te estoy haciendo la comida ¿No tienes hambre?
-Quiero que vengan mis amigas.
-Vendrán más tarde, seguro.
-¿Yo estaré aquí?

                                                      
-Las esperaremos viendo los dibujos de la tele.
-No me gustan nada, madre. Cántame algo alegre.
Se volvió con los ojos anegados de lágrimas, pero inició la canción que siempre le gustaba. No la pudo terminar, pues la cama de su hija estaba vacía.
-¿Dónde habrá ido ahora?
-Olga, Olguita ¿Dónde estás?
Recorrió la casa como loca llamando a su hija a gritos, pero no la encontraba. Su marido que había escuchado toda la conversación, la tomó en sus brazos acariciándole el pelo como a ella le gustaba, pero no paraba de llorar llamando entrecortadamente a su hijita.

                                                         
Y de pronto volvió a la realidad, a la horrorosa realidad, cuando recordó la penosa enfermedad que había llevado  a su niña a la tumba.
-Mi niña…

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