Cuando
habían pasado ya más de tres semanas, anuncié al gerente de la
bodega, al que conocía más por referencias que de las veces que lo
vi de pequeño, que haría un viaje hasta allí para saludarnos y
conocernos mejor, me pusiera al corriente de todo, y que por favor
hablara con quien correspondiese y me prepararan la casa para pasar
allí unos días de descanso.
Así
que me puse al volante de mi flamante Audi Q-7 recién adquirido, y
partí desde Sevilla hacia Toro, provincia de Zamora, casi contento y
sin tanta preocupación como en los primeros días en mi nueva vida
de terrateniente, ya que me estaba planteando, pues el efectivo no
aparecía, vender algunos inmuebles aunque el tiempo no era el más
propicio para sacar plusvalías inmobiliarias.
A
todo esto decir, que yo Fernando, poseía una pequeña librería y
que también soy un cuarentón soltero, ya que mi primer y único
amor me rompió el corazón hacía muchos años, y aún no me había
repuesto de aquello.
Llegué
tres días después a media tarde, pues al final tuve que pasar por
Madrid para solucionar algunos temas que no podían esperar, y como
me dijo Antonio por teléfono, me estaba esperando para cenar con
toda su familia, aunque antes dejé el equipaje y saludé a las dos
mujeres que se encargaban de la casa, que encontré perfecta tal como
la recordaba, me pegué un baño de casi una hora con un Cardús en
la mano y escuchando a Debussy, y con ropa elegantemente informal me
dirigí a casa de mi anfitrión.
Me
recibieron cariñosamente como yo esperaba, aunque en los ojos de la
esposa, notaba algo entre temor y reserva.
Tenían
dos hijas, aunque sólo estaba allí la soltera y bellísima madurita
Aurora, pues la menor vivía con su marido en el extranjero.
Fue
todo muy agradable y distendido, hablamos mucho de mi tío y del
pasado, pero inevitablemente llegó el momento en que había que
hablar del presente y del futuro, pues había una interrogación en
los ojos de las mujeres que no podían disimular.
Tranquilicé
a la familia sobre la permanencia en el puesto del cabeza de familia,
pero no era ni el lugar ni el momento de hablar de otros temas, pues
ya habría tiempo de sobra para conocer todo y a todos, y hablar del
futuro que por desgracia dependería de una liquidez financiera
realista, y que se aclararía quince días después en una reunión
con el círculo de confianza heredado de mi tío.
Al
día siguiente Antonio estaría muy liado en la bodega y me
acompañaría en cuanto pudiera, por lo que Aurora se ofreció a
enseñarme la finca, la bodega y toda la casa solariega.
A
las siete de la mañana me desperté y como ya no tenía ganas de
dormir, me lié en un viejo batín seguramente de mi tío, para bajar
a la cocina por un café, pues al ser aún de noche pensé que las
empleadas de la casa dormían, pero cual no fue mi sorpresa al
encontrar a ambas en la cocina, donde con buenas maneras me echaron llevándome a la biblioteca en espera del desayuno, que me sirvieron con rapidez aunque yo sólo quería café, pero había tal cantidad
de cosas deliciosas que se me abrió el apetito.
Estuve
un rato hojeando libros maravillosos de aquella gran colección de
incunables y obras maestras tan querida de mi feudo, hasta que me
preparé para la excursión de la mañana con Aurora, la cual llegó
puntual a nuestra cita, con un ajustadísimo vaquero y una camiseta
que marcaban toda su preciosa anatomía.
Montamos
en su viejo todo terreno para visitar las viñas, las cuales casi ni
vi atontado por la dulzura en el habla y los celestes ojos de aquella
mujer, pero cuando aún no había aterrizado, ya estábamos en el
patio de entrada de la bodega, donde Antonio hablaba con dos señores
que me presentó como de nuestros mejores clientes, dedicados a la
exportación de vinos de calidad.
Aurora
se marchó con un pretexto, para dejarnos solos a su padre y a mí.
Estuve
en la bodega hasta el mediodía, en que nos trajeron cuando ya me iba
a marchar, un montón de comida que acompañada con un magnífico
vino Gran Reserva 2007 Don Rafael, consumimos charlando sobre cómo
veía Antonio el futuro, que por cierto nos deparaba sin remedio una
gran inversión para superarnos en competitividad y seguir creciendo.
Y si el dinero no aparecía, a ver de donde.
Nueva entrega del relato "Inesperada herencia", que continua. Si empiezas a leerlo, lo seguirás hasta el final. Ah... y CONTINUARÄ
ResponderEliminar