Nervioso por aquella cita
inesperada y prometedora, había llegado a la quinta planta del hotel en que se
hospedaba donde estaba ubicaba la piscina y el bar que aún funcionaba al aire
libre, pues aunque había comenzado el otoño, las temperaturas eran veraniegas.
Se pidió un whisky con mucho
hielo y agua y encendió un pitillo, a ver si así se le aplacaban los nervios y
superaba su persistente timidez, y con vaso en ristre empezó a pasear por la
terraza, pues todavía era pronto para que ella llegara, ya que habían quedado a
las 9,30 y faltaba bastante.
Estaba absorto en sus pensamientos, aunque pudo fijarse en un todo-terreno de lujo que daba la tercera vuelta por la solitaria calle que miraba en un lateral del hotel, pero en esta última vuelta bajaron dos jóvenes, que con gran rapidez y precisión empezaron a forzar los coches aparcados sustrayendo todo lo que encontraban, sin importarles el sonido de las estridentes alarmas que fueron saltando en cadena.
Se lo dijo al camarero, pero
al ver que este no actuaba, marcó el número de la policía para explicarles lo
que estaba viendo, quedando estos en personarse de inmediato en el lugar.
Los “chorizos”, cargaron
tranquilamente toda la rapiña acumulada de los vehículos, emprendiendo la
marcha una vez subidos y acomodados sus ocupantes, sin que los “maderos”
hubiesen aparecido.
La chica que había conocido en el ascensor, (¿Marta?, ¿María?, ¿Maribel?), ya se retrasaba cuarenta minutos, pero ni esta ni la policía nacional aparecían y ya iba por la tercera copa.
Por fin aparecieron los
guardias, no la chica, en forma de un coche celular que se quedó mirando a los
propietarios de los vehículos desbalijados, y por lo poco que pude oír,
recomendándoles a estos que fueran a poner la denuncia, ya que el vehículo de
los delincuentes estaba siendo perseguido. También aparecieron dos motos de la
policía municipal hablando entre ellos en paralelo, de tal forma que una de las
motos chocó con la trasera del coche policial cayéndose esta encima del otro
agente y aprisionándolo y rompiéndole algo, pues no se levantaba del suelo, por lo
que se lo llevó una ambulancia que apareció de inmediato.
En este punto se desentendió del incidente, pues la damisela del encuentro fortuito no había aparecido, de forma que ya que estaba entonado, se marchó al bar de unos amigos a continuar la juerga en solitario.
Se le había olvidado ya
totalmente el incidente del robo y el plantón sufrido, cuando leyendo la prensa
local tres días después de aquello, se paró a leer la siguiente reseña:
Persecución accidentada
En
la tarde noche de ayer, unos presuntos ladrones de coches fueron sorprendidos
cuando desvalijaban varios de éstos, estacionados en una vía poco transitada.
Perseguidos por la Policía Nacional y dos motos de Policía Local, arrollaron a
una de estas con el vehículo de gran cilindrada que conducían los delincuentes,
ocasionándole a dicho municipal doble rotura de tibia y peroné, por lo que tuvo
que ser intervenido en el Hospital de la Virgen con pronóstico reservado.
Dicho
vehículo perseguido resultó ser robado, apareciendo abandonado a 40 Km. de los
hechos antes mencionados. La policía científica trabaja para identificar a los
causantes de tan luctuosos sucesos.
¿Se equivocó la policía en algunos aspectos de dicho parte, o fue la sofocada imaginación del periodista?
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