Con
la irreparable pérdida de mi amigo Fito, que se dejó la más y
única cosa valiosa que poseemos, la vida, tratando de salvar del
fuego su amada biblioteca, y aunque casi todo ya se ha dicho y mejor
expresado que lo que yo pueda decir, perdonad mi atrevimiento, pero
se me ocurren algunas reflexiones.
Me
viene a la cabeza el estupendo libro de Manuel Rivas que leí hace
tiempo, “Los libros arden mal”, y en este caso hay que decir todo
lo contrario, ya que a pesar del extintor con el que luchó hasta el
final mi recordado amigo contra el fuego, como con toda el agua que
derrocharon los bomberos, no fueron capaces de frenar la destrucción
de tan queridos elementos culturales.
En
estos oscuros tiempos en que se desprecia desde los ámbitos del
poder la cultura, donde comprar un libro se ha convertido casi en un
lujo, que gran lección nos ha dado Rafael con su muerte sobrevenida
a consecuencias de la fatídica lucha perdida por salvaguardar el
saber, por salvar su más preciado bien, sus amados libros.
Y
estoy seguro que más de uno se preguntará, ¿Merecía la pena?
¿Qué
pensaría en este postrer momento mi amigo para escoger entre
intentar salvarse él, o quemarse o salvarse todos?
Días
atrás, me llamó una sobrina mía que había heredado del abuelo de
su marido más de seis mil libros, preguntándome que donde y quién
estaría dispuesto a comprar dicha biblioteca que tenía amontonada
en la cochera de su adosado. Pues bien, le di un par de direcciones
de librerías “de viejo” que podrían estar interesadas, pero su
sorpresa y la mía vino porque una no compraba nada, y la otra sin
verlos, se los compraba como simple papel, al peso. Se nos vino todo
a los pies. Increíble.
Me
pongo en el lugar como protagonista de este desgraciado suceso, y
confieso que soy tan imbécil o tan gilipollas, que haría lo mismo
que Fito. Si me faltaban mis libros, ¿Merecería la pena la vida?
Hombre,
tengo a mi familia, pero es que mis libros igualmente son parte de mi
mismo, y por loco o descabellado que a alguien le pareciese, moriría
por salvar a cualquiera de ellos, ya que si desaparecieran estos
queridos y viejos amigos, estaría muerto en vida.
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