Eran
amigos desde pequeños, pues Nicolás y Antonio habían vivido en el
mismo barrio, estudiaron en el mismo colegio, y hasta de adolescentes
estuvieron tonteando con la misma chica, que luego se hizo novia y se
casó con un tercero.
Esta
amistad continuó cuando fueron mayores en que cada uno afrontó la
vida como quiso o como pudo; Nicolás heredó y continuó el negocio
familiar de la Administración de Loterías y Apuestas del Estado, y
Antonio que había estudiado Económicas y Empresariales, creó una
mediana empresa de electrónica e informática, por lo que cada año
le compraba a su amigo la lotería de Navidad para todos sus
empleados, clientes y amigos, hasta hacía tres años en que
tuvieron un problema, por el cual había terminado aquella amistad de
toda la vida.
Sucedió
que la empresa de electrónica, como casi todas en estos tiempos
convulsos, estubo pasando unos delicados momentos, pues no les
entraba trabajo, habían despedido a gente y les costaba pagar la
nómina de los que quedaban, por lo que la lotería de aquel año no
la iban a comprar por falta de liquidez, pero Nicolás conocedor de
esta situación le había insistido a su amigo para que retirara los
2.500 euros de la lotería del número de siempre, y que se la pagara
cuando pudiera, pero de aquello hacía varios años sin que la
trampa se hubiese saldado, aunque ahora el negocio se hubiese
reflotado y hubiese dinero, es más; Antonio se había negado a
reconocer la deuda a su amigo, tuvieron unas palabras fuertes
llegando casi a las manos, y ahí habían acabado años de una
amistad de hermanos.
Este
año, como desde entonces, el lotero jugaba íntegramente la cantidad
y el número que anteriormente retirara su examigo, y quiso la diosa
fortuna que su administración de loterías diera el Gordo de Navidad
precisamente en este número que vendieron completo en todas sus
series, por lo que toda la historia trascendió a los periódicos y
se conoció.
No
se sabe si fue por mala gestión o si tuvo algo que ver el detalle
del comportamiento poco ético de Antonio con aquella deuda de azar,
el caso fue que los clientes y los amigos que le quedaban le dieron
la espalda, y ahora si que se vió avocado a cerrar la empresa
definitivamente acuciado por las deudas y la falta de encargos.
La
imagen que salió en el diario local, fueron las puertas cerradas de
la empresa y un enorme cartel enfrente que decía: “La lotería que
no pagaron les hundió la empresa e hizo rico al acreedor”.
Esto
parece un cuento de Navidad como otro cualquiera, pero algunos saben
que sucedió de verdad.
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