miércoles, 9 de febrero de 2011

Colores

Cuando me levanto, antes de que amanezca, me abrigo y salgo al balcón para ver el magnífico amanecer de Pamplona, con permiso de la meteorología. Al tropezar los primeros rayos del astro sol con las nubes, se produce la primera explosión de colores en todos los tonos posibles de amarillos. El fondo son montañas ya con sus picos nevados, que me parece que son la Peña Izaga, y más lejos creo reconocer al Irulegi, de 893 m.

                                                                              
Toda esta visión se mezcla con las columnas de humo de las chimeneas que suben hacia el cielo como si de una fumarola volcánica se tratara, mezclándose con las nubes y coloreando en otros tonos de dorados el cielo de esta bonita ciudad, donde aún no ha llegado la contaminación, y si viene, que tarde mucho, por favor.

Son los primeros colores de la mañana que retiene nuestra retina.

Es un auténtico milagro que tengamos incorporado esta magnífica e inigualable máquina de fotos que son nuestros ojos. ¿De cuantos mega pixels?

También nuestro celebro interviene en identificar esos colores y clasificarlos de muchas formas a las cuales atendemos en forma de agrado o desagrado según un código personal.

Por eso identificamos el negro con la muerte, el protocolo, la oscuridad y la noche:”He caído en un profundo pozo negro”.

                                                                                
Así cuando decimos:”Lo tienes negro”, es que las cosas pintan mal.

Y es en contraposición que atribuimos al blanco, al que muchas personas niegan la categoría de color, el día, la limpieza, la pureza y la alegría del renacer a lo que sea.

En toda la escala cromática ponemos un sentimiento o una sensación en función del color que visualizamos.

El verde lo identificamos con la naturaleza, el rojo con la pasión, el rosa con el amor, el azul con el cielo y el mar.

Luego hay colores que empleados en la “jerga” que hablamos, y le damos otras connotaciones.

Si en el coche decimos:”Verde”, es que el semáforo ha cambiado del rojo y podemos pasar.

“Estás amarillo”, es que estás enfermo de algo. De ahí la frase: “Que mal color tienes”. “Amarillo como el oro”, otro color que ha dado parte de su nombre.

Cuando se escucha:”Vaya marrón”, es que algo dificultoso o jodido nos ha tocado o que le va a pasar a alguien.

El color naranja perdió algo de identidad cuando salió la bombona de gas butano, y todo el mundo empezó a decir: “color butano”.

“Me he puesto morado”, es que hemos comido mucho o hartado en demasía de algo.

“Amarillo como el oro”, otro color que ha dado parte de su nombre.

“Me puse colorado (rojo)”, es que nos dio vergüenza de algo que nos dijeron o en alguna situación que no esperábamos.

A mi nieta que tiene los ojos de un precioso azul intenso, yo le canto el estribillo de una sevillana que dice:

Azules, azules,

Como el color del cielo,

Azules, azules,

Como el color del cielo,

Cuando no hay nubes.

Yo aún recuerdo la primera caja de lápices de colores que me trajeron los Reyes Magos un año, de marca “Alpine”. Los disfruté hasta que se gastaron los colores más importantes.

Así mismo, deberíamos manejar otros colores, como el color ilusión, el color solidaridad o el color ayudar. Pensémoslo.

Y colorín colorado este artículo se ha acabado.

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