martes, 5 de junio de 2012

El estado de la granja


Erase una madre cerda llamada Patria que tuvo tres cerditos. Los quería mucho y como ella había pasado tanto en la vida, se propuso formar y educar a sus hijitos de tal forma, que nunca pasaran por estrecheces y que a la vez fueran líderes de entre el resto de los animales.
El mayor de ellos se llamaba Pringue y estudió muchísimo porque su madre quería que fuera banquero y como era el mayor, corriera con los gastos de la familia si a ella le pasaba algo.
El segundo de los hermanos era Pringoso, que tenía habilidad para convencer y gustar,  por lo que se decidió a ser político. Con influencias y dinero consiguió su madre que llegara muy joven a ser un verdadero líder en su partido y fue quien primero pudo ayudar a sus dos hermanos.

                                                                 
El más pequeño de los tres, Pringao, “un cochinito lindo y cortés”, sólo quería estudiar, por lo que cogió la carrera de  leyes e hizo oposiciones a las más altas instancias de la justicia, llegando a ser un juez de reconocido prestigio.
La vida le sonreía a esta familia, aunque al resto de sus congéneres las cosas les fueran regular, pues mientras la familia cerda cada vez era más rica e influyente, el resto de animales padecían un paro enorme y los que tenían ocupación cada vez tenían que trabajar más y sin embargo ganaban menos, ya que los impuestos los tenían asfixiados y sus sueldos estaban congelados.
Un día un grupo de animales se reveló contra el estado de las cosas y empezó por analizar la situación. El resultado de su estudio fue el siguiente:
Los bancos tienen al país cogido por los huevos, ya que sus inversiones y especulaciones si resultan positivas las asumen como lícitas ganancias, pero si son créditos fallidos o hipotecas no pagadas, esto es las pérdidas, las asume el Estado y las pagamos entre todos vía impuestos. De esta forma los ricos son cada vez más ricos, desaparece la clase media y sólo queda una gran masa de pobres temerosos de que les quiten lo poco que tienen.
Nuestros gobernantes, los políticos, están tan preocupados por sus prebendas y chanchullos personales que se olvidan de lo que prometieron antes de ser elegidos, por lo que solo reina en el parlamento el amiguismo, los enchufismos y la carrera por hacer dinero de cualquier manera olvidando completamente a quienes los eligieron para gobernar el país. Saben que cuando cesen como gobernantes, les tendrán reservado un puesto importante donde redondear sus abultadas fortunas.

                                                                  
 Aunque aparentemente los políticos de diversos signos dan la impresión que se pelean por nuestro bien delante de las cámaras de televisión, cuando creen que nadie los ve se ríen y se abrazan como amigos, ya que tienen claro cuál es su negocio, que obviamente no redunda en nuestro beneficio.
El poder judicial, es como un gran centro de flores, donde cada partido ha puesto el capullo que le interesa en cada momento. Estos jueces, sabedores de esto, dictan sentencias y legislan a las órdenes de los partidos que los han elegido, complaciendo de esta forma a los poderes del estado.
Es por esto que no se cortan al mostrarse como pavos reales que están por encima del bien y del mal. Sólo preocupados de su corporativismo, es una verdadera casta dentro de la casta dirigente, pues ponen como ley lo que dictan los intereses de los poderosos y si no tienes dinero te jodes porque no existes para ellos.

                                                                   
Así se expresó el grupo de animales allí reunidos, por lo que acordaron hacer un manifiesto y ponerlo en conocimiento de la ciudadanía animal.
Muchos de ellos fueron golpeados y presos en las manifestaciones que se produjeron en el país contra los cerdos que los gobernaban, pero poco a poco se fue abriendo paso  la idea de que todo esto tendría que cambiar y que si nuestros gobernantes eran corruptos e ineptos  había que quitarlos.
¿A quién ponemos al frente de esta granja de país llamado España que no hagan como los otros?
No al “silencio de los borregos”. Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad  con el resto, pues si no elegimos cuidadosamente a nuestros gobernantes, nos podemos encontrar con que el desencanto dé paso a los caudillismos, mesianismos o populismos. Todos, lo siguiente de malísimo.

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