Erase una
madre cerda llamada Patria que tuvo tres cerditos. Los quería mucho y como ella
había pasado tanto en la vida, se propuso formar y educar a sus hijitos de tal
forma, que nunca pasaran por estrecheces y que a la vez fueran líderes de entre
el resto de los animales.
El mayor de
ellos se llamaba Pringue y estudió muchísimo porque su madre quería que fuera
banquero y como era el mayor, corriera con los gastos de la familia si a ella
le pasaba algo.
El segundo
de los hermanos era Pringoso, que tenía habilidad para convencer y gustar, por lo que se decidió a ser político. Con
influencias y dinero consiguió su madre que llegara muy joven a ser un
verdadero líder en su partido y fue quien primero pudo ayudar a sus dos
hermanos.
El más
pequeño de los tres, Pringao, “un cochinito lindo y cortés”, sólo quería
estudiar, por lo que cogió la carrera de
leyes e hizo oposiciones a las más altas instancias de la justicia,
llegando a ser un juez de reconocido prestigio.
La vida le
sonreía a esta familia, aunque al resto de sus congéneres las cosas les fueran
regular, pues mientras la familia cerda cada vez era más rica e influyente, el
resto de animales padecían un paro enorme y los que tenían ocupación cada vez
tenían que trabajar más y sin embargo ganaban menos, ya que los impuestos los
tenían asfixiados y sus sueldos estaban congelados.
Un día un
grupo de animales se reveló contra el estado de las cosas y empezó por analizar
la situación. El resultado de su estudio fue el siguiente:
Los bancos tienen al
país cogido por los huevos, ya que sus inversiones y especulaciones si resultan
positivas las asumen como lícitas ganancias, pero si son créditos fallidos o
hipotecas no pagadas, esto es las pérdidas, las asume el Estado y las pagamos
entre todos vía impuestos. De esta forma los ricos son cada vez más ricos,
desaparece la clase media y sólo queda una gran masa de pobres temerosos de que
les quiten lo poco que tienen.
Nuestros gobernantes,
los políticos, están tan preocupados por sus prebendas y chanchullos personales
que se olvidan de lo que prometieron antes de ser elegidos, por lo que solo
reina en el parlamento el amiguismo, los enchufismos y la carrera por hacer
dinero de cualquier manera olvidando completamente a quienes los eligieron para
gobernar el país. Saben que cuando cesen como gobernantes, les tendrán
reservado un puesto importante donde redondear sus abultadas fortunas.
Aunque aparentemente los políticos de diversos
signos dan la impresión que se pelean por nuestro bien delante de las cámaras
de televisión, cuando creen que nadie los ve se ríen y se abrazan como amigos,
ya que tienen claro cuál es su negocio, que obviamente no redunda en nuestro
beneficio.
El poder judicial, es
como un gran centro de flores, donde cada partido ha puesto el capullo que le
interesa en cada momento. Estos jueces, sabedores de esto, dictan sentencias y
legislan a las órdenes de los partidos que los han elegido, complaciendo de
esta forma a los poderes del estado.
Es por esto que no se
cortan al mostrarse como pavos reales que están por encima del bien y del mal.
Sólo preocupados de su corporativismo, es una verdadera casta dentro de la
casta dirigente, pues ponen como ley lo que dictan los intereses de los
poderosos y si no tienes dinero te jodes porque no existes para ellos.
Así se
expresó el grupo de animales allí reunidos, por lo que acordaron hacer un
manifiesto y ponerlo en conocimiento de la ciudadanía animal.
Muchos de
ellos fueron golpeados y presos en las manifestaciones que se produjeron en el
país contra los cerdos que los gobernaban, pero poco a poco se fue abriendo
paso la idea de que todo esto tendría
que cambiar y que si nuestros gobernantes eran corruptos e ineptos había que quitarlos.
¿A quién
ponemos al frente de esta granja de país llamado España que no hagan como los
otros?
No al “silencio
de los borregos”. Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad con el resto, pues si no elegimos
cuidadosamente a nuestros gobernantes, nos podemos encontrar con que el
desencanto dé paso a los caudillismos, mesianismos o populismos. Todos, lo
siguiente de malísimo.
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