No
hay día ni hora, en que al abrir un periódico o escuchar las
noticias en la radio o en la televisión, no nos enteremos de algún
nuevo caso de corrupción.
Este
problema que nos envuelve en todos los niveles de la vida, no se ha
creado sólo, sino que ha ido evolucionando y enquistándose en la
sociedad como si de una cosa normal se tratara. Y es que no hay
estamento o institución que no se haya visto involucrada en los
escándalos económicos y hasta también de otras índoles de
delitos.
Pero
con ser malo esta pérdida de valores tanto éticos como morales, no
lo es menos la percepción de que todo el mundo en cualquiera de los
ámbitos, mete el cazo en lo ajeno sin que de ello se deriven
consecuencias graves a los mismos, pues lo máximo que les caen son
algunas semanas de cárcel donde viven como dios, para luego salir a
gastarse el dinero que robaron allí donde nadie les conoce.
Porque
esa es la realidad; nadie devuelve el dinero que robó o defraudó,
como si este se hubiera esfumado en el momento en que se descubrió
el pastel, pues la justicia aparte de ser lenta, o es ineficaz o es
de una indolencia rayana en la permisividad, pues también los mismos
jueces tienden a tapar a sus afines en ideas políticas sin
sonrojarse por ello, ya que si no lo hacen caen en desgracia para
tener una carrera brillante en las “cosas del Estado”.
Sin
embargo, en estos tiempos de penurias laborales y económicas,
también percibimos como en algunos asuntos de delitos menores, esos
mismos jueces se emplean con saña con la madre que utilizó
fraudulentamente una tarjeta de crédito ajena, para sacar dinero y
poder pagar la hipoteca, o el padre de familia que sale de un
supermercado llevándose cosas sin pagar. Esas son gente invisible en
donde el peso de la ley cae con todo su rigor.
Un
día, y Dios quiera que me equivoque, la gente va a salir a la calle
desesperada para acabar con este estado de cosas lamentables, y ni el
endurecimiento de penas del Sr. Ministro del partido de la gaviota
contra el que se manifieste, discuta o apedree, podrá con una riada
humana que está viendo como las cosas sólo mejoran para los
poderosos de siempre.
Mas
grave sería que cualquier mañana al levantarnos, nos enteráramos
que nos han prohibido protestar o manifestarnos, pues es muy molesto
para la autoridad competente que el ciudadano discrepe, pues
deteriora la imagen de la marca España. ¿Qué van a pensar, por
Dios, de nosotros en el extranjero?
En
la madrugada del 6 de diciembre de 2013, día de la Constitución.
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