Estaba
leyendo tranquilamente en mi burbuja, cuando me llamó Sonia, amiga
desde el instituto y enamorada ocasional, pero quiero decir en mi
descargo sentimental, que mi rechazo instintivo no iba relacionado
contra ella prioritariamente, sino contra su corrupta familia, que
no compensaba mis concupiscencias hormonales propias de aquella
edad.
Su
padre, gran prohombre en una determinada época, ya no era él mismo,
pues lo habían encarcelado según ella injustamente, ya que el sólo
miraba por su negocio que era a todas luces un poco extraño.
Era
un “conseguidor” que llegó a ser alcalde de su pueblo, e incluso
lo puso en el mapa de España, más por los escándalos urbanísticos
que por lo pintoresco del sitio.
Total,
el sólo se quedaba con el 15 o el 20% de lo conseguido, por lo cual
no entendía que fuera un chivo expiatorio de todo en lo que había
participado.
También
creó un fondo piramidal donde ofrecía el 12% de ganancia al que le
confiara sus ahorros. Aquí cayeron un montón de jubilados que
depositaron su confianza en semejante y “listo” individuo. Una
autentica joya del zoológico humano.
La
Navidad se presentaba triste, pues aunque nunca les faltaría de
comer y la familia sabía de dónde había que coger el dinero,
tenían que tener cuidado con los lujos que se permitían,sobre todo
para que la justicia no se enterara nunca de donde salía el dinero
actualmente, por lo que este año no habría angulas de Aguinaga, ni
percebes, ni bogavante marinado a las finas hiervas. Habría que
conformarse con comidas más sencillas.
La
cocinera Luisa junto con la criada Lola, pertrechadas con dinerito
fresco recién salido del “horno”, se fueron al “Club del
Gourmet” del Corte Inglés, a comprar las “pobres” viandas de
una cena de Navidad discreta:
Medio
cordero lechal, un poco de jamón de Sánchez Romero Carvajal de 5
jotas, algo de foie gras francés de oca, surtido de Ibéricos,
salmón noruego ahumado, una tarrina de caviar iraní, y algunas
veleidades que no vienen al caso descubrir.
De
vino escogieron unas botellas de Vega Sicilia, unas pocas botellas de
champán francés y dos botellas de “Chiva Regal “ de 25 años.
El
día 24 estuvieron en la cárcel viendo a su padre, por consolarlo en
fechas tan señalada, sorprendiéndose por que estaba de buen humor,
pues sabía, les dijo, que cuando saliera de allí, lo cual ocurriría
en pocos meses, cambiarían de aires para no tener que pasar
calamidades en este país de desagradecidos.
No
le remordía la conciencia por haber arruinado a tanta gente, ni por
haber echado a todo el personal de sus empresas a las que había
vaciado de dinero anteriormente.
Era
él o los demás . Que se jodieran, pero a su familia no les faltaría
nada en varias generaciones, aunque claro está, en algún
desdibujado y tranquilo país de otro continente.
Pero
todo se fue al garete, cuando el mismo día 25, el padre de mi amiga
murió en la cárcel de un aneurisma que fue irreversible.
Que
Dios me perdone, pero a cada cerdo le llega su San Martín.
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