Aunque no veo a mi hija y a mis nietos desde Navidad, cada día hablamos por
teléfono para ponernos al día sobre todo lo concerniente a la familia y ayer
nos llamaron, y como casi siempre mi nieta Olivia le pidió a mi hija que le
dejara el móvil pues quería hablar conmigo. Os cuento la conversación:
-Hola abuelo, ¿Cómo estás?
-Yo muy bien, princesa ¿Y Tú que has hecho hoy?
-Pues hemos ido de paseo a los columpios y nos hemos encontrado a dos amigas de mi colegio y me lo he pasado güay. Pero abuelo, yo quería que me contaras el cuento del sombrero negro.
-¿Otra veeez… Olivia? - ambos con risas.
-Sí, sí, abuelo cuéntamelo.
“Mira, llevo siempre el sombrero de copa, porque una vez de pequeño le hice una trastada a mi abuelo rompiéndole el único sombrero que tenía, y un hada de las que siempre están curioseando a las personas, me condenó a llevar siempre este sombrero hasta que otro niño cometiera la misma tropelía que yo y me liberara.
Resulta que al quitarme el gorro, mi cabeza se convierte en un mapa de todo el mundo, y empieza a picarme mucho, pero si me arrasco, allí donde corresponde se produce una guerra o un cataclismo de la naturaleza, y para que esto no suceda siempre llevo puesto ésta cubierta, y así no hay desgracias para nadie. Estoy deseando que me quiten el castigo, pues ya estoy harto de que todo el mundo me pregunte y se ría de mi.”
-Bueno, pues yo ya no me reiré más de ti, pero debías decirle esto a todo el mundo.
-Es que no quiero estar todo el día justificándome, así que a ver si te enteras de algún chico que haga la misma gamberrada que yo hice, y así me quiten el castigo.
Pero resultó que todo el mundo se enteró y ya nadie volvió a romperle el sombrero a ningún abuelo.
-Y ya está.”
“-Abuelo, me ha gustado mucho, me voy a comer que Santi ya está sentado y me hace burlas.
-Adiós princesa, un beso fuerte para ti y para Santi, os quiero mucho.”
Bueno, pues este era el cuento que quería oír Olivia, y yo encantado al contárselo a ustedes.
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