miércoles, 6 de enero de 2016

Y acabó la fiesta


Ya cada niño en su casa jugando a lo que hayan tenido a bien traerles sus Augustas Majestades, damos los últimos coletazos a la Navidades, fiestas muy queridas por unos y muy odiadas por otros, y a mucha más gente a la que les es indiferente y nada les dice que estemos en unas fechas especiales, pues sus necesidades primarias o sus terribles preocupaciones o sus ausencias notorias, han hecho que todo pase igual, sin cambios, cual agua ribereña que siempre transcurre sin tiempos.
                                                                  


El otro día paseando por las luminarias navideñas del centro de Sevilla, me preguntaba  viendo a gente riendo y a familias felices que pasaban casi rozando junto a un anciano tocando su acordeón ante la indiferencia general, si este mundo no estaría muerto de sentimientos, o si es que a nuestros ojos los hemos acostumbrado a mirar sólo lo deseable o placentero, y es que ni miramos a nada que no sea nuestro cercano entorno de cariños o de intereses.
                                                                      


Bares y restaurantes llenos, tiendas repletas, espectáculos con las entradas agotadas, miles de gentes dispuestas a llevarse en una cola hora y media para ver cualquier nimiedad porque es gratuito; y es que si no lo disfrutamos es como si dilapidásemos nuestro dinero común, pues  eso es lo que nuestros mandantes nos  han hecho creer.
                                                                 


No deseo que nadie permanezca siempre pendiente de las desgracias ajenas y de los problemas de esta nuestra denostada humanidad, pero entiendo que una pequeña parte de nosotros, como si mirásemos de reojo sin distraernos de lo nuestro, estemos preocupados por lo que sigue pasando con las oleadas de emigrante que siguen huyendo de la miseria y cuántos siguen muriendo antes de besar esta tierra tan deseada, por los comedores sociales que siguen abarrotados, por la violencia de género que casi cada día nos da cuenta de un asesinato, por esas guerras que siguen tronando ahí afuera, por ese vecino al que después de trabajar duro toda su vida, el banco le quita su casa porque no pudo pagar la hipoteca, por esas tremendas inundaciones e incendios que nos asolan. ¿Seguimos?, para qué.
                                                                       


Sin embargo, leemos los periódicos o escuchamos las noticias de la tele o de la radio, preocupados porque los políticos no se entienden, porque otro “bienhechor” ha ingresado en la cárcel por apropiarse de lo ajeno, por los resultados de la liga de futbol, porque “fulana de tal” es tendencia,  porque a “mengano” futbolista o guapo de moda, lo ha dejado la novia o ha sido cogido infraganti conduciendo a velocidad temeraria.
                                                                       



Estamos al principio del año que es cuando nos proponemos los cambios y los retos, y  por supuesto de acuerdo en que hay que mirar siempre hacia delante. Pero por favor, de vez en cuando, sólo de vez en cuando, miremos qué ocurre con los demás, nuestros semejantes, y si podemos ayudar, arrimemos ambos hombros.
                                                                       

2 comentarios:

  1. No amigo, hay mucha gente que no hace oídos sordos o mira para otro lado, lo malo es que necesitamos que nuestros políticos esos que nosotros elegimos y que desgraciadamente viven otras realidades se bajen de ese pedestal en el que se han apoltronado y que les ha hecho perder la perspectiva de una triste realidad
    Buen año y mi esperanza amigo

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    1. Me alegro, amiga Miry, de que seas optimista, pero si confiamos en los políticos, vamos apañados. La solidaridad hay que construirla desde uno mismo con lo más cercano, que siempre hay.¡Ah! Y que tu mano izquierda no se entere de lo que hace tu derecha. ¡Sed felices ayudando a los demás! Un abrazo.

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