-“Buenos
días, chicos, ¿Qué tal se han portado Papá Noel y los Reyes Magos?”-
Dijo Elena cuando ya los niños y niñas de 10-11 años se había ubicado en sus
mesas, una vez que dejaron sus prendas de abrigo en las perchas.
Después del alboroto de gritos
y palabras de las respuestas y una vez restablecido el orden, la tutora de
aquel curso les dijo:
-“Bueno,
pues lo primero que vamos a hacer hoy, es una redacción donde me contéis cual
es el recuerdo imborrable que os trae esta fiesta.”
Era costumbre de la
profesora llevarse a casa este tipo de trabajos, y una vez leídos, los mismos
niños lo leyeran a los demás en clase, y
en función de los aplausos recibidos así se puntuaban, pero lo que no esperaba
era el escrito de uno de los niños, Farid. Este era su recuerdo:
“Nos montamos de noche en
una barca neumática en la costa de Libia, junto con muchas, muchas personas, y
aunque yo era muy pequeño, me acuerdo de mi padre y mi madre abrazados a mí,
envueltos en una manta muy mojada de agua del mar que nos salpicaba.
Cuando íbamos ya muy adentro
del agua, el motor se paró y aquel hombre que mandaba nos dijo que infláramos
los chalecos salvavidas, pues tendríamos que nadar hasta la aún lejana costa.
Mi padre empezó a protestar,
pues nos había costado mucho dinero la travesía, pero al ver como los laterales
de la barcaza se desinflaban, nos vimos los tres en el agua en un momento.
Sólo recuerdo el frío que
sentía, ya que estaba entero empapado, y no se me borra del pensamiento como vi
hundirse a mi madre ante los gritos de socorro de mi padre, que al intentar
agarrarla sumergiéndose también él, ya no salieron a la superficie.
Quedé sólo llorando
desesperadamente no sé cuánto tiempo, hasta que alguien me rescató, subiéndome a
lo que creo que era una barca de pesca, y lo demás es penosamente largo.
Cada vez que celebramos esta
fiesta con mi nueva familia, encendemos dos velas en recuerdo de mis queridos padres.”
Cuando el chaval con
lágrimas en los ojos acabó la lectura, nadie aplaudió, pero poco a poco todos los
compañeros fueron acercándose rodeándolo, muy impresionados por el relato,
hasta que la profesora empezó a aplaudir y la siguieron los demás.
Hoy día seis de enero, salgo
a las calles del pueblo donde vivo, y todas las aceras están muy sucias debido
a la cabalgata de Reyes Magos de ayer, pero me llama poderosamente la atención,
que el suelo está lleno de caramelos que nadie ha querido recoger; ya no
suponen nada para estos niños de nuestra sociedad, que al tenerlo todo o casi,
no les llama la atención golosina tan “humilde”.
Digo siempre que en la vida,
hay que mirar siempre para delante, pero creo que algunas veces y de vez en
cuando, hay que mirar para atrás.
Feliz año Nuevo a todos.
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