sábado, 7 de enero de 2017

Recuerdos del día de Reyes

-“Buenos días, chicos, ¿Qué tal se han portado Papá Noel y los Reyes Magos?”- Dijo Elena cuando ya los niños y niñas de 10-11 años se había ubicado en sus mesas, una vez que dejaron sus prendas de abrigo en las perchas.
                                                  


Después del alboroto de gritos y palabras de las respuestas y una vez restablecido el orden, la tutora de aquel curso les dijo:
-“Bueno, pues lo primero que vamos a hacer hoy, es una redacción donde me contéis cual es el recuerdo imborrable que os trae esta fiesta.”
                                                  


Era costumbre de la profesora llevarse a casa este tipo de trabajos, y una vez leídos, los mismos niños  lo leyeran a los demás en clase, y en función de los aplausos recibidos así se puntuaban, pero lo que no esperaba era el escrito de uno de los niños, Farid. Este era su recuerdo:
“Nos montamos de noche en una barca neumática en la costa de Libia, junto con muchas, muchas personas, y aunque yo era muy pequeño, me acuerdo de mi padre y mi madre abrazados a mí, envueltos en una manta muy mojada de agua del mar que nos salpicaba.
                                                   


Cuando íbamos ya muy adentro del agua, el motor se paró y aquel hombre que mandaba nos dijo que infláramos los chalecos salvavidas, pues tendríamos que nadar hasta la aún lejana costa.
                                                  


Mi padre empezó a protestar, pues nos había costado mucho dinero la travesía, pero al ver como los laterales de la barcaza se desinflaban, nos vimos los tres en el agua en un momento.
Sólo recuerdo el frío que sentía, ya que estaba entero empapado, y no se me borra del pensamiento como vi hundirse a mi madre ante los gritos de socorro de mi padre, que al intentar agarrarla sumergiéndose también él, ya no salieron a la superficie.
                                                  


Quedé sólo llorando desesperadamente no sé cuánto tiempo, hasta que alguien me rescató, subiéndome a lo que creo que era una barca de pesca, y lo demás es penosamente largo.
Cada vez que celebramos esta fiesta con mi nueva familia, encendemos dos velas en recuerdo de mis queridos padres.”
                                                   


Cuando el chaval con lágrimas en los ojos acabó la lectura, nadie aplaudió, pero poco a poco todos los compañeros fueron acercándose rodeándolo, muy impresionados por el relato, hasta que la profesora empezó a aplaudir y la siguieron los demás.


                                                   

Hoy día seis de enero, salgo a las calles del pueblo donde vivo, y todas las aceras están muy sucias debido a la cabalgata de Reyes Magos de ayer, pero me llama poderosamente la atención, que el suelo está lleno de caramelos que nadie ha querido recoger; ya no suponen nada para estos niños de nuestra sociedad, que al tenerlo todo o casi, no les llama la atención golosina tan “humilde”.
Digo siempre que en la vida, hay que mirar siempre para delante, pero creo que algunas veces y de vez en cuando, hay que mirar para atrás.


Feliz año Nuevo a todos.

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