lunes, 10 de septiembre de 2018

Y acabó el verano


Fiesta y alegría antes de los besos y los adioses, y aunque la temporada de vacaciones acabó para los niños que ya se tienen que incorporar a la rutina del colegio y los madrugones, para los abuelos es ahora cuando nos podremos tomar unos diítas para reponernos, y nuestros hijos con un moreno de piscina y playas, a cerrar este paréntesis del verano.
                                                                 




Pero lo verdaderamente importante es que se han hecho nuevas amistades y se han reafirmado otras, que tendremos en mente los ratos y días pasados entre bromas, risas y buenos momentos, que el tiempo pasará volando y que los amigos y la familia se volverán a reencontrar y nos contaremos las cosas que nos han pasado, buenas y no tan buenas, y que se echarán de menos algunos amigos que no volverán porque se mudaron a otro sitio, y siempre les desearemos lo mejor.
                                                                   




Los viejos, que somos la memoria de lo pasado, comparemos este verano con otros igual de buenos, e inevitablemente nos acordaremos de los amigos que nos faltan, seremos testigos de aquella niña que conocimos de pequeña y ya es una gran mujer, de aquel joven callado y despistado que ha resultado ser un brillante estudiante, de esos vecinos que se mudaron y no volvimos a ver, y de otros benditos reencuentros siempre entrañables.
                                                                   
  
Y ya en la realidad, relamernos de esa gran fiesta de despedida del verano en nuestra urbanización del “Ariscal”, de la cacerolada del sábado muy de mañana para despertar a los vecinos y desayunar juntos (todo o casi todo organizado por dos súper abuelas, Encarnita y Asunción), chocolate o café con churros en la piscina, de cómo disfrutaron los niños con sus juegos y actuaciones, de cómo el amigo Juan nos montó un “Sálvame” auténticamente memorable, de este grupo de amigos que se consolida año tras año, de esa comida, donde todos comparten su comida con todos,  de confraternización, y de los brindis entre sonrisas y abrazos.
Sí señor, un magnífico verano que repetiremos, si Dios quiere, el próximo año.
Un abrazo a todos los amigos.

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