lunes, 9 de diciembre de 2019

Deterioro personal y cambio climático


Despierto con los primeros ruidos de la mañana (no suena ningún trino de pájaros), ya a las seis; y no me lo pienso: me levanto con tranquilidad para no marearme, y sin querer, echo de menos cuando me levantaba de un salto.
Al entrar en el cuarto de baño, no puedo dejar de mirarme en el espejo, y me veo tan deteriorado, tan diferente a la imagen de mi juventud, a la lozanía de los pocos años, ¿Será esto natural o es que de alguna manera me afecta el cambio climático?
                                                                      


Desayunando, constato la dificultad de masticar con las recién estrenadas prótesis dentales, otra causa más del desgaste personal, así que rumiando estos pensamientos, me acabo mí tostada con aceite y ajo.
“Estos zapatos me aprietan en el dedo de enmedio”. ¿Más cosas?
                                                                      


Me voy haciendo la rutina de cada mañana: la compra en el súper, la farmacia (ay la farmacia), y por el camino veo tirados por el suelo, una lata, una botellita de agua, propaganda comercial, y aunque la gente me miren preguntándose por qué hago esto, las recojo y las deposito en el contenedor correspondiente, igual que hago en casa con los residuos: reciclarlos.
                                                                      


El día está entre brumoso y nublado, con una niebla espesa que se pega en la ropa, y no es humedad solamente, sino que viene acompañada de suciedad. Así tenemos el aire que respiramos.
                                                                   


¿Hasta cuándo continuaremos ignorando el deterioro de nuestro entorno? Lluvias torrenciales que no empapan la tierra sino que destrozan los cultivos, temperaturas anómalas en cualquier época del año que nos hacen tener a mano toda la ropa porque no sabemos si mañana hará frío o calor, los glaciares milenarios derritiéndose cada vez más aprisa, las grandes cataratas con ridículos chorrillos, especies de todo tipo de bichos que desaparecen para no volver, los pulmones forestales y selváticos envueltos en incendios descontrolados, gentes en el tercer mundo que ya no tienen agua para el ganado, ni yerba con que alimentarlos, etc., etc.
                                                                       


Como para estar tranquilo con lo que se nos viene encima, y para colmo, los países que más contaminan como si no fuese con ellos, como si fuera más importante sus pequeñas ambiciones que las catástrofes que seguro le alcanzarán en cualquier momento, y que de seguir así, llegaran a un punto de no retorno.
¡Seguid, seguid, malditos! ¡Seguid volviendo la cabeza!

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