Mi
amigo Alberto tiene una pequeña finca a las afueras del pueblo donde
vivo, y el otro día me contaba el pobre, los robos que está
teniendo y que por lo visto no tienen solución o sí, alguna
solución personal que puede llevar a juicio al ofendido.
Me
contaba que venía observando que le robaban naranjas y no podía
coger a los culpables, hasta que una mañana cogió infraganti a un
sujeto del pueblo que ya había metido en el coche un saco entero de
las mismas.
Le
hizo devolverlas aunque no quería y como encima lo chuleaba, se lió
a darle guantadas hasta hacerlo entrar en razón, para acto seguido
irse al cuartel de la Guardia Civil a interponer una denuncia. A la
pregunta del agente de cuantos kilos le habían sustraído, el
contestó que unos cuarenta, y cual no fue su sorpresa cuando el
agente le contestó que hasta trescientos kilos no había delito y
que era absurdo que pusiera la demanda.
Poco
después se llevaron de una pequeña habitación del campo, seis
jaulas con diferentes especies de aves cantoras, volviendo mi amigo a
intentar poner otra denuncia con los mismos resultados que la primera
vez, pero con el agravante de que se permitieron aconsejarle que se
diera una vuelta por los mercadillos locales, a ver si veía lo
robado. De puta pena.
Y
hasta ahora lo último que le pasó fue, que le robaron el motor del
pozo y todo el cableado de la instalación y no tiene dinero ni ganas
de volver a empezar, pues dice que “Para los pobres no existe la
justicia”.
¿Qué
haríamos si nos pasara esto a nosotros? ¿Es normal todo este estado
de cosas donde no se respeta lo ajeno si no me ven?
Conozco
a las buenas gentes del campo y sé que si les pides algo para tu
casa te lo dan generosamente, pero que te roben para venderlo y sacar
para vicio ya es otra cosa.
Tampoco
entiendo la indolencia de los funcionarios policiales, pues creo que
siempre algo se puede hacer antes que alguien cansado de tanta
fechoría impune se tome la justicia por su mano, cuando tengo
entendido que ese mismo guardia rebuscó por toda la calle donde
vivía a ver quien le había rayado el coche.
Por
otra parte comprendo la desgana de unos funcionarios que ya han
perdido casi un 30% de su salario en rebajas que este gobierno felón
les ha sustraído, pero si cada uno se tiene que poner a vigilar al
vecino, mal acabará esto compañero.
Por
último decir, que este amigo se presentó un día en el almacén de
Cáritas donde estaban repartiendo alimentos, e instó a cuatro o
cinco hombres que se encontraban en la cola a que le ayudaran a sacar
las cajas de naranjas que iba a donar. Todos miraron para otro lado
para no ayudar, por lo que mi amigo cerró la furgoneta y se marchó
indignado.
¿Qué
está pasando?
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