Llevaba
un rato acostada y no se podía dormir, pues su hermano Santi que
estaba a su lado en la otra cama, no dejaba de enredar jugando con
sus coches, por lo que decidió pensar en cuentos imposibles…
Vivía
en donde las hadas hacen lo posible por ser felices divirtiéndose
con todo tipo de juegos, de fiestas y cualquier cosa que llenara sus
días de entretenimientos imposibles e inesperados…
Y
sucedió, que la Reina Claudia reina de las hadas, organizó una
fiesta de la luz, que consistía en ir a este divertimento lo más
radiante v luminiscente posible, e invitó a todos los jóvenes
príncipes que poblaban las mágicas regiones cercanas y lejanas.
Ya
Olivia le había echado el ojo al lucero que más brillaba en el
firmamento, por lo que adelantándose a los acontecimientos y
aconsejada por su hada-madrina y jefa de las buenas brujas Victoria,
se dirigió con su caballo volador Caramelo hasta los confines del
firmamento y se trajo, no sin gran esfuerzo, el astro más brillante
que mirarse pudiera.
La
Reina se dio cuenta enseguida, pues su mente todo lo abarcaba, de que
sería imposible que ella brillara más que Olivia, por lo que se
reunió con sus magos, concejeras y brujas, para estudiar las medidas
que habría que tomar para que la Reina Claudia fuera, como siempre,
el centro de máxima atención y admiración.
Al
final y después de acaloradas discusiones, se decidió cubrir todo
el Palacio de la Música y Danza con un gran velo mágico, que haría
que todas las hadas se oscurecieran en presencia de la Reina.
El
día del acontecimiento más importante de aquel tiempo, fueron
llegando todas las invitadas a cual más luminosas y bellas, y
también los príncipes anonadados por aquel magnífico espectáculo,
que superaba todo lo demás que hubiera visto nadie mágico o humano.
Pero
sucedió, que cuando apareció la Reina Claudia, todas las hadas
incluida Olivia se quedaron reducidas a una luz casi de velas
semiapagadas, por lo que todo el mundo se miraba preguntándose por
qué era únicamente la Reina la que lucía radiante.
En
esto estaban, cuando apareció el príncipe Santiago en su Rayo
Veloz, que era un artilugio que recordaba a los viejos coches de
carrera, y pidió arrodillándose en presencia de Claudia, permiso
para hablar.
Cuando
la reina de las hadas le dio la mano para que se la besara e
indicándole que se levantara, le pidió que dijera lo que tenía que
decir.
“Amada
Reina Claudia: Hasta mí ha llegado la noticia de lo que hoy pasaría
aquí, pues bien sabéis que en mi reino todos los rumores y
cotorreos llegan y a veces se confirman, como en este caso.
Vos
mi amada reina, no necesitáis de ningún hechizo ni de ninguna
magia, pues vuestros ojos verdes y vuestra sola belleza ilumina hasta
a los luceros más radiantes que pueblan nuestro universo, por lo que
os pido me dejéis rajar con mi espada Filosa el velo con que habéis
cubierto vuestro palacio de oscuras nubes, y que la luz de las hadas
realcen la figura inigualable de la mejor reina del universo
conocido: La sabia, bella y todopoderosa Reina Claudia.
Todos
los presentes aplaudieron el discurso de Santiago y dirigieron sus
miradas hacia la reina.
Así
habló la bella Reina con lágrimas de nácar en sus ojos de
esmeraldas:
“Os
pido perdón por la envidia que he sentido al pensar que alguna de
ustedes, y miró a Olivia, pudiera lucir más que yo.
Pero
una vez más ha sido mi amado Príncipe Santiago el que me ha hecho
ver la realidad.
Rajad
el velo y que comience la fiesta”.
Todos
los presentes muy emocionados, irrumpieron en vivas a su amada Reina,
mientras que el tupido velo desaparecía en la inmensidad del
estrellado firmamento, y era la luz que irradiaba el mágico Palacio
de la Danza y la figura inigualablemente bella de Claudia, la que
ocupaba todo el espacio acompañado de las cantoras risas de las
hadas, y de la maravillosa música del Danubio Azul, que iniciaba el
baile inaugurado por la pareja formada por la Reina Claudia y el
príncipe Santiago.”
Bueno,
pues ya está bien de hadas y de bailes, que se está durmiendo mi
“Reina” a chorros.
Hasta
mañana si Dios quiere.
Ohhhh... que bonito.... Ya tienes otro para leer a tus nietos... si te dejan...
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