Esto está llegando a un término
del todo insoportable. No te puedes fiar de nada ni de nadie, porque no es que
alguien mienta, sino que se hace raro que alguien vaya con la verdad por la
vida.
Tienes que leer varios
periódicos para poder sacar alguna conclusión clara sobre alguna noticia, te
mandan correos electrónicos y WhatsApp que son mentira o cuando menos
tendenciosos (sobre todo si tienen que ver con la política), que te obligan a
pensar en la persona que te los mandan y en la credibilidad que tiene para ti;
los anuncios comerciales de todo tipo te hablan continuamente de regalos o de
grandes descuentos tramposos, te llaman para verte y venderte algo invendible
con el pretexto de que quieren hacerte un regalo, etc., etc., y así hasta el
infinito.
Y qué decir de los rumores y
los cotilleos fomentados por el ansia de protagonismo, tanto por el que señala
como muchas veces por el señalado. Es como si del que no se habla mal, (pocas,
muy pocas bien), no existiera, como si esos extraños del que nadie habla fuera
un bulto entre las gentes “que son alguien” en TV, o en las redes sociales, o
en tu pueblo y pequeña comunidad. Esto ha dado lugar a que no se avergüence
nadie o casi, porque se aireen sus intimidades, pecados, y demás.
El colmo es ya, que se
asistan a las retransmisiones de los juicios como si de algún evento deportivo
se tratara, esperando declaraciones de los protagonistas antes y después de
estos, a veces para preguntar sobre cosas que no tienen que ver sino con el
morbo del respetable, por lo que se destrozan reputaciones con la condena del público antes de que el juez las condene,
porque si a este se le ocurre absolver al presunto reo, casi nadie se enterará;
a nadie interesa las ¿buena? noticias.
¿Cómo hemos llegado a esto?
Yo opino que es un problema
de cultura principalmente, aunque no solo, pues conozco a gente de buena
formación y preparadas, que son acérrimas forofas de todo este circo mediático,
y aun cuando no se traguen las mentiras, no las denuncian, ya que esto nada les
reportan.
Os diré, que como tengo
tiempo y además odio las mentiras y a los embusteros, me entretengo en
contestar todo lo falso que leo, y no se me caen los anillos porque a menudo me
insulten cuando en las redes sociales o en algún diario, atisbo la realidad de
la manipulación de un hecho o una noticia incierta. Alguna vez incluso me han
vetado en un grupo por decir a algún individuo que miente, y es curioso como en
vez de darme pruebas de lo que dice, me conteste con insultos y descalificaciones
llamándome de todo.
Si no estamos alienados, no
debemos de creernos nada de lo que nos diga cualquier cretino solo porque tenga
500.000 seguidores en twitter, en Facebook o en instagran, sino que no hay que tener reparos en denunciar las mentiras y al
embustero.
"Nunca es triste la verdad, lo que no tienen es remedio".
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