Habían vivido razonablemente
bien, pues gracias a su trabajo, la familia había gozado de un bienestar que los situaba como clase media
alta, sus hijos estudiaron lo que quisieron, se emanciparon, y él a los 66 años
se había jubilado con ganas para pasar los años que le quedaran viajando algo
con su mujer, y disfrutando al fin de un prolongado descanso, pero todo su plan
de vida se vino abajo cuando llegó aquella dura crisis.
Sus hijos Remedios y Antonio
se habían quedado parados cuando más se habían endeudado, al adquirir uno un
piso de los caros, y ella haber tenido que cerrar el negocio de imprenta y
editorial que tan bien le marchaba, pero que le había dejado una rémora de
deudas inasumibles.
Al pobre hombre se le vino
el alma a los pies, pues a pesar de su buena pensión y de algunos ahorros, solo
le llegaba para parchear la situación de sus hijos; sólo aspiraba a que por lo
menos no pasasen carencias y necesidades.
Bueno, pues para más inri,
la última desgracia que le había pasado es que le robaron el todoterreno que se
compró apenas un año antes, apareciendo a la semana destrozado contra un muro
en el puerto de Algeciras, cuando fueron avistados por la policía, y después de
una persecución policial, los ladrones huyeron tras estampillar el vehículo, (posteriormente
fueron detenidos) dejándose atrás un alijo de quince quilos de cocaína
camuflados en los asientos del coche.
Cuando le devolvieron los
despojos del vehículo antes de llevárselo al desguace después de más de un mes,
no se podía creer aquello, pues aparte de los daños de la carrocería, la policía
y los perros se habían encargado de destrozar todo el interior.
Su mujer con las lágrimas
desbocadas, y nuestro amigo haciendo por controlarse, se quedaron pasmados a la espera de que el perito de la compañía de
seguros, les dijera cuanto le iban a indemnizar.
Aquella mañana se dedicó a buscar entre aquel amasijo los
objetos personales que cada uno de nosotros ponemos en esta pequeña propiedad
que vemos como la continuación de nuestra casa.
En una caja de cartón fue
metiendo la medalla de la Virgen del Rocío, la documentación, unas gafas de
cerca, otras de sol, un mapa de carreteras, un spray abrillantador. Luego quiso
sacar la rueda de repuesto, pues debajo de ella, tenía algunas herramientas que
quería recuperar, más cual no fue su sorpresa al desenroscar el tornillo de
sujeción, y encontrarse la cubierta disimuladamente rajada, y en su interior un
montón de paquetes de billetes de 500 euros perfectamente cerrados al vacío.
Allí había treinta millones
que nadie le reclamaba, pues la policía ya había terminado, y en toda la
documentación no constaba que el coche hubiese vuelto a sus manos, los dos
camellos habían sido extraditados a Alemania donde tenían condenas pendientes
de narcotráfico, blanqueo de dinero, secuestro, tráfico de personas, y el más
grave, pues habían matado a un matrimonio alemán cuando asaltaron la casa donde vivían para robarles,
por lo que previsiblemente jamás saliesen de la cárcel.
¿Qué hacer? Si lo devolvía a
la policía ingresaría el dinero en las arcas del estado, o se perdería en algún
juzgado de Dios sabía dónde, o en los bolsillos de alguien según como estaba el
tema de la corrupción.
También es verdad que
nuestro amigo no tenía especiales escrúpulos, ni religiosos, ni morales o de
otra índole, por lo que dijo a la familia y amigos que le había tocado la
Primitiva, repartiendo el dinero entre sus hijos y quedándose un pellizco para
él, diciéndoles que era dinero negro y que no podían utilizarlo en cuentas o
bancos, sólo era dinero para el consumo.
Han pasado muchos años de
aquello, y nuestro amigo se mudó de ciudad para no ser encontrado por los
ladrones si salían de la cárcel alemana, donde es feliz rodeado de sus hijos y
nietos.
No tiene remordimientos.
Tú ¿Qué hubieras hecho en su
caso?
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